¿La falta de goles es natural o el nuestro fútbol está engualichado? ¿Hay alguien detrás de la sequía en las redes? Un cuento sobre la fecha del fútbol argentino con menos goles de la historia. Escribe Juan Stanisci.
La primera información que se filtró desconcertó a todos: la hipótesis decía que los goles habían desaparecido por arte de magia. Magia negra y antifútbol. Una o varias personas estarían detrás de los sucesivos empates cero a cero. Las preguntas aparecieron como rayos: ¿Los magos estarían en la cancha o podrían trabajar a través de la televisión? Si trabajaban desde la cancha debían ser varios, a menos que también pudiera teletransportarse de Junín a Santa Fe. Los partidos en simultáneo decantaron la hipótesis hacia dos posibilidades: Era un grupo o la persona trabajaba desde la casa.
Cuando la información se filtró, todos los periodistas que hablan con los hinchas afuera de los estadios hicieron la pregunta obvia: ¿Cree usted que el fútbol argentino está embrujado? Los investigadores seguían todas las transmisiones postpartido con la ilusión de encontrar un sospechoso. Sabían que así también podían descartar que esta gente trabajara desde la cancha e inclinarse por la variante casa. Esta segunda opción estremecía a los investigadores: sería muy difícil encontrar alguna pista por dónde empezar.
A la salida de la cancha de Platense le preguntaron a un hombre canoso sobre la posibilidad de que el fútbol estuviera engualichado. «Pero dejate de joder si son todos unos burros», sentenció. Algo similar se escuchó cerca del Gigante de Arroyito: «Embrujados estarían si jugara bien estos hijos de puta» dijo una señora maquillada y con piluso. En los moviles de todos los canales hacían la misma pregunta. Un notero de canal 8 de Mar del Plata preguntó en la peatonal San Martín a todos los que pasaban. «Este es Tapia que nos quiere hacer creer boludeces cuando los que se roban el fútbol son ellos», comentó alguien.

Los jugadores, creyentes en su mayoría, empezaron a preguntarse qué hacer si era cierto. Maravilla Martínez llevó calma a sus compañeros: él, si era necesario, hablaría con Dios. En la concentración de Boca, cuando empezó a correr la noticia, la mayoría no pudo evitar mirar con esperanza a Edinson Cavani.
Los programas deportivos buscaban las jugadas engualichadas. Pelotas que pegaban en los palos, combas extrañas que desviaban remates, goles errados abajo del arco, arqueros que hacían cosas imposibles. Intentaban encontrar el momento exacto de la brujería, el instante donde la pelota que iba adentro cambiaba su dirección y daba en el palo. No encontraron nada. «Quizas sea el frío», dijo uno ya aburrido al final del informe.
Los investigadores no encontraron sospechosos, salvo por unas viejas que hacían cruces de sal en la cancha de Sarmiento. No era posible que esas doñas hubieran apagado todas las gargantas del fútbol argentino. Además ese había sido de los pocos partidos con goles.
La posibilidad que se materializaba ante los ojos de hinchas, periodistas, futbolistas, dirigentes y técnicos los llenaba de miedo. Si la brujería no existía, entonces ¿Todo había ocurrido con normalidad? La peor pesadilla es esa que parece obra de la fantasía pero termina siendo pura realidad.

A los dos días el tema había pasado. Igualmente, algunos siguieron buscando soluciones. Alguien propuso agrandar los arcos. Otro sacar la ley del offside y ver qué pasaba. Otro darle premios en criptomonedas a los que hicieran goles. En una oficina de AFA, entre el olor a pucho y la luz gris del invierno porteño, la propuesta fue nominal.
-Pongámosle fecha Carlos Salvador Bilardo.
-¿Te parece?.
-Si él decía que el resultado perfecto es el cero a cero, ¿No?
Tronó una risa en la oficina.
-Qué hijo de puta, al final nos criticaban y fue la fecha perfecta.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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