La rutina de nuestra selección naturaliza un andar triunfal. Lo extraordinario es la premisa: el equipo parte de un piso de normalidad excepcional en el que, por ahora, no hace falta más que ser. Estar presente no es igual que tener presencia. En eso estamos.
No es común ser locales con 67.000 personas a miles de kilómetros: miren los partidos de alrededor para confirmarlo. El “es un sentimiento no puedo parar” se suelta al viento como la más maravillosa música.
Las almas recuerdan el campeonato del mundo que, además de un trofeo, es una forma de ser: el gol solo requiere espera, el juego solo implica paciencia para romper líneas, los ataques rivales pueden pegar en el palo y besar la línea pero no entran.
¿Alcanzará? En una historia que, como siempre, está escribiéndose, la selección muestra pinceladas de distinción. Un volante prolijo e impecable como Paredes, un equipo que cambia de nombres pero no de confianza.
Lautaro no es solo un toro enamorado de la luna. A veces parece ser todo. Guapea como Luque, encara como Batistuta, define como el solo. Se endurece para pelearla sin perder la ternura jamás en el mano a mano. Lautaro es gol.
Ganar es, quizás, una forma de vida. Naturalizar esta primera ronda, con victorias que se ordenan con una precisión sublime, sería no entender el fútbol de un equipo en el que lo corriente no es algo común.
Lo más difícil, como siempre, está por venir. Puede ser Texas de visitante. Puede ser el duro Ecuador al que costó superar en el partido previo. La realidad es ilusión porque la utopía, acá, no solo sirve para caminar, sino que camina al lado nuestro.
El camino hacia un potencial sexto partido en las tierras messistas está en marcha.
“Gozadera”, además de una canción del grupo Gente de Zona y Marc Anthony, quiere decir, en centro y norteamérica, “acción de gozar larga e intensamente”. Acá se formó y nosotros vamos. Miami me lo confirmó.
Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez
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