Esos equipos que no pudieron dar la puntada final, que fueron vencidos por otros mejores o que, simplemente, llegaron hasta ahí: Esos son los segundos. Queremos valorar el camino, lo que lograron. Sin ponderarlos pero tampoco defenestrándolos por el simple hecho de ser segundos. Hoy repasamos el camino de Gimnasia La Plata en el Clausura 1996. Escribe Federico Cavalli.
El mal trago de haber perdido el Clausura 1995 en la última fecha había quedado atrás y el Apertura 95 fue un paso en falso a lo que se esperaba. Tras un torneo regular, donde apenas pudo pasar la mitad de la tabla algunas fechas, terminó de la peor forma: sin triunfos en las últimas cuatro fechas y con una derrota de local frente a Estudiantes, por tres a cero.
Perder contra el clásico rival (que ese torneo volvía a primera después de estar una temporada en la B Nacional) fue un golpe muy duro para la institución. Se dieron algunas salidas significativas para el primer equipo y llegó Alberto Márcico, que dejaba Boca después de cuatro años.
El Beto había sido suplente los últimos seis meses ya que el titular era Diego Maradona. Cuando el Diez salía, entraba Márcico. Pero a sus 35 años le resultaba muy difícil estar en ritmo y quería irse del fútbol jugando. “La pasé mal los últimos meses en el banco de suplentes: engordé, ya no me entrenaba como antes. Quería irme de otra manera”, le dijo el Beto a Infobae en una nota reciente.

El técnico de Boca, Silvio Marzolini, no pensaba que podían jugar juntos.y cuando llegó Bilardo el Beto tomó la descisión: “Me quise ir, no me gustaba como trabajaba”, contó en El Gráfico. Tras un amistoso que jugaron los colgados por el Narigón entre Boca y Gimnasia, el Viejo Griguol lo llevó para La Plata, con la condición de que baje seis kilos.
Era una buena combinación para los chicos del club que miraban al Beto como jugador consagrado, una manera de quitarles peso dentro de la cancha, ya que la angustia se las sacaba Timoteo de un golpe en el pecho.

En el comienzo del campeonato todos los ojos estaban puestos en el Boca de Bilardo, recientemente contratado para dirigirlo. Con Maradona y Caniggia como estandartes, más la juventud de Verón y Kily González, el xeneixe era un conjunto ofensivo. Pero en defensa no conseguía la misma eficacia, a pesar de tener al Mono en el arco y una defensa en la que jugaron Gamboa, Vivas, Fabbri, Mc Allister, Medero y Arruabarrena.
Gimnasia arrancó con perfil bajo y algunas dudas: en las primeras fechas ganó uno, empató uno y perdió el restante. Pero en la cuarta fecha se despertó y después de estar perdiendo dos a cero con Platense de visitante, lo dio vuelta con un lindo gol de Albornoz y dos de Márcico, uno de cabeza y otro de penal.
En la siguiente jornada le ganó por uno a cero a Ferro y luego perdió con Lanús 3 a 1, y así el conjunto granate se colocó primero. Lanús realizó una campaña muy interesante. Un gran equipo que ese año terminaría ganando la Copa Conmebol; con el Chupa Lopez de goleador del torneo, más Ibagaza y Hugo Morales armando juego. Fue la primera piedra de Gimnasia para poder lograr el campeonato.
En la fecha siete retomó la linea de tres (Sanguinetti, San Esteban y Pata Pereyra) y venció a Newell’s por 4 a 2. Aunque arrancó perdiendo con un gol del croata Velko Lotov, lo dio vuelta con una gran tarde del Beto Márcico (que hizo un gol y metió el centro para el tercero). Un dato curioso: esa tarde el Lobo usó dos camisetas suplentes distintas, que a su vez no eran la que estaba estipulada para ese campeonato y que usó casi todo el torneo, mucho más que la titular.
En la fecha ocho visitaron la cancha de Boca, en la inauguración de los palcos por parte de la dirigencia que había asumido hacía solo cinco meses con Mauricio Macri a la cabeza. Maradona no jugó, pero si lo hizo Caniggia. En una gran tarde de todo el equipo (y pesima para la defensa boquense), Gimanasia goleó por seis a cero a Boca
Fue una tarde increíble para la gente de Gimnasia, que reventó las dos bandejas visitantes de la Bombonera renovada y en el primer tiempo gritó cuatro goles. El Lobo de entrada fue puro fuego para atacar directamente el arco de Boca. Una primera parte perfecta, con tres goles de Guillermo y un golazo de Albornoz. Juego por abajo, el melli Gustavo manejando el mediocampo, Larrosa expeditivo para marcar y salir jugando, más los tres de arriba bien afilados: esas fueron las claves.
En el segundo tiempo Boca ya era un desconcierto y ante una mala salida le cometieron penal a Guillermo, que el Beto Márcico lo convirtió en gol. Sin festejo y levantando las manos en gesto de perdón hacia la hinchada local, se llevó aplausos y ovación de ambas tribunas. Al finalizar el partido se enteró de la citación de Passarella para volver a la selección (entrenó pero no llegó a jugar). Gran tarde del Beto.
A 10 del final, Saccone cerró la goleada. La alegría del pueblo tripero no solo era por los seis goles: tener enfrente a Bilardo y a Verón maximizaron la gastada. A eso se le sumó la anécdota de que el técnico de Boca cortó con sus manos las camisetas del Lobo que sus jugadores tenían por intercambarlas en el entretiempo. “A Tchami le dieron mi camiseta en flecos”, contó Márcico algunos años después. Lo curioso es que a esa altura del campeonato, el puntero era Estudiantes de La Plata.

