River terminaba el primer tiempo con el objetivo cumplido: prácticamente Paredes no había tocado la pelota. Y Boca, salvo un tiro desde la casa del Chango Zeballos, no le había pateado al arco. En el segundo tiempo, con algún cambio ofensivo y un posible murmullo del público local, podían darse las condiciones para hacer un gol.
Pero ahora falta un minuto y la pelota la tiene Marchesin. A la manera moderna, se le abren los centrales. Leandro Paredes se acerca a la medialuna del área con la palma levantada. El mensaje es claro: esperá. Junto a Di Lollo, Ayrton Costa y Marchesín arman un rombo para que Driussi y Salas la vean pasar. Obligan a los mediocampistas a acercarse a presionar. River se desordena. Paredes junta tres tipos, en total son cinco rivales en la zona, y descarga para Costa que recibe, controla y saca un zurdazo a territorio adversario.
Hay tres de River y dos de Boca. El resto se sabe: Giménez le tira el ascenso encima a Paulo Díaz y el Chango completa un mes perfecto. El partido se abre. Boca arrancaba el segundo tiempo con el objetivo cumplido: ganar y que River rompa la línea de cinco gagueana.
Lo que ha hecho Paredes en Boca se vio pocas veces. Llegar a un equipo anímica, futbolísticamente destruido y transformarlo. Los que jugaban dos puntos ahora juegan seis, los que jugaban seis puntos ahora lo hacen para ocho o nueve. Ayer Di Lollo, Barinaga, Costa, Palacios, Merentiel y Zeballos dieron vuelta la taba. De un año para el olvido a un partido para el recuerdo.
En lo estrictamente futbolístico, cuando Boca dejó de sufrir los segundos tiempos empezó a ganar seguido. La modificación tiene acento vasco. Cuando entra Ander Herrera el equipo descansa con la pelota. Que corra el resto. Herrera encontró su tiempo. Y Boca el recambio que necesitaba.
Con el espíritu noventoso de los papelitos, las bombas de estruendo y un festejo en el alambrado, Boca vuelve a ganar con claridad un clásico después de bastante tiempo. La Bombonera cambió de pedido: del que se vayan todos al quiero La Libertadores. Boca va, con el nombre de Miguelo en los labios, su imagen en las banderas y su legado atravesándolo todo.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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