El acoso de Luis Rubiales contra Jenni Hermoso en vivo y en directo para todo el mundo sacudió el fútbol femenino. Las respuestas del ahora ex presidente de la RFEF taparon injustamente los festejos de las campeonas del mundo. Mientras, el fútbol masculino miraba hacia otro lado. Escribe Sebastián Rosa.
Luis Rubiales, en su rol de presidente de la RFEF, besó sin consentimiento a Jenni Hermoso, figura de las campeonas españolas en la entrega de premios de la Copa Mundial de fútbol femenino. A pesar de la clarísima visibilidad de sus actos, de las palabras de la jugadora destacando su angustia y de las críticas de gran parte del mundo del fútbol, Rubiales mantuvo una actitud patotera, provocadora y agresiva. Se victimizó, tergiversó los relatos, acusó a sus críticos, los insultó, y se atrincheró a su cargo a los gritos, sin ningún tipo de autocrítica. Mientras Rubiales daba vergüenza en el púlpito de su defensa, los referentes de las territoriales, dirigentes de la federación y hasta los directores técnicos de las selecciones masculina y femenina de fútbol español aplaudían de pie.
Las abanderadas de la visibilización, la defensa, el acompañamiento y el cuidado de Jenni Hermoso fueron la propia jugadora y sus compañeras. Se organizaron y sacaron un comunicado conjunto exigiendo cambios en la federación y anunciando que su continuidad de campeonas del mundo en la selección dependía de la de Rubiales y de las decisiones de la RFEF. Jugadoras de todo el mundo se sumaron a las proclamas. Las futbolistas ya están acostumbradas a ocupar un doble papel. Además de deportistas, tienen el desgaste de la lucha constante por sus derechos, por la igualdad, por la visibilidad y por las condiciones laborales que merecen. El trabajo de Gabriela Garton, jugadora con paso por la selección argentina e investigadora, explica claramente ese doble papel, ese doble esfuerzo y ese doble desgaste. En Argentina conocemos ese proceso, que se dio en casi todas las selecciones del mundo. No sorprende, entonces, que jugadoras de nuestra selección y de muchos equipos hayan compartido las palabras de Jenni Hermoso y hayan expresado su apoyo en múltiples formas.
En contraste con la larguísima lista de jugadoras de todo el mundo al grito de ¡Estamos contigo Jenni!, la nómina de jugadores que alzaron la voz es corta y concisa. Apenas un puñado de varones se pronunciaron en los primeros días. De los referentes actuales de la selección, ninguno. Destacaron sí algunos referentes históricos, como Iker Casillas e Iniesta. También entrenadores como Ancelotti o Xavi se pronunciaron. Fueron casi siempre comunicados individuales o referencias en conferencias de prensa. Las hinchadas del fútbol masculino de España poco tuvieron para decir. De los jugadores argentinos, ni una palabra. Ni de los referentes de la selección, ni de las decenas que juegan en España en todas las categorías.
Días después del acto casi paródico de Rubiales la FIFA decidió inhabilitarlo provisoriamente mientras analiza el caso. También se avanzó en investigaciones en la justicia española y en diversos ámbitos. Una vez finalizado el vínculo, quedó sólo la condena social y comenzaron a multiplicarse comunicados de crítica por parte de muchos de los que miraban para un costado o incluso aplaudieron al ex presidente. Tarde, y demasiado transparente, cuando se tratan de comunicados tibios, vacíos, que pretenden exculpar a sus protagonistas y despegarlos del bochorno. Mejor tarde que nunca, sí. Pero mucho mejor a tiempo y con compromiso.
De los varones que se expresaron de forma inmediata y contundente, sobresalió el caso de Borja Iglesias. El Panda, delantero del Betis con alternancia en la selección, comunicó que renunciaba a participar del conjunto nacional mientras siguiera en su cargo Rubiales. Borja ya se ha expresado en varias ocasiones en relación a la igualdad y la inclusión, siendo un referente entre los jugadores españoles en este sentido. Y tuvo consecuencias. El primer fin de semana jugó en el campo del Athletic de Bilbao. En San Mamés, el público rival lo aplaudió y festejó su ingreso reconociendo su compromiso. Una semana después, de local, gran parte del Benito Villamarín silbó cuando el Panda entró al campo de juego, condenando su actitud. Borja Iglesias no fue indiferente. Los y las hinchas tampoco. Movilizó sentimientos profundos, sea de reconocimiento o de enojo.

La UEFA tuvo su jornada de sorteo de Champions League y entrega de premios anuales. Erling Haaland, goleador del Manchester City, fue premiado como mejor jugador. Le preguntaron por su rendimiento y su superación constante de records. Ni una palabra sobre el accionar de Rubiales y la situación en España. Pep Guardiola, DT del Manchester City, fue reconocido como mejor entrenador del fútbol masculino. A pesar de ser español, sujeto activo en la política, defensor de la causa catalana, tampoco se expidió sobre el caso. Como mejor jugadora fue premiada Aitana Bonmatí, crack del Barcelona y la selección de España. Compañera de Jenni Hermoso, Aitana expresó con firmeza: “No están siendo buenos momentos para el fútbol femenino español. Venimos de ganar el Mundial y no se está hablando de ello porque han ocurrido cosas que no puedo dejar pasar. Como sociedad no debemos permitir que se haga abuso de poder en una relación laboral, tampoco faltas de respeto. Mando mi apoyo a Jenni Hermoso y a todas las mujeres que lo han sufrido y sufren. Estamos con vosotras. Seguiremos trabajando para que esta sociedad mejore”. Minutos antes Sarina Wiegman, directora de la selección inglesa, fue nombrada mejor entrenadora de fútbol femenino. Ella dedicó su premio a las jugadoras de España: “Quiero decir que lo que ocurrió en el equipo español me ha dañado mucho, estoy dolida como entrenadora y madre de dos hijas. Se merecen celebrarlo y merecen ser escuchadas. Remarco que queda mucho por andar en el mundo femenino. Dedico el trofeo a la selección española y pido un aplauso para ellas». La foto es elocuente, el problema de los abusos de poder, de los acosos y de las violencias es algo del fútbol femenino, de lo que deben hablar sus protagonistas. Los del fútbol masculino, los varones, hablan de juego, de superación, de competencia, de rendimientos. Las del fútbol femenino, las mujeres, quisieran hablar de fútbol, pero necesitan hablar primero de sus derechos y de las violencias a las que son sometidas ellas y sus compañeras.
