Unos versos dedicados al primer jugador de vóley argentino abanderado olímpico. Las manos de todos los pibes arriba. El armador de nuestra generación. Se cae, se levanta y va por su cuarto juego olímpico. Escribe Santiago Núñez.
Pintar es crear un mundo nuevo: ponerle superficie y colores a una construcción. Por definición, salvo algún artista excéntrico, solamente se puede pintar con las manos.
Luciano De Cecco siempre, por su posición, da el segundo golpe. Muchas veces se aburrió.
“Lo malo de ser armador -dice, en una entrevista con JP Varsky en el programa Clank- son las adversidades que no podés controlar. Ni cómo va a sacar el oponente ni cómo va a recibir el compañero. Tengo que estar preparado para saber qué tengo que hacer y cuál es la mejor solución en ese momento”.
De Cecco una vez hizo un punto sacando las manos: la pelota le llegó alta, amargó a armar, bajó los brazos y la pelota pasó mansa, por el único lugar en donde no había cuerpos o parte de cuerpos rivales. Una vez, varias veces, armó con el pie. Lo que lo distingue es lo imprevisible: el cuerpo puede simular que el mundo girará para un lado para después ir para otro. Las manos podrán dirigirse hacia donde nadie lo piensa. Ve antes lo que nadie ve. Piensa lo que pasará cinco segundos antes de que ocurra.
Así una, dos y 25 veces. Crear un mundo nuevo. Ponerle colores y superficie. No pegarle a la pelota: acariciarla como hace el pincel. Pintar.
Estar en la selección, para De Cecco, tiene una presión extra. Representa, sobre todo, a los que no llegaron. Los magos también reflejan a la gente común.
Los artistas, antes de serlo y ser obligados a vestirse de forma descontracturada para imponer modas nuevas, parecen personas comunes por una sencilla razón: son personas comunes. El aspecto de Luciano no escapa a lo corriente: barba más prolija que el pelo, preocupación, normalidad. Me imagino a De Cecco paseando al perro, pidiendo dos kilos de papa para el puré o esperando a los nenes en el cruce de la salida de las 12:45 de la escuela.

Al contrario de lo que dicen los manuales, será la bandera la que lo llevará a él en la ceremonia inaugural de París 2024. No será mucho esfuerzo cargar con la insignia para quien tiene las manos de dios y, encima, hace rato que sabe pintar.
Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez
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