Las últimas tres conferencias de prensa de Marcelo Bielsa tuvieron recortes que se viralizaron. El loco despierta pasiones: hubo aplausos y críticas. Poco análisis de lo que dijo. Primero hubo una tomada de pelo al periodismo cuando le pidieron un elogio para un jugador que estaba a su lado. Después una defensa del fútbol como vehículo de la felicidad popular. Hoy, en la previa al partido por el tercer puesto contra Canadá, el recorte debería ser la conferencia entera. Críticas a la construcción de sentido que generan los periodistas desde sus discursos y preguntas, FIFA Gate, amenazas, FBI, Estados Unidos como organizador y, por sobre todo, la defensa a sus jugadores por haber respondido ante las agresiones contra sus familiares. Todo condimentado por una calentura pocas veces vista durante una conferencia de prensa en una Copa América. Loco un poco nada más.
Desde la primera pregunta se lo nota raro, como encendido. Ante la consulta sobre las posibles sanciones a sus futbolistas por lo sucedido después del partido contra Colombia, responde: “lo primero que tiene que ver es a qué responde la reacción”. Además hace un análisis del discurso: “Las preguntas también actúan de manera cómplice (…). No vaya a ser que sean ustedes (los periodistas) los que señalen y después se vean afectados de alguna manera”. Bielsa enuncia desde el enojo pero con lógica. “Usted sabe perfectamente que hay porcentajes del periodismo que no agreden a determinados sectores que son responsables porque no les conviene económicamente (…). Lo que pasa es que usted no lo quiere decir por corporativismo”, continúa en otra parte de la misma respuesta. “¿Soy yo el que tiene que decir esto de esta manera?”.
“El periodismo responde a intereses que tienen que ver con los que administran el poder, que son los que reparten el dinero. Y que se callan la boca según a qué parte del poder quieren favorecer o perjudicar”, dice Bielsa. El video de Youtube se corta. Aparece Leo Messi promocionando las tarjetas de crédito Mastercard, uno de los principales auspiciantes de la Copa América. Hay cosas que el dinero no puede comprar, para todo lo demás existe el periodismo de los grandes medios.
La sala de prensa murmura. Un periodista se retira de la sala. Si hay algo que no le gusta a los periodistas es que les hagan lo que ellos hacen. Que evalúen su trabajo, es decir: su perspectiva para relatar una determinada parte de la realidad. Los periodistas quieren responder. El hombre de prensa de la Asociación Uruguaya de Fútbol intenta poner orden. Bielsa es obligado a explicar lo obvio: que no se refiere a todo el periodismo sino a una porción de él. Y les dice que están fingiendo indignación, que es una actuación. Ensayo general para la farsa actual.
“El poder provoca dinero”, sentencia. No es una derivación de la microfísica del poder de Michel Foucault, es una conferencia de prensa previa al partido más olvidable de la Copa América. El fútbol expone y amplifica, Bielsa utiliza la reproducción de su palabra para decir lo que nadie quiere reproducir. Su visión podría aplicarse también a la detención del creador del portal Fútbol Libre, un pibe mendocino de 23 años. El poder provoca dinero y meterse con eso genera problemas. El tratamiento del periodismo tiene el sesgo que denuncia Bielsa: “El periodismo responde a intereses que tienen que ver con los que administran el poder”. También puede utilizarse para describir a los voceros de Milei: Jonathan Viale o Esteban Trebucq, por citar a los más conocidos. Periodismo y poder son esta porno bajón. “El tipo de interrogación condiciona la agenda (…). Las preguntas condicionan el abordaje del tema”, continúa Bielsa ya convertido en un analista comunicacional.
El video vuelve a cortarse, quizás deba pagar la versión Premium de Youtube. Aparece Jorge Macri y dice: “La ludopatía infantil es problema serio. Por eso hicimos acuerdos con las plataformas para limitar el juego online”. Hace pocas semanas, en el programa televisivo de Carlos Pagni, el periodista Pancho Olivera contó que Daniel Angelici está detrás de la casa de apuestas sueca que promociona la Liga Profesional de Fútbol. Ludopatía para todos, fútbol para pocos.
Vuelve la conferencia de prensa y Bielsa dice, todavía contestando la primera pregunta, “le tengo miedo a las venganzas prometidas”. Venganzas prometidas podría ser el nombre de un libro estilo “Plegarias atendidas”, donde Truman Capote desnuda la falsedad en la clase alta neoyorquina. “Siempre te amenazan deportivamente”, explica Bielsa sobre sus venganzas prometidas.
A los quince minutos, la mitad de lo que duraría la conferencia de prensa, surge la segunda pregunta. El periodista dice que va a llevar el tema hacia otro lado. Pero antes dice que comprende y habría actuado igual que los jugadores si en la tribuna hubiera estado un familiar suyo. Bielsa lo interrumpe dispuesto a seguir discutiendo el rol de la seguridad en los estadios y el correspondiente pedido de disculpas hacia los jugadores desde la organización. “Yo me rebelo porque no me quiero prestar más. Porque uno actúa con miedo porque está constantemente amenazado (…). Todo este desborde tiene que ver con lo que uno va acumulando de cosas injustas”, justifica el tono de la conferencia de prensa.
