La semana pasada River Plate volvió a Lima al estadio en el que perdió la final de la Copa Libertadores del 2019 y un grupo de hinchas jóvenes lo tomó como una posibilidad para ir a buscar al River que fue y hoy no es. Una forma de intervenir la realidad. Escribe Santiago Núñez.
La pasión, la irracionalidad y el permanente roce con la ridiculez se llevan de perlas. Es casi una obligación: la vocación del sentir lleva a pensamientos inexplicables que rechazan lo que habitualmente se llama “sentido común”.
La semana pasada pasó en mi club, como en tantos otros clubes, tantas veces. Un grupo de hinchas jóvenes dijo que íbamos a buscar a nuestro amado River Plate a Lima, lugar del que nunca se fue. La analogía tenía una base real: River volvía al estadio en el que perdió la final de la Copa Libertadores del 2019, posiblemente su última gran escala deportiva continental. El concepto no tenía justificación: solamente se disputaba un encuentro en el mismo lugar poco menos de seis años después, pero la victoria contra Universitario generó el entusiasmo de poder recuperar una épica consagrada en aquella ocasión. Si se logra o no, ni lo sabemos ni es materia de este relato.
Esa secuencia me llevó a pensar. Primero, me reí. Luego establecí una comparación: cuando nosotros (uso la primera persona del plural sin evidencia ni interrogantes) entendíamos que River estaba perdido hacíamos lo mismo.
Tocó algo distinto: no había que volver a finales de Copas LIbertadores sino agarrarse de algo que nos permitiera salir de una impronta fracasada. Nuestro “en las malas” no fue solo un sinónimo de aguante, sino una identidad: River no era más que un tobogán sin fin y nosotros necesitábamos ser algo. Eso me llevó a aplaudir a Alexis Ferrero y a pensar, como sigo pensando, que el 1 a 0 contra Instituto con gol de Trezeguet fue uno de los mejores partidos de mi vida como hincha.
No creo que mi club tenga singularidades que otros no: pasa en todos los equipos. Lógicamente con más o menos chicana, de una u otra forma, pero pasa.
La mejor faceta del hincha es esa: pensar que uno puede hacer algo irreal para transformar la realidad. Intervenir. Cambiar el rumbo de los acontecimientos. Si los nuevos jóvenes trajeron a River no lo sé. Si nosotros logramos que River sea algo en un momento en el que merodeaba los no lugares permanentes, tampoco.
Solo sé que ser hincha es más lindo que ayer y menos que mañana.
Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez
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