Entrevista a Hugo Lamadrid. Su libro, las redes sociales, el humor, el posicionamiento político de gente ligada al fútbol, la conciencia gremial del futbolista, el rol del volante central en su época y una genial anécdota en la Nápoles maradoniana.
En nuestro programa de radio en Urbana BA le hicimos una entrevista al ex mediocampista de Racing Hugo Lamadrid que luchó contra el gerenciamiento para que el club recupere la democracia. En la charla abordamos diversos temas: su explosión en las redes sociales, la función del volante central en los 80, la gira con Racing por Nápoles y una anécdota en la calle con una camiseta 10 de la selección argentina.
También charlamos sobre la conciencia gremial de los futbolistas, la disparidad salarial entre la Primera División y el Ascenso, las manifestaciones políticas públicas de distintxs futbolistas en los últimos tiempos y la restitución de carnets a socixs desaparecidxs en algunos clubes. Hugo acaba de sacar su autobiografía titulada «Lamadrí. El Renacido. Gloria, caída y resurrección de un trabajador del fútbol», con prólogos de Hernán Casciari y Eber Ludueña.
-En Wikipedia dice “Hugo Lamadrid, el rústico volante central que se convirtió en estrella de Twitter”. ¿Cómo es eso?
–Vos sabes que Wikipedia no lo escribe uno, ha dicho cosas peores de mí. Siempre con mucho humor porque en más de una oportunidad yo mismo alenté a que entren a escribir y pusieron cualquier tipo de barbaridad. Hoy por hoy he descubierto que a través de las redes sociales uno tiene la posibilidad de manifestarse y de dar a conocer lo que hace. Siempre y cuando le agarres la vuelta. Tengo la ventaja de haber sido futbolista entonces hay mucha gente que de por sí ya me conoce. Si te abrís una cuenta de Twitter y a eso vos le vas mechando algunas cosas que garpan muchísimo como fotos, historias, libros viejos la cuenta empieza a crecer. Cuando el otro se da cuenta que quien está escribiendo es igual a vos, que toma el colectivo, hace la cola del banco o la fila del supermercado, empezas a empatizar con ese tipo. Muchos pibes que no me vieron jugar por una diferencia de generación me empezaron a conocer por la cuenta de Twitter. Lógicamente soy mejor Twitero que futbolista.
-Me parece muy bien que tengas ese espacio para ser escuchado. ¿Ahora lo de rústico volante central es cierto o es una falacia?
–Sí, eso es verdad. Jugábamos en una época donde el reglamento era más contemplativo al de hoy. No había 16 cámaras transmitiendo un partido sino 2 o 3. Se jugaba al fútbol de otra manera. Todos los equipos eran similares. En general tenían un gran arquero, un 5 que marcaba y raspaba, un 10 que era la figura y un 9 goleador. Cada uno entendía la función determinada que tenía que cumplir. Hoy un volante central te puede jugar de doble cinco o por afuera. Ya se perdió esa figura del 5 clásico que se tenía en la década del 80 por ejemplo.
–Podríamos decir entonces que tu libro “Lamadrí, El Renacido” tiene prólogos de Hernán Casciari y Eber Ludeña en representación a tus dos personalidades: el humor y la rusticidad.
–Busqué eso, dos tipos que puedan significar y representar un poco desde sus costados artísticos esas cuestiones. Por un lado el humor y el sarcasmo de Hernán Casciari y por el otro Eber Ludueña, ese personaje de Luis Rubio que es un monumento a la rusticidad.

–Este programa se llama Lástima a Nadie, Maestro por una célebre frase de Diego Armando Maradona. ¿Te tocó enfrentarlo como futbolista?
–Sí, yo estaba en el banco de suplentes. No me tocó estar en el mismo momento dentro de la cancha. Hicimos una gira con Racing allá en el 88 y uno de los partidos fue contra el Nápoli allá en Nápoles. A los 10 minutos íbamos perdiendo 3 a 0. Una baile infernal nos pegaron. Terminó el partido 4 a 1. Era una de las épocas más gloriosas de Diego. Estaba realmente espectacular. Parecía que no tocaba el pasto cuando corría. Así que fue la única vez que lo tuve más o menos cerca.
–¿Ustedes estaban enterados de la enfermedad maradoneana que había en Nápoli en aquel entonces?
–La verdad que no porque uno de acá tampoco veía los partidos enteros del Nápoli para darse cuenta lo que sucedía. A mí me pasó algo muy particular allá porque en el 85 había jugado con la selección juvenil argentina el Sudamericano de Paraguay y por orden alfabético me tocó la 10. Yo tenía la misma camiseta que en el 86 usa Diego. Entonces estando en Nápoles con Racing andaba en la calle con la camiseta puesta y gente se me amontonaba alrededor para comprármela. Una locura increíble lo que produjo Diego en esa ciudad.