Con el cartel de candidato impuesto por el periodismo (y gracias a esa goleada), el Lobo le ganó a Independiente 3 a 0, a Colón 3 a 1 y a Argentinos Juniors 2 a 1, para quedar puntero del campeonato. Cinco victorias al hilo, el equipo venía embaladísimo.
Y ahí le agarró el panic show: dos fechas seguidas con derrota (San Lorenzo de local y Belgrano en Córdoba). Una constante en años anteriores y también posteriores. Cuando llega el momento de protagonizar, Gimnasia se nubla, le cuesta todo el doble y se desacomoda.
Luego de eso vendría el partido con Vélez, que terminaría siendo clave. Arrancó con una bomba de estruendo cerca del cuerpo de José Luís Chilavert, pero el arquero decidió continuar. Y quizás eso le dio más fuerzas para tener una gran tarde y realizar una de las atajadas del campeonato: Yagui Fernandez tocó de zurda para Márcico, quien parado en la media luna tocó sutil con el empeine para dejar solo a Albornoz, que con un toque se metió al área. Por atrás el Yagui también iba a buscar. Pepe se acomodó y ante la salida del paraguayo quiso ajusticiar a quemarropa. Chila, a menos de un metro, achicó con todo el cuerpo y con la palma de su mano derecha extendida tapó el violento zurdazo. Lo festejó como un gol.
En una tarde favorable a los triperos, Sanguinetti había marcado el gol a falta de 18 minutos cuando tenían un jugador más por la expulsión del Negro Banegas. Pero faltando diez minutos Albornoz vió la roja y dos minutos después el Cholo Posse empató de cabeza, entre los defensores claramente más altos que él y Velez continuaba en la punta del torneo. Otra vez Gimnasia y su temor protagónico.
En ese partido Márcico se rompió el tendón de aquiles y se despidió del campeonato, siendo el goleador de Gimnasia con 10 goles. A pesar de esta baja, el Lobo ganó los dos partidos siguientes (Banfield y Central), antes del parate por los Juegos Olímpicos de Atlanta 96.
En la reanudación del campeonato, venció a River en el Monumental 2 a 1. El equipo de Ramón venía de ser campeón de la Copa Libertadores y seguía de festejo. En una tarde donde el Pampa Sosa debutó en la red y el Melli Guillermo se avivó y dejó en ridiculo a Irigoytia tras un tiro libre. La gente de Gimnasia que ocupó el anillo inferior visitante, armó una verdadera fiesta en el frió gelido de un lunes de agosto húmedo.
En la anteúltima fecha se encontró con Racing en el Bosque. La Academia venía de bajar de la pelea por el campeonato al Boca de Maradona con gol de Claudio López y un penal atajado por Nacho González a Diego. Pero el Piojo se fue a tomar el avión para Valencia ni bien terminó el partido y Nacho no jugó por acumulación de amarillas.
Un Racing diezmado perdía 1 a 0 a los 20 minutos cuando el tercer arquero de ese momento, Cubito Cáceres, cometió penal, ingresó Bizzarri (cuarto hombre del arco), Albornoz lo metió y se terminó el partido simbólicamente. Después de eso vendrían cuatro goles más para cerrar el partido con un 6-0 para el Lobo. Aunque de esa noche se recordará por siempre la roja al Pepe Albornoz por un infantil codazo a Capria, que lo dejaría afuera del último partido.
A pesar de esa gran noche de los mellizos, la conducción de Yllana y la picardía del Yagui Fernández, al otro día Vélez ganó sobre la hora en Córdoba a Belgrano y quedó un punto arriba a falta de una fecha. Gimnasia iba a la casa de Estudiantes. El Yagui tampoco sería de la partida, ya que se fue al Espanyol de Barcelona una fecha antes, cosas del fútbol argentino.
El pincha había hecho un campeonato muy bueno y llegó cuarto a la fecha final. Arrancó mejor, dominó y arrinconó al Lobo. En una pelota parada, Palermo se la bajó a París y el Rulo la mandó a guardar. El nueve estaba en un gran momento, era una referencia aérea y los defensores triperos perdieron más de lo que ganaron esa tarde.
En el segundo tiempo Gimnasia fue por amor propio y jugó mejor. En una escapada de Guillermo vino un centro que Sosa mandó a guardar y se puso a tiro. Pero a pesar de empujar y buscar los espacios, Estudiantes se defendió bien y el empate fue justo. Vélez empató con Independiente y la ilusión tripera terminó.
Se quedó en la puerta de la gloria. Un equipo que hizo todo adentro de la cancha para lograrlo pero la suerte de campeón le fue esquiva. Cuando el protagonismo lo llamó, Gimnasia miró para otro lado. Pero acá estamos para valorar un equipo goleador (44 en 19 partidos), que ganó 12 partidos (uno más que el campeón), que jugaba con una gran intensidad y sin especular y con un estado físico muy bueno, obra del profe Valdecantos.

Un Gimnasia que será recordado por como jugaba, por sus goles y las emociones que dejó. Por nombres propios y por momentos increíbles. Por ser segundos, que también es lograr algo.
Federico Cavalli
1 Comment