Corre hacia un costado de la cancha revoleando los brazos, como si no pudiera contener la bronca o se estuviera ahogando. Ninguna de las dos opciones es correcta: hace algunos segundos le quedó un rebote y marcó su primer gol en Boca. Trota hacia el único pedazo de acrílico que queda en la platea de La Bombonera. Es un monstruo, una invención terrorífica, una bestia. En un grito de gol mezclado con espasmos le da un cabezazo al acrílico. Es la presentación de Miguel Ángel Merentiel como goleador en su tercer partido con la camiseta Xeneize.

Merentiel atropella. Es prepotencia y olfato para el gol. Tiene técnica para gambetear, pero cuando lleva la pelota todo es desorden. Traslada y el caos parece proyectarse desde el esférico hacia todo el estadio, principalmente a las defensas rivales. Merentiel improvisa sobre el caos como un caballo loco. En tiempos de bailes ensayados, él grita los goles con la energía de alguien que acaba de salvarse de la muerte. Le tiembla todo el cuerpo mientras se desgarra la garganta.

Su apodo se lo puso él mismo una noche en El Monumental cuando todavía jugaba para Defensa y Justicia. Definió ante Armani y salió corriendo por atrás del arco. “¡Soy una bestia!”, gritó ante la cámara. Cuentan que esa noche, entre los miles de espectadores televisivos, estaba el entonces vicepresidente de Boca: Juan Román Riquelme. Y que dijo: «Es bueno el nueve, ¿no?». En los últimos tiempos, La Bestia, le agregó a sus festejos los dedos en V. “Es por Victoria, mi esposa… y por Perón”, contó en una entrevista en Desde la Boca, la revista oficial del club.

“Yo que soy un hombre desprolijo, no tengo conflictos con mi ser”, cantaba Pappo en la canción Sucio y desprolijo allá por 1972. Faltaban 24 años para el nacimiento de Miguel Ángel Merentiel en Paysandú, Uruguay. El mejor delantero de Boca en el último año y medio podría completar a coro con Pappo: “porque en la apariencia no me fijo, piensan que así no puedo ser”. Hay algo de ese blues rústico y directo que vive en Merentiel, el hombre que grita los goles con la desesperación de un enfermo de amor.

Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci

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