Le debe el nombre a sus dos abuelos: José y Emir. Nunca le gustó el fútbol. Lo utilizó para poder cumplir su sueño de vivir en el campo. Quería ser ingeniero agrónomo cuando abandonó su Durazno natal para empezar su carrera en Defensor Sporting. Antes, por más que jugaba en un equipo amateur del interior, había estado en la sub 20 de Uruguay.
Tres veces colgó los botines. La primera fue a los 24 años. Estaba pescando en una laguna y Julio Ribas, DT de Sudamérica, lo mandó a llamar. Fue a buscar un 9 pescador y se encontró con un avión que corría todos los pelotazos que le tiraban. Juntos devolvieron al equipo a la A en Uruguay. Lo mismo hizo con su primer club en el fútbol argentino, Huracán de Corrientes, metiendo tres goles en la final.
Después vinieron Newell’s, Belgrano, Banfield y siguió metiendo los tantos por los que los goleadores se vuelven inolvidables: los que ganan clásicos, los que cumplen objetivos. Disfrutaba los de cabeza porque aprendió a cabecear de grande, de chico había tenido un duro golpe que lo dejó con miedo. Tenía un despegue en el salto que era único.
Arrancó siendo arquero en baby. En México se dio el gusto de jugar con la 1 y atajar un rato un partido. Después de eso se retiró por segunda vez. Estuvo casi un año parado. Lo llamó el Gordo Garisto para que lo ayudara a hacer en Instituto lo que habían logrado en Banfield: salvar del descenso a un equipo casi condenado. Llegó y dijo que era hincha de Belgrano. Lo putearon todo el torneo hasta que metió los goles para la permanencia.
La última vez se retiró definitivamente. Se fue a su estancia y no volvió a tocar una pelota. Se sigue tiñiendo el pelo. Hoy se levanta a criar ovejas a la hora que antes se acostaba. Muchas noches, buenas gracias. Se enteraba en el micro rumbo al estadio contra quien jugaban ese día. Sólo sabía lo más valioso y básico de este deporte: que hay una pelota dando vueltas y hay que meterla adentro del arco.
Cuando Bilardo era técnico de Boca estaba buscando un delantero que hiciera goles. El Doctor le preguntó a Gloria, su esposa, que le respondió: “traé a Lujambio”.
Lucas Jiménez
Twitter: @lucasjimenez88
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