La Fussballliebe, pelota oficial de la Eurocopa cuyo nombre significa “amor por el fútbol”, corta la noche de Leipzig. En tres segundos el reloj marcará noventa y cuatro minutos y el tiempo estará cumplido. La tribuna turca deja de chiflar como si el aire fuera una sustancia difícil de digerir. Los austríacos se aferran a esa última posibilidad que acaba de salir del botín derecho de Alexander Prass. Un fulbazo a la fussballlliebe.
Fehmi Mert Günok, treinta y cinco años, está parado en el primer palo defendiendo su arco, el de Turquía, cuando el pelotazo de Prass empieza a acercarse a su área. Años trotando de manera lateral le sirven para, en menos de un segundo, estar parado en la otra punta de su valla.
Frente a Günok, detrás de todos los defensores turcos, Cristoph Baumgartner se prepara para convertir el fulbazo de Prass en el gol de su vida, el delirio austríaco, el tormento turco y la pesadilla de ese tipo vestido de verde que está delante de él.
En un segundo el tiempo estará cumplido. Eso no impide que, lo que está por suceder, se vaya a transformar en la jugada más recordada de la noche. Es probable que el futuro de Günok se base en responder cómo resolvió esa situación y el de Baumgartner en cuanto tiempo tardó en reponerse a ella.
Mientras Baumgartner salta más alto que todos los defensores, Günok clava los tapones en el pasto y empieza a flexionar las rodillas. El austríaco cabecea de arriba hacia abajo, la pelota sigue sus instrucciones, rebota en el césped mojado por la lluvia y vuelve, endiablada, a tomar altura. Günok ahora tiene las piernas de una rana de un metro ochenta. Se impulsa y vuela hacia donde apuntó Baumgartner, el primer palo, su aparente punto débil. La pelota ya lo pasó, ahora está más cerca de la red que de su cuerpo. El reloj está a punto de marcar noventa y cuatro minutos. Pero Günok es un anfibio con reflejos felinos. Saca un manotazo que revolea la Fussballliebe lo más lejos posible. Vete de mí, amor por el fútbol.
Baumgartner se toma la cabeza como si acercarse a su cerebro lo ayudara a entender. Günok, el magnánimo, gira y mirando a su hinchada ruge como quien acaba de devorarse un mundo.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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