Club modelo en los ochenta, tanto en fútbol como en muchos otros deportes, hace dos décadas jugó su último partido en primera. Escribe Federico Cavalli.
El 17 de julio del 2000 fue un lunes frío. Se jugaría un partido para cerrar la fecha 19 del Clausura, que ya tenía todo liquidado. Esa noche, en el Parque Independencia, no solo iba a rodar la pelota, no solo iban a ser los últimos minutos de fútbol antes que llegue el receso invernal. Esa noche Ferro jugaría su último partido en Primera por haber descendido de categoría. Hoy, 20 años después, sigue siendo el último.

Ese Clausura 2000 fue una tortura para los hinchas de Ferro y para sus jugadores. 15 derrotas con 46 goles en contra. Derrotas 4 a 0 contra Boca y San Lorenzo, 5 a 1 con Belgrano y la peor: en la fecha 14, cuando restaban cinco jornadas, Lanús le metió siete y lo condenó a jugar en la segunda categoría.
——————————————–
El Rulo París encara por derecha y ante la marca, se cierra. La pelota le queda en su mejor pierna, la zurda. Parece que va a salir del área para retroceder, que la jugada va a alejarse y recomenzar. Los defensores de Ferro miran. El Rulo se achica, pero mete un pase para Cobelli, a su lado pasa el Larry Saldaña, que se quiere meter. El Gordo Cobelli la para con derecha y de media vuelta mete un zurdazo conta el palo más lejano de Galant. Gol de Ñewells. Pierde Ferro.
——————————————-
La última fecha Ferro viajó a Rosario con más ganas que se termine la cuestión que de jugar al fútbol. Muchos pibes con pocos partidos en primera. Entre ellos, Tula y Maxi Velázquez. Sin embargo, aunque rápidamente el partido se definió, el verde dejó una buena imagen. La curiosidad de ese partido fue el debut de Leo Ponzio con la casaca Rojinegra.
Una fecha antes River le dio la vuelta en la cara. Y lo peor de todo, lo sacó de su cancha. El último partido de local en primera división, Ferro lo jugó en el Amalfitani, estadio de su rival clásico. Peor no podía terminar la historia del club de Caballito en la elite del fútbol argentino.
Alguna persona despistada podrá creer que esto comenzó el año anterior, más precisamente en los 875 minutos sin convertir del Clausura 99. Si bien esa campaña de solo 15 puntos fue la primera muy mala (le continuó la del Apertura 99 con 9 puntos y la que mencionamos al principio con 8), Ferro hacía rato que venía pisando en falso.
————————————————
Damiani encara a 35 metros del arco de Ferro. Libre como el viento, piensa en patear. Nadie le sale, un poco por lo lejos que está y otro poco porque todo importa casi nada. Damiani se decide y tira. La pelota va franca hacia las manos de Galant, apenas un poco pasado. Pero como una burla del destino, se le escurre y cae adentro del arco. El portero se estira para sacarla en una imagen poco decorativa. Gol de Ñewells. Ferro pierde y ese sería el último gol que le gritarían en Primera.
———————————————-
En la última década en Primera solo dos veces pasó la mitad de la tabla del torneo de fútbol profesional: cuarto en el Apertura 92 y sexto en el Apertura 90. Lejos quedó la gloria de los 80 con los títulos Nacionales de 1982 y 1984, los cuales le permitieron al club de Caballito jugar la Copa Libertadores y, como dicen sus hinchas, “copar el Maracaná”.

