Después de 27 años vuelven a jugar Aldosivi y Alvarado tras la estúpida prohibición. Historias de hinchas que no vieron el clásico y de una ciudad que espera por una tarde de fútbol y, sobre todo, de paz. Escribe Federico Cavalli.
El 10 de agosto de 1997 quedó marcado para siempre en la memoria de todo Mar del Plata como el día que nació la prohibición del clásico entre Aldosivi y Alvarado. En la cancha de River (MDQ), cuando el reloj marcaba menos de media hora, se pudrió todo en las tribunas y el árbitro Jorge Di Salvo dio por terminado el partido porque era imposible retomarlo. Y nunca se volvió a jugar.
Una rivalidad que creció a principios de los noventa entre liga marplatense y Federal A, entre definiciones y patadas, entre corridas y trapos robados. En menos de una década se puso picante el clásico y lo prohibieron, porque lo más fácil es cortar por lo sano. Así es como en vez de arreglar el problema lo clausuraron.
Misma receta para los visitantes, que estigmatizados en el 2007 después de la muerte de Marcelo Cejas en un Tigre-Chicago solo pueden ir por Copa Argentina, porque en primera los prohibieron en 2013 cuando la policía mató al zurdo Jerez de Lanús en el Único de La Plata. Y van más de diez años que no vamos a la cancha de nuestros rivales.
La prohibición no incluyó a juveniles y el incipiente fútbol femenino marplatense. Pero los varones profesionales no se podían ni cruzar. Incluso esta negativa llegó a la Copa Argentina, que si en el sorteo se cruzaban en primera fase se volvía a sortear. No pasó nunca, pero sí ocurrió con All Boys-Chicago, otro clásico que no puede darse en primera fase de la Copa. Otra estupidez. En realidad, los clásicos no importan, nada más la prohibición.
Pero como mucho de lo que está prohibido me hace vivir, tenía que volver a jugarse el clásico de Mar del Plata. El primero que va a ser local será Aldosivi. Por la fecha 8 de la Primera Nacional, en el interzonal, volverán a verse. Y el tiburón se viene preparando para el acontecimiento. “Lo que venimos haciendo tiene mucho de documentalismo, mucho de foto y video. Cuando llegó el clásico decidimos ir al material de archivo porque tiene un montón de historia”, explica Nano Rizzo quien le da brillo a las redes de Aldosivi junto a Santiago Vellini.
“Lo que sea estrictamente placas y gráfica está basado en fotos de archivo, sentimos que eso iba a tocar una fibra que tiene que ver con este partido, que es muy de los noventa. Los que lo vieron siempre cuentan cómo eran esos partidos, entonces apelamos a eso”, agrega Nano. Las redes del Tiburón vienen revolucionando la estética y la forma de comunicar, no podían ser menos para este match.
Para poder contar la historia se dirigieron al archivo del diario La Capital de Mar del Plata. “Son cajas y cajas de fotos, obviamente mucho se perdió, hay muchas en blanco y negro que no tiene el mismo impacto en la grafica y faltan un montón de cosas. Pero igual es increíble”, describe Nano. Las imágenes dieron más volumen para contar la historia del clásico en el punto más álgido antes de la prohibición.

Del otro lado también esperan el partido. “La semana del clásico se vive terrible, es como un Central-Newell´s para nosotros. Queremos que se juegue ya, hay mucha rivalidad. Tiene mucho antecedente pero ojalá que sea en paz”, describe Andrés, hincha del Torito que nunca vio un clásico. En el predio se van a juntar los hinchas porque el club va a poner una pantalla gigante.
“Hace un mes que están pensando en el recibimiento de la revancha que se juega en agosto, en la fecha 27. Así que todo lo recaudado va a ir para eso. Se espera una fiesta, somos muy populares. Hay hinchas de Alvarado por todo Mar del Plata”, describe Andrés.
Del otro lado Rodra, hincha del Tiburón, también estuvo a la espera del clásico: “Desde que se conoció el fixture que hay expectativa, desde el momento que Aldosivi le tocó descender y Alvarado venía jugando en la Nacional que se sabía que en algún momento se iban a cruzar. El clima en la ciudad es de mucha ansiedad, van a venir de varios lados a verlo. Los clubes trataron de comunicar que es un partido de fútbol y que después de 27 años va a estar puesta la lupa en el operativo de seguridad”, aclara.
“Es un clásico moderno, más mediático, para la prensa, por lo populares de los dos y por la violencia de los últimos años. Si vamos a los años 70 y 80 el clásico de Aldosivi es Talleres. Los clubes estaban a tres o cuatro cuadras de distancia y era el clásico del puerto”, explica Rodra.
La historia de los noventa marcó a las dos hinchadas. Si bien el primer encuentro se disputó en 1954 en el estadio San Martín por la B Marplatense y terminó en un empate en tres (como nos contaron Nano y Santiago desde las redes del Tiburón), la rivalidad estalló con las tanganas, los partidos inolvidables y los desmadres de la década del 90. Una final ganada por Alvarado, una goleada histórica (13 a 0) para Aldosivi y una sucesión de quilombos generales con patadas, piñas e hinchadas combatiendo al calor de la violencia neoliberal que sacudía el país.
“El partido que más recordamos los hinchas de Alvarado es el del 91 en el Minella: La hinchada nuestra se pasó de una tribuna a otra y ellos abandonaron. Ganamos uno a cero y se la recuerda como la tarde del abandono”, rememora Andrés.
En cambio Rodra tiene otro partido en la mente, el que recuerda la otra mitad de Mar del Plata: el 13 a 0. “Quedó marcado a fuego porque ganamos, de forma abultada y salimos campeones. Por unos años estuvo en el récord Guinness. Ellos pusieron a los pibes de la cuarta y quinta porque necesitaban perder y por buena cantidad en la diferencia. Es histórico”, explica.

Para él también será la primera vez que va a vivir un clásico marplatense en la cancha. “Va a ser una fiesta, para la ciudad, para las dos instituciones y me animaría a decir que para el fútbol argentino. Es un clásico que tenemos que cuidar y que viene bien que se juegue”, cierra esperanzado.
La tontería de la prohibición termina, vuelve el clásico de Mar del Plata. Que sea en paz, que sea fútbol.
Federico Cavalli
Twitter: @willycavalli
PD: Agradecimiento especial a la enorme bondad de Ariel Sokil.
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