Las pibas de Defensa y Justicia se organizaron. Son hinchas. Aman sus colores. Y llevan adelante la campaña: “Defensa es también justicia”.

Es que no quieren a Abiel Osorio en su equipo, acusado -junto a otros tres jugadores- de abuso sexual contra una periodista en el hotel de Tucumán donde concentraban con el plantel de Vélez Sársfield en marzo pasado. Los cuatro fueron parte, de una u otra manera, de una violación colectiva.

Cuando el halcón anunció la llegada del jugador, las pibas enloquecieron. Y empezaron a moverse: hicieron sentadas en el predio, volanteadas, carteles, instalaron el hashtag “Afuera Osorio”. En redes funciona. Hay adhesión de todos los géneros, ¿pero qué pasa en la cancha?

Es ahí donde las tratan de “malas hinchas”: las que no quieren al club, las que no bancan al equipo, las locas feminazis que protestan en vez de alentar…

¿El problema son las pibas? ¿Cómo se sintió hoy gritar un gol, aplaudir a un jugador que en diciembre tendrá un juicio por abuso sexual con acceso carnal? (una pregunta, que resuena mientras Villa también convirtió un gol este fin de semana) ¿A nadie le duele? ¿Siempre se es inocente hasta que se demuestre lo contrario?

“Defensa es familia. La familia se cuida”, puede leerse en la cuenta de IG que crearon para difundir su reclamo: @laspibasdyj. Apuntan al más común de todos los sentidos y, sin embargo, sienten que lo hacen en soledad. Porque, claro, en las redes ponemos me gustas, difundimos hashtag, tenemos valores impolutos y la contradicción se queda en un rinconcito de nuestra cabeza. Agazapada, a la espera de alguna multitud donde podamos liberarla sin que nos vean.

Y no es que estén mal las contradicciones. Lo que está mal es que sintamos que la pelota, que la camiseta, se nos mancha cuando esto se barre bajo la alfombra.

Nuestra camiseta tiene estrellas, no manchas, dicen las pibas, decimos todas.

¿Hay que esperar hasta diciembre para saber si Osorio debe jugar o no? Lo que se necesita es un protocolo que actúe en serio, que el fútbol y los clubes se hagan cargo de qué se hace con jugadores violentos o abusadores.

Tal vez así las pibas dejen de ser las “malas hinchas”.

Nadia Fink

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