En el deporte las sucesiones de grandes atletas que marcan historia o que elevan la disciplina a un nuevo nivel, suelen llevar años o décadas según el caso. Si nombramos el fútbol la cronología podría situar a Di Stefano, Pelé, Maradona y Messi. Y lo mismo aplica a la natación, que está atravesando el reciente adiós de Phelps. O el salto con garrocha, que tiene hace un par de años a Duplantis como gran heredero de Bubka.

El atletismo masculino y su prueba madre, los 100 metros, aún recuerdan el retiro de Usain Bolt y de a poco intentan posar su vista hacia adelante en busca de un nuevo monarca. Y la noche de este domingo en París, parece comenzar a confirmar lo que desde hace más de un año viene insinuando: Noah Lyles tiene todos los números para ocupar el trono del jamaiquino.

Vigente campeón mundial en Budapest 2023, el norteamericano se impuso en una de las carreras más dramáticas y apretadas de la historia a Kishane Thompson de Jamaica por apenas cinco milésimas de segundos, con un crono en 9s784 y recuperó el oro para Estados Unidos luego de 20 años, cerrando así un ciclo de frustraciones luego del reinado de Bolt.

La final se definió en los últimos 20 metros, donde Lyles remontó de atrás, superando a todos para llegar a la meta en un final de foto finish. El podio se completó con otro estadounidense, Fred Kerley y su 9s81 y contó en la largada con nombres rutilantes de la disciplina como el ex campeón olímpico Marcell Jacobs (Italia), Akani Simbine (Sudáfrica), Letsile Tebogo (Botswana), Kenneth Bednarek (EEUU) y Oblique Seville (Jamaica), todos corriendo por debajo de los 9s92.

Carismático y desafiante, confiado en sí mismo, Lyles se muestra como la cara rebelde de un deporte que busca una mayor difusión a nivel mundial. Mediante redes sociales y contratos exorbitantes de publicidad y patrocinios, como el que cerró hace poco con Adidas y que llevaron a que Sebastian Coe, presidente de la World Athletics (la FIFA del atletismo) lo calificara como “una estrella de rock absoluta” Noah comenzó esta tarde en París a cimentar su nombre entre los más grandes. Lo esperan los 200 metros, la posta 4×100 y, por qué no, las puertas abiertas de la historia.

Esteban Bedriñan
Twitter: @cocobedrinan

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