Pero no solo en fútbol estaba bien rumbeado el club en los 80s. Básquet y vóley también eran deportes campeones. Los de la pelota naranja lograron la primera Liga Nacional, creada por León Najnudel, ex técnico de los de Caballito hasta el 83 (había una gran relación con el de fútbol, Carlos Timoteo Griguol). Después conseguirían dos ligas más.
En vóley fue tetra campeón masculino nacional y sudamericano (86-89) y tetra campeón femenino nacional (80-81-83-84). En Handball masculino se coronó en 86-88-89 y en el femenino en 88-92-93. Hasta fue campeón Metropolitano de clubes en Natación, en los años 85-86-87.
Pero lo más interesante era lo que nutría al club, lo que empujaba a progresar cada deporte, a crecer en espacios y construcciones, a darle vida, básicamente. Lo más importante eran lxs socixs, que para principios de los 90s llegaban a 47 mil. Esta fue la política de su presidente, el doctor Santiago Leyden, desde que asumió en 1964 hasta que se fue en 1993: un club para la gente, un club con fútbol y no un club de fútbol.
Para eso Leyden (junto a la comisión que lo acompañó en su mandato) creó el jardín de infantes, el círculo de cadetes, las medidas para sumar socios, fortificó los deportes amateurs y creó una importante y fuerte colonia de vacaciones, con muchos profesores para atender las necesidades de lxs más pequeñxs. A su vez, le encargó al arquitecto Etcheverrry la construcción de la actual platea con techo, el microestadio y consiguió la adjudicación del predio de Pontevedra.
Quizás el punto más alto de toda la gestión fue el premio recibido en 1988 en la URSS de parte de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura): institución deportiva modelo y ejemplo de solidaridad y principios internacionales. Solo dos equipos lo consiguieron en el mundo, Milan y Ferro.
Pero a principios de los 90s la mano cambió, llegó un gobierno que bajo la bandera del peronismo hizo todo lo contrario y destruyó el estado, a la clase trabajadora, las industrias y transformó a la economía en una de servicios. Esto afectó a Ferro directamente en su masa societaria: cuando la década terminó solo tenía 12 mil asociadxs. Si a esto le sumamos las fraudulentas gestiones de Felipe Evangelista y Marcelo Corso, con deudas y cheques voladores, pasivos en millones, convocatoria de acreedores y decadencia institucional, el club estaba cerca de caer en el abismo.
Ni el regreso de Leyden pudo dar vuelta la taba. A fines de 1999 ganó cómodo las elecciones, pero a los meses renunció. Por cansancio y porque el contexto era diferente, renunció en mayo del 2000. En el recuerdo queda su frase “no estaba ni estoy acostumbrado a manejar miseria”.
——————————————–
Los jugadores lloran y aplauden a los hinchas. Estos les devuelven el aplauso y les cantan que el descenso “es de los dirigentes que se roban la plata”. La mayoría de los que afrontaron la temporada 2000/01 de la B Nacional son pibes, el club está tan a la deriva y endeudado que tuvo que vender a Nico Hernández para poder habilitar los magros refuerzos. Varios partidos afrontados con ocho profesionales, el mínimo permitido. Solo tres triunfos en 24 partidos. Los pibes lloran, Ferro también.
————————————-
Como le pasó al Deportivo Español un año antes, Ferro cayo dos categorías seguidas en los principios de los 2000. Después de irse a la B Nacional, descendió a la Primera B Metropolitana, donde no jugaba desde comienzos del siglo XX cuando los torneos estaban en plena formación (al igual que los clubes). En su primer año, a pesar de ser primero del campeonato regular, tuvo que jugar un falso reducido al que entró en semis. Ganó y pasó. Pero Español lo dejó sin nada en una doble final. Otro año en la tercera categoría.
———————————–
Desesperados los jugadores de Ferro patean la pelota para arriba, tratando de llegar al área de Español para buscar el gol que empareje las cosas. Ferro gana uno a cero, pero en Caballito las piernas pesan y se recuerda que salieron primeros sin ascenso, se recuerdan los goles de Pelanda en El Bajo. A Ferro le pesa la B Metro, un lugar que su historia no merece y su rendimiento tampoco. El último córner llega a una cabeza de Oeste y conecta. Débil, a las piernas del zaguero españolista que rechaza. Diego Abal, árbitro esa fría tarde, se lleva las manos al silbato. Festeja Hilario Bravi, el técnico de Español. Se derrumba Ferro.
————————————
En lo que respecta al club, el órgano fiduciario marcó el camino del fútbol, con bajo presupuesto e involucrado en el proceso de quiebra pedido en 2002. Con posterior causa por vaciamiento del club al juez de la quiebra, Rodolfo Herrera, el empresario Gustavo Mascardi, gerenciador del fútbol de 2003 a 2004, su padre y el hermano del arquitecto Etcheverry, Aleardo.

Ferro volvió a la B Nacional en 2003, para un año después festejar los 100 años. Con los problemas institucionales que dejó la década del 90 y la crisis social de la cual el país intentaba salir, la realidad del club no fue muy distinta. Lejos de pelear por volver a Primera, vio pasar a Huracán de Tres Arroyos, Tiro Federal, Rafaela, Gimnasia de Jujuy y otros en su periplo. Hasta en 2007 tuvo que jugar una promoción por no descender.
————————————–
Díaz engancha y el marcador queda dado vuelta. Tira un zurdazo fuerte, pero al medio, que Cubito Cáceres rechaza para la derecha. La pelota sale del área y se encuentra con Julían Kmet, que patea desviado. Cansados, los jugadores de Ferro hacen su último esfuerzo. Cubito busca la pelota atrás del arco y quiere apurar. Estudiantes de Cáceros está aún gol de lograr el ascenso y mandar de nuevo a Ferro a la B Metro. Pero no hay tiempo. El árbitro pita, Kmet salta como loco. Los tablones de madera se mueven con la gente. La promoción ya pasó. Festejan los jugadores, festeja Ferro.
—————————————
Llegando a la fecha, Ferro trata de volver a ser lo que alguna vez fue. Se perdió la chance de ascender en 2014 con las 10 plazas que Grondona inventó para armar un campeonato de Primera con 30 equipos. En la actual temporada, paralizada por la pandemia, el verde está a solo un punto del reducido, con un andar regular que ilusiona.
Pero lo más importante es que Ferro puede elegir directivos, una política social e intentar rearmar el club. Porque no importa la división si la gente está dentro del club. Los dirigentes de los 80s lo sabían, los de los 90s prefirieron olvidar. Podríamos decir que el que lo sufrió fue Ferro, pero la verdad es que la que sufrió fue su gente.
Federico Cavalli