En San Pablo River dejó en evidencia el peor de los pecados: saber que pudo y que no llegó a hacer todo. No debe haber sensación más impotente que ver la línea de llegada y sentir que no llegás por falta de preparación. El problema, lógicamente, no estuvo ayer.

River jugó un partido de alto nivel copero, por momentos, y muy parejo, en otros, contra un equipo indudablemente superior. El primer tiempo pareció guionado por nosotros: gol tempranero, resistencia firme y una chance de gol clara en el último minuto para ponerse dos a cero y pasar al frente en la serie. De haber obtenido la clasificación, la primera parte de Maxi Salas hubiera emergido como consagratoria: en modo Nacho Scocco 2017, medallista sin medalla.

Ayer el diablo estuvo en los detalles. Falta de efectividad, dos errores defensivos graves. Lo que pasó después del minuto 87 queda en el anecdotario.

En tres de los cuatro tiempos (ST en la ida, todo el partido de ayer) River jugó mano a mano con Palmeiras, incluso con momentos de superioridad. Eso amplía el dolor de su eliminación: contra un plantel y un equipo de otro nivel, que no perdona errores, el equipo de Gallardo lo pierde en el primer tiempo del Monumental, en donde un mal planteo y una falta de esencia futbolística lo dejaron condenado. No necesito verte hoy para entender.

River volvió a no competir seriamente por la Copa por quinto año consecutivo. Gallardo no logra, más allá de inversiones y roles, construir una identidad de equipo competitivo. La superioridad brasileña objetiva (los últimos seis campeones, diez de los últimos doce finalistas) se revierte con una impronta que hoy River no tiene.

La eliminación de la Copa te hace pensar, más allá de los análisis, en los momentos del camino recorrido. Los de River este año no fueron muy gratos, pero esa sensación de noches esperadas, de tener en la cabeza un partido o una serie, de experimentar que sí, de pasar al no, de jugar el partido mil veces; ese nudo en la garganta, esa contracción del cuerpo, no la cambiaría por nada en el mundo. Por eso, desentusiasmado hoy, a la Copa que estuve lejos de ganar le doy las gracias.

Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez

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