Hay historias que por alguna razón nos llegan más que otras. Quizás por su épica, quizás por que nos sentimos identificados, Rocky y la selección Argentina en Italia 90 nos siguen emocionando a pesar del paso del tiempo. Escribe Juan Stanisci.
¿Por qué la selección argentina de Italia 90 nos identifica tanto? ¿Por qué nos acordamos tanto de un equipo que fue segundo, el primero de los últimos según su director técnico? ¿Si hubiera llegado más holgado a la final, pero también la hubiera perdido, sería recordado de la misma manera? Preguntas al parecer sin respuesta. Pero podemos trazar un paralelismo con Rocky para intentar arrimarle el bochín a una contestación.
Lo bueno de hablar de la saga de las películas de boxeo más famosas, es que no hay posibilidad de espoilear nada. Todos sabemos cómo termina la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta o las secuelas que vinieron después. Y si no lo sabe le sugiero que vaya ya mismo a buscarlas en internet y luego termine la nota.
Rocky Balboa, un boxeