Sin cumplirse ninguna fecha importante, el COI decidió homenajear a Osvaldo Soriano en el debut de la Selección Argentina en los Juegos Olímpicos. Hermoso gesto del Comité Olímpico Internacional. La literatura argentina se los agradece. Pero no hacía falta hacerlo de esta manera, con una placa o una foto bastaba.
No era necesario adicionar dieciséis minutos, aunque esto, parece, será una prueba de la FIFA en todos los partidos. El VAR controlará el tiempo que el juego pasa detenido y eso irá al tiempo de adición. Gracias a esta medida, Argentina empató el partido en una jugada de flipper al minuto 106. Digamos todo: de los tres tiros al arco de la selección en el partido, dos fueron en esa jugada. El árbitro no pudo convalidar el gol de Cristian Medina: mientras los jugadores celebraban, los hinchas marroquíes, casi locales, invadían la cancha. El árbitro fue el primero en meterse en el vestuario.
El partido pareció terminarse en esa jugada. El tiempo estaba prácticamente cumplido al momento del empate. Se fueron los hinchas y los periodistas. Los futbolistas se quedaron en el vestuario. Empezaron los rumores. El partido más largo del mundo estaba en marcha, un homenaje directo a “El penal más largo del mundo” de nuestro querido Osvaldo. La escena podía pertenecer también al libro “A sus plantas rendido un león”, que no transcurre en Marruecos sino en Bongwutsi, un país africano inventado por Soriano, donde todo lo imposible puede suceder.
El homenaje no se detuvo ahí. El árbitro sueco Glenn Nyberg decidió volver al campo de juego en modo “Gallardo Pérez, referí”. Fue al VAR a chequear un offside, por protocolo se cobra o no de manera automática, y no vio una mano para argentina. El partido continuó algunos minutos más. Cuatro horas después de su inicio, con un estadio vacío, se escuchó el silbatazo final. Los sucesos le vienen bien a Mascherano, se hablará del escándalo y no de sus deficiencias como técnico. Los diarios titularon papelón. Nosotros en cambio, vimos un homenaje a los delirios de Soriano. Al fin y al cabo Francia algo le debe al autor de «El negro de París».
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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