Como si fuera un pedazo del Muro de Berlín, Alemania demolió a Escocia. Con ritmo de entrenamiento se estrenó la Eurocopa en Munich. La pelota, las gambetas, las llegadas, todo fue alemán. En pocos días se cumplirán catorce años del 4 a 0 en Sudáfrica 2010. Hoy Alemania flotó como una mariposa y picó como una avispa, recordando la metáfora del Diego con las piñas de Alí.

Musiala, tan musical es su nombre como su juego, gambetea como si el fútbol fuera una danza árabe. Rudiger podría ser el nombre de una marca estilo puertas pentágono. Fullkrug, el nueve sin un diente, es el Chipi Barijho criado a chucrut y salchichas. Kroos parece jugar su der letzte Tanz (the last dance en alemán) en modo Zidane en Alemania 2006. Tony tenía 16 años en aquel mundial y recién había llegado a las inferiores del Bayern Munich. Hoy repite el camino del francés, se retira tempranamente jugando su último partido por clubes en Real Madrid y disputando un torneo con la selección.

Lo único rescatable de Escocia fue el homenaje de Ryan Porteous a Diego Braghieri, a Gundogan le tocó hacer de Ronaldinho. No patearon al arco ni para el gol, fue un cabezazo en contra de Rudiger. El equipo escocés dio para que Mark Renton y su banda de faloperos en Trainspotting griten tirando su cerveza: “it’s a shite being scottish”.

El problema de Alemania en las últimas copas no pareció pasar tanto por el juego sino por su incapacidad para reponerse en las adversidades. Mandíbula de cristal le dicen en boxeo. Ganaron en el debut por primera vez desde la Eurocopa 2016 (habían derrotas contra México, Francia y Japón, en Rusia 2018, la Euro 2020 y Qatar 2022 respectivamente).  El partido con Escocia no dio margen para comprobar su capacidad de resistencia. Lo complejo de los grupos fáciles es que al primer cruce difícil el viento parece soplar en contra y la lluvia enceguece.  

Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci

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