El otro día soñé que Messi ganaba otro balón de oro y en pleno discurso, tras un silencio, levantaba la cabeza y decía: “Why so serious, Cristiano?”.
Es cierto: solamente con una pelota, Messi habría podido destruir colegios y hospitales con inocentes madridistas dentro. Pero, a diferencia del Guasón, Messi parecía ser de esos delincuentes primerizos que salen en las noticias cuando la policía no los puede atrapar. Por algún motivo uno quiere que se salgan con la suya.
Es que Messi no era un delantero. Era un matón a sueldo. Luego nos dimos cuenta. Uno empezaba a ver a Messi como a Léon, The Professional. Una máquina de matar que necesita su vaso de leche por las mañanas, antes de lustrar sus armas y empezar el show. A veces con sigilo, otras veces inclemente, todos los enemigos de Léon terminaban como Pernía cuando tuvo que frenar a Lionel: “No sé qué me hizo”. Todos menos uno. Si la carrera de Messi fuera una película de sicarios, Cristiano Ronaldo sería Gary Oldman.
La dinámica era parecida a los animés de peleas interminables e infinitos episodios. No se sabía lo que pasaría en la próxima escena pero de algún modo esperaba que, por más evolucionados que estuvieran Pepe y Sergio Ramos, la Pulga tarde o temprano volviera a dejarlos en ridículo. Pasaba: los rivales le tenían tanto miedo a la humillación pública que cuando toda la defensa esperaba un cañonazo fulminante, él la picaba por encima del arquero. Nunca sabías si de su fusil saldría una bala de plomo o un chorrito de agua. Y lo peor es que los defensores hubieran preferido la bala.
De chico aplaudí al televisor el día en que Gokú derrotó a Freezer. Solo volví a sentirme así de a salvo cuando Messi salió del derbi en el Camp Nou mirando el marcador: 5 a 0. Messi había conquistado el puto mundo. Eran épocas de nuevas teles. La mía era una caja cuadrada y vieja pero yo la aplaudía igual. Para el Mundial 2010 por fin la habíamos cambiado por un «plasma» y años después por un Smart. Lo que no cambió desde aquella Genki Dama al maldito burofax fueron los aplausos a la tele.
Miguel Freidenberg
Twitter: @miguefrei
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