Jorge Vilda, técnico campeón del mundo con la selección femenina de España fue destituido. Ya en la previa al mundial tuvo enfrentamientos con un grupo de jugadoras que renunciaron a participar en el equipo nacional. El día posterior a los festejos, mientras Rubiales preparaba un video en que no se disculpaba, pero intentaba quitar importancia a sus acciones violentas, Vilda intentó convencer a Jenni Hermoso y a su familia para que ella posara junto a su acosador en ese show. Ella se negó. Luego, Vilda se sentó en primera fila y ovacionó de pie a Rubiales mientras mentía, se victimizaba, agredía y vitoreaba su fortaleza de macho en la asamblea de la RFEF. El enfrentamiento con las jugadoras, quienes respaldaron a Hermoso en todo momento, era irreversible, y el fin de los días de Vilda como entrenador del seleccionado también.
Pero junto a Vilda, parado en la ovación, se encontraba Luis De La Fuente, director técnico de la selección masculina de fútbol. Si bien no participó de la presión a Hermoso para ayudar a lavar la cara de Rubiales, fue parte del mismo circo que generó la destitución de su par. Sin embargo, el puesto de De La Fuente no fue puesto en duda. Esto lo podemos entender por dos puntos centrales. En primer lugar, porque no se espera del fútbol masculino ningún tipo de involucramiento con las causas sociales, con las luchas por la igualdad y la inclusión, y menos si tienen que ver con el fútbol femenino. Problema de otro mundo, el pacto masculino implica correr la mirada, desentenderse y no tomar partido. En segundo lugar, porque no existió una presión desde el plantel para su salida. La destitución de Vilda tiene que ver en gran parte con una posición de las jugadoras en pie de lucha. Los jugadores, por su parte, se mantienen al margen, respetando el pacto de silencio y complicidad, haciendo en el mejor de los casos una mención tardía y suave.

Sabemos que el fútbol es un espacio centralmente masculino, en el que las mujeres están ingresando a base de luchas sociales mucho más amplias, y que incluyen al mundo del deporte. Vemos que las mujeres en el fútbol son las principales voces que reclaman inclusión, igualdad y respeto para todos y todas. Vemos las muestras de solidaridad que el fútbol femenino expresa entre selecciones, entre equipos, y con jugadoras apoyándose en diversos casos a lo largo y ancho del mundo. Y sobre todo, las vemos organizadas, realizando manifestaciones concretas y constantes en pos de sus derechos. Ocupan un doble rol con un doble desgaste al ser tanto jugadoras como motor de esas luchas.
Sin embargo, las voces del fútbol masculino siguen siendo pocas, aisladas y desorganizadas. Los problemas del fútbol femenino parecen ser vistos como un tema a resolver por las mujeres. Mientras tanto, se multiplican los casos de denuncias por actos de violencias de género por parte de jugadores profesionales, en Argentina y en el mundo entero. Si los varones tenemos un lugar en todo esto es a partir de tres puntos.
Primero, hacernos cargo. El silencio es muchas veces miedo a ser señalado. Por la cofradía masculina, que como a Borja Iglesias, en muchos casos sanciona y aplaca. Pero también de que somos parte del mundo masculino, criados en lógicas patriarcales que legitiman violencias, que nos enseñaron a practicarlas y a defenderlas. Podemos escuchar empáticamente lo que las mujeres y disidencias nos están contando y entender que sólo a partir de reconocernos como parte podemos comprender nuestra responsabilidad para ser parte de la transformación. Segundo, expresándonos para colaborar en la visibilización. Sobre todo, hablarnos a nosotros, entre nosotros. Porque nuestras voces muchas veces tienen, en nuestros amigos, compañeros, familiares, una caja de resonancia a la que en muchas ocasiones las de las mujeres son silenciadas, negadas o deslegitimadas. Tercero, organizando. Y este es el punto donde más vacío encontramos. Las voces del fútbol masculino que se levantan por la igualdad y la inclusión suelen ser particulares, y no logran traspasar el pronunciamiento. De la responsabilización, del encuentro con otras voces de varones, de mujeres y de disidencias, de propuestas y medidas concretas y continuas, es que nacen los cambios profundos. Las mujeres lo vienen demostrando.
Sebastián Rosa*
Twitter: @sebastianrosa
* Sociólogo y director de Corta y al pie.
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Hola! me gustó mucho la crónica pero un pequeño aporte: Juampi Sorín se pronunció desde el primer momento en sus redes y múltiples veces. Un inmenso referente que siempre se para del lado del bien. Abrazo!
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