–Racing está viviendo un momento dulce. El gol agónico de Marcelo Díaz a Independiente vino a ser como una frutilla del postre. “Ahora que somos felices”, como el libro de Alejandro Wal,l ¿Se te viene a la cabeza alguna imagen de los años de las marchas contra el gerenciamiento para recuperar la democracia en el club que militaste para que ocurra?
–Este presente es resultado de la pelea de muchos, no solo la mía. Socios, hinchas, personas de las filiales que le pusieron el cuerpo en su momento para echar a un gerenciamiento salvaje que estaba haciendo un desastre en el club. Un órgano fiduciario cómplice y un juez Gorostegui que llevaba la causa de la convocatoria de Racing desde el 85 y ahí ya estábamos en el 2006. Una locura lo que pasó. Lo de hoy es resultado de un montón de cosas malas que se entendieron, no se dejaron pasar y no se olvidan. Racing era un elefante dormido y siempre lo fue. Vos fijate que de la década del 60 cuando sale campeón de América y del mundo, salvo esa isla que significó la Supercopa en el 88, hasta el 2001, Racing durmió. Lo que sucede hoy es algo que en algún momento iba a darse. ¿Qué se necesitaba? Primero una tranquilidad institucional. Veníamos de comisiones directivas donde los presidentes eran más importantes que el club: Destefano, Otero, Lalín. Hoy tenemos este presente donde los pibes más jóvenes ya lo vieron campeón tres veces a Racing. Cuando hay muchachos de 50 que por ahí lo vieron una o dos veces en toda su vida hasta el 2001. Desde ese lado solo queda disfrutar y entender que si Racing sigue haciendo las cosas bien está para grandes cosas. El salto de calidad que todavía nos debemos, que es ganar un torneo internacional, va a ser consecuencia del buen trabajo. Una Copa Libertadores no se gana así porque sí sino como resultado de buenas gestiones e incorporaciones, de buenos equipos y técnicos. Eso también te genera el caldo justo para que los pibes que vienen de abajo lleguen a un equipo formado que los contiene y no como salvadores. En Racing ha pasado muchísimas veces que llegaban jugadores a Primera División y se los quemaba por la urgencia. Este presente hay que cuidarlo mucho, potenciarlo y entender que Racing no tiene techo.
–Vos trabajaste en la ex ESMA, ¿qué te genera lo que se viene dando en el último tiempo de restituciones de carnets a socios y socias desaparecidas, formación de comisiones de derechos humanos adentro de los clubes y homenajes como el que se hizo en la puerta de la cancha de Racing?
–Es parte también de un cambio de mentalidad. Así como el jugador de fútbol va progresando y evolucionando para salir de la pelotita solamente y poder opinar y hacer un montón de otras cosas, creo que también la sociedad va creciendo. Yo participo de la Agrupación 25 de Marzo de hace muchos años en Racing y tenemos listo un proyecto para presentar para replicar lo que se hizo en Banfield, Talleres de Escalada, Ferro y tantos equipos. La idea es crear una categoría que sea detenido-desparecido para en algún punto restituir y homenajear a esas personas. El hijo de Taty Almeida por ejemplo es uno de ellos. Después de los libros de Alejandro Wall (Corbatta, El Wing) y de Julián Scher (Los Desaparecidos de Racing) nos enteramos de un montón de cosas que sucedieron. Desde ese lado estamos siempre que podemos colaborando, dando una mano porque me parece que es fundamental. Hace un rato decía que Racing no tiene que olvidar los momentos malos que pasó porque eso te hace crecer. Bueno esto es lo mismo. No hay que olvidar, hay que mantener la memoria activa. Cualquier tipo de acción de este tipo a mí me genera alegría porque es parte de un crecimiento que nos estamos dando como sociedad.
– En las elecciones presidenciales del año pasado vos fuiste uno de los jugadores y ex jugadores que pusiste tu firma en la solicitada en apoyo a la fórmula Fernández-Fernández. Cada vez se vienen dando más casos de futbolistas que expresan sus gustos políticos. No te pido nombres, pero sí preguntarte si te topas con casos de futbolistas que te dicen que piensan como vos pero no lo hacen público para que no los critiquen.
–Mirá no solo en el fútbol se está dando esto. Si uno va al ámbito de los actores también en estos últimos años muchos se han manifestado políticamente. Creo que las personas públicas estamos entendiendo, algunos quizás antes que otros, que manifestarse por lo que uno cree, apoya, o dar su opinión contraria a algo, no tiene nada de malo. Sinceramente si conociera alguno que me haya dicho lo que planteas te lo diría pero los nombres que están son los que se hicieron públicos. Lo que sí entiendo es que un jugador de fútbol que en este país, donde o sos de un lado o del otro y en el medio hay una grieta, si se manifiesta políticamente seguramente el domingo lo van a putear cuando erre un pase pero también por lo que dijo. Entonces no me parece mal que el jugador no lo haga público. Yo lo hago y si estuviera jugando también lo hubiera hecho.