“Dije todo lo que me prometí no decir”, se sincera dándole un golpe a la mesa. ¿Qué es lo que se prometió no decir? “Señalar a los árbitros, decir que las canchas están perfectas y todas las mentiras que han dicho acá. Hacer conferencias de prensa para decir ‘no, las canchas están perfectas’. Y vos ves que las uniones no justifican. ‘No, los campos de entrenamiento están perfectos’. Y Bolivia no entrenó. Yo tengo las fotos que justifican que son todas mentiras. Esto es una plaga de mentirosos”. Bielsa habla por él y por sus colegas. Golpea sus lentes contra la mesa. La pregunta del periodista nunca se realiza.
Agitado, el hombre al que acusan de no mirar a los ojos, observa de frente a sus interlocutores. “¿Es el momento más complejo que está atravesando en cuanto a todo lo que se está generando?”, pregunta un tercer periodista. Bielsa dice que no. “De ninguna manera, si esto es más claro imposible. Estados Unidos, para que usted lo recuerde, cuando sintió que sus intereses estaban siendo atacados creó el FIFA Gate con el FBI (…). Acá no pasó nada, esto fue una fiesta: estadios llenos, una competitividad… arbitrajes… No hay nada de lo que quejarse”, ironiza.
El recorte se viraliza en pocos minutos. Bielsa parte del FIFA Gate de 2015 para explicar lo que sucede hoy. “Lo que no se puede seguir es engañando. Hacer una conferencia de prensa para mentir explícitamente (por parte de) la jefa de campo de juego que sé quién es, la conozco. Conozco perfectamente lo que hace y lo mal que lo hace. Hace una conferencia de prensa para decir que es una cuestión visual. Que Vinicius no ve. Que Scaloni no tiene que hablar. Que los campos de entrenamiento están todos perfectos. Yo tengo una colección de fotos de los campos que están, no ya unidos, emparchados”, dice saltando de idea en idea. Bielsa parece intentar frenarse ante cada enunciación. Como si se hubiera prometido una y mil veces no decir todo aquello que ahora sale de su garganta. “Como eso afecta a los organizadores no hay que decir una palabra. Y las amenazas. A Scaloni le dijeron ‘ya hablaste una vez, no hables más, porque sino vamos a pagar las consecuencias’. Y él mismo lo dice, ‘lo que tenía que decir ya lo dije y no digo más nada’. Los jugadores no pueden hablar, todos amenazados. ¿Cuál es la amenaza? Deportiva”.

Estados Unidos, con Bill Clinton a la cabeza, buscó ser sede del mundial 2022. Qatar obtuvo la organización de la copa mediante el pago de sobornos, nada nuevo bajo el sol. Entonces Estados Unidos desplegó todas sus armas logísticas, coercitivas y legales para presionar a la FIFA. El FIFA Gate. “En un país que fue capaz del FIFA Gate, ahora resulta que hay que echarle la culpa a los jugadores”, dice ahora Bielsa. La afirmación queda renga pero dice algo de manera tácita. Si tienen los elementos de seguridad para detener a los líderes de las federaciones que conforman la FIFA, cómo no van a poder garantizar la seguridad de los hinchas en las tribunas.
El delegado de la organización agradece a los presentes y finaliza la conferencia de prensa. Bielsa se levanta y le dice al jefe de prensa de Uruguay: “Escuchame, ¿Por qué la suspenden?”. El hombre señala al delegado. Bielsa vuelve al sentarse. “Yo estoy a disposición”, explica. Bielsa manejó los temas de la conferencia y también los tiempos. A su lado, durante los veintipico de minutos que duró la conferencia de prensa estuvo Sebastián Cáceres. Para terminar Bielsa se refiere a la presencia de los futbolistas junto a los técnicos en esos espacios. Dice que no está de acuerdo pero invita a que le pregunten a él. Un periodista toma la palabra y comenta que se siente exaltado por el tono que utilizó Bielsa. Que nunca en cincuenta años escuchó algo así. Y que está de acuerdo. Después, el periodista le expresa a Cáceres su apoyo por la situación que vivió junto a sus compañeros luego del partido frente a Colombia. El futbolista expone, en un tono tranquilo, su punto de vista de los hechos. Bielsa sigue inquieto, levanta la mano y vuelve a pedir la palabra. “Una cosa es solidarizarse con los damnificados y otra cosa es señalar a los responsables”, le reprocha al periodista que le daba la razón.
“El que habla con la verdad: castigo, disciplinamiento. Temor a lo que pueden hacer desde Asunción”, son sus últimas palabras. Bielsa se levanta para irse. Sabe que no dijo todo lo que tenía para decir pero al menos pudo marcar agenda. Aunque también estarán aquellos que solo se indignen por el tono utilizado durante toda la conferencia de prensa. Lo dijo unos minutos antes: “Yo sé una cosa. ¿Vio esta exaltación? Me quita razón. Es un energúmeno. Es un loco”. El lugar común sería decir que los locos dicen la verdad. Las dos primeras definiciones de la Real Academia Española dicen que un loco es alguien “que ha perdido la razón” o “de poco juicio, disparado o imprudente”. La tercera parece la acertada para definir a Bielsa: “que funciona sin control”.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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