Ya van cinco partidos que tuvieron que ser suspendidos un tiempo por truenos y posibilidad de tormenta eléctrica. Una circunstancia que modifica desarrollos pero no se puede preveer. El miedo que ocurra lo mismo en el mundial de selecciones del año que viene. Escribe Lucas Jiménez.
Organizar un torneo en Estados Unidos entre junio y julio es llevar un evento a la época del año de las tormentas eléctricas. El Servicio Meteorológico de ese país tiene un estricto protocolo confeccionado para partidos al aire libre.
Los estadios cuentan con radares que detectan truenos a kilómetros de distancia. Si suenan, el partido debe suspenderse instantáneamente. Los jugadores se tienen que ir del campo de juego y los espectadores de las tribunas. Después del último trueno hay que dejar pasar media hora para la reanudación. Ya pasó 5 veces en el Mundial de Clubes. Poco en cantidad, mucho en lo que modifica el ritmo del partido. Por ejemplo, al Auckland City lo perjudicó contra Benfica ya que venía de aguantar 45 minutos con el arco en cero y el parate les vino justo después del primer gol. Cuando volvieron después de una hora y media les metieron 5 más. Contra Boca recién acababan de empatar el partido y se fueron a descansar con la confianza en alza. Volvieron con un rival ya eliminado tratando de meterle un gol por el honor.
Tres de los encuentros suspendidos fueron en ciudades costeras y todos entre las 13 y las 20, horario que se aconseja no disputar partidos ya que hay más chances de tormentas eléctricas. Por la acumulación de partidos, esto no se puede respetar en torneos que duran un mes. Lo mismo pasará el año que viene con el mundial de selecciones, excepto que se modifiquen algunas sedes para tratar de reducir este problema. El clima puede ser un jugador inesperado que salte a la cancha a modificar un desarrollo.
Otra cuestión a revisar es los parates para tomar agua. En River-Monterrey frenaron con 20 grados de temperatura. Los suplentes de los equipos alemanes Borussia Dortmund y Bayern Munich vieron un partido desde el vestuario en protesta por el calor, cuando hacía 30 grados. Una cosa es quejarse del césped si no está en condiciones y otra la exageración por cualquier cosa. El Mundial de Clubes ya tiene un problema natural contra el que no puede lidiar para tener que sumarle uno artificial.
Lucas Jiménez
Twitter: @lucasjimenez88
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