–En marzo escribiste un texto sobre los futbolistas y hablaste de la conciencia gremial solidaria que no tienen inculcada, más que nada los de Primera División. Sin embargo el fútbol en Argentina no se terminó parando por una decisión institucional de las autoridades sino por un pedido de los futbolistas ¿Esa conciencia gremial que decís que no tienen es porque los medimos con una mirada argentina donde los gremios y los sindicatos son muy fuertes y sirvieron para la movilidad social muchos años?
-Sin hablar de nadie puntualmente, yo hice una descripción de porqué el jugador del fútbol argentino, sobretodo el de Primera División, no tiene la conciencia solidaria para el compañero cuando la está pasando mal. En general cuando el jugador llega a Primera con 18, 19 años muchas veces no entiende lo que está pasando en el contexto de país y la realidad económica, social o política. El fútbol es una burbuja y empieza a transitar su carrera. Hay tanta desigualdad entre un jugador de Primera División y uno de la Primera D que no es lo mismo a ningún otro gremio. Porque por ejemplo si nosotros estamos bajo el sindicato de Camioneros o de Comercio, en general el afiliado tiene las mismas condiciones que el otro afiliado. Son todos laburantes que ponen más o menos lo mismo. Pueden tener una diferencia por escalafón por algún cargo que ocupe. Pero en el fútbol lo que sucede es que hay una gran disparidad en lo económico. Cuando vos ganas muchísimo dinero tus problemas y la búsqueda de las soluciones posiblemente sean más fáciles que para el que cobra 30 lucas. Entonces desde ahí parte esa falta de construcción de una mentalidad gremial. Yo no les hecho tampoco la culpa. No se dan las situaciones para que el pibe que empieza su carrera entienda que tiene que pelear a veces por el que está al lado suyo. La situación que ocurre en general es que cuando los equipos de Primera División necesitan a todo el resto del fútbol argentino seguramente están. Ahora si al 4 de Desamparados de San Juan le rompen la cabeza en un partido por el Federal B el fútbol no va a parar.
– Justo el Día del Futbolista del 2015 coincidió con el Boca-River del gas pimienta del Panadero Napolitano por los octavos de final de la Copa Libertadores. Ese día mismo día a la tarde murió el Burro Ortega, futbolista de San Martín de Burzaco que se había golpeado la cabeza con un cemento que estaba al costado de la cancha y falleció después de estar 11 días internado. Terminó la imagen futbolística del Día del Futbolista con colegas que defienden distintas camisetas no acompañando a otros que les estaban revoleando de todo.
-Yo en el texto nombro otro Boca-River, el de la final de Libertadores. Pero pudo haber sido ejemplo ese y muchísimos otros partidos. Lo que sucedió con Ortega en San Martín de Burzaco fue un 14 de mayo. Después de fallecido todo el fútbol argentino se sumó con las condolencias, pidió que había que poner colchonetas al costado de la cancha y a los 4 meses se golpeó la cabeza otro. El futbolista o el gremio no toma en cuenta que se le dan más bola a veces a los de reclamos de Primera División, por una cuestión lógica de poder económico y de visibilidad, por sobre los reclamos de otros muchachos.
-¿De qué forma se puede abordar esta problemática de las grandes diferencias que hay en la forma de vivir de los jugadores para que haya un poco más de sentido solidario de ponerse en el lugar del otro?
-Realmente es muy difícil porque yo estoy seguro que los jugadores del ascenso no son defendidos de manera importante por los jugadores de los equipos de Primera División cuando tienen un reclamo. Porque en general el fútbol del ascenso tiene reclamos y problemas todos los días, de no cobrar, de violencia, de agresiones cuando termina un partido. Cosas que por la infraestructura quizás un jugador de Primera no tiene. Nosotros seguramente conocemos la mitad de los problemas que pueden darse en el ascenso. Me parece que desde la falta de equidad en lo que se gana, del tipo que se lleva medio palo verde al año a otro que se lleva con suerte 400 mil pesos, es muy difícil que pueda uno ponerse en el lugar del otro. Salvo que el que cobra 500 mil dólares haya estado antes del otro lado.

–Vos arrancaste jugando en Racing y después pasaste por San Martín de San Juan y Douglas Haig de Pergamino, entre otros clubes. ¿Había muchísima más diferencia en aquel entonces en hacer el salto del ascenso a Primera?
–Casi no existía o era muy rara la posibilidad que un jugador del ascenso llegue a Primera y se consolide en aquellos tiempos a principios del 80. Eso ya empieza a darse un poquito más entrados los 90 cuando aparece la televisación de los partidos por cable. Ahí también cambia la ecuación en el fútbol argentino y el dinero empieza a ser otro. Ninguno de nosotros que jugamos en aquellas épocas, ni la mayor figura de la década del 80 hoy está salvado. El mundo y el fútbol eran otros. Para mí entender el fútbol era mucho más lindo para verlo que en la actualidad. Pero claro lo que se ganaba no tiene ni punto de comparación con lo que se gana hoy.