La participación de Boca en el Mundial de Clubes terminó de la peor manera con un empate contra el Auckland City, un equipo semi amateur. Otra noche negra para el pasado reciente del Xeneize que viene de ilusiones cortas y golpes duros. Escribe Juan Stanisci.

Boca supo ponerse a la altura de cada uno de sus rivales. Con Benfica y Bayern equiparó para arriba. Con Auckland jugó a la altura de un equipo semiamateur de Nueva Zelanda. Parejito. Ni aunque Bayern Munich hubiera goleado a Benfica le alcanzaba: no pudo ganarle a un equipo de laburantes. La versión proletaria del Inter Miami.

Boca vive el mismo ciclo desde hace tiempo. Su día de la marmota con trompetas, cumbia y etoeboke. Ilusionar (en un partido, un mercado de pases, una jugada) para terminar entre puteadas. Después de dar la impresión de empezar a construir algo distinto a lo que se había dejado en Buenos Aires, Boca vuelve al punto en el que estaba. Hoy tenía la chance de, al menos, ganar un partido del grupo. Pero no, se va con dos puntos, sin triunfos y con saldo negativo en los goles.

Quedará el recuerdo de la corrida de Merentiel y el gol a Neuer. Tiene gusto a poco. Es cierto que este Boca es una caricatura dibujada por un niño de prescolar respecto de su historia. Es cierto que nadie soñaba más allá de los octavos de final. Pero, después de dar la cara en los partidos más complejos, irse con un empate recibiendo un gol de un docente de secundaria, parece una joda.

Si el hincha no fuera hincha -por definición propia un tipo que vive, actúa y se ilusiona casi sin contexto-, podría ser el personaje de “Uno”, el tango de Enrique Santos Discépolo y Mariano Mores. Un tipo de ilusiones rotas, cansado de poner en juego su corazón para que le terminen viendo la cara.

Algún día Román tendrá que hacer aquello que mejor sabe: parar la pelota. Pero ese día parece cada vez más lejano. Le quedó corto el Mundial de Clubes a Boca. Ahora será cuestión de esperar a ver si viene Paredes, Dybala, Pogba o el trending topic de turno. Da la sensación de que con eso no alcanza. Que pasan los años, jugadores y también campeonatos pero el resultado es el mismo. Uno maldito que se roba toda ilusión.

Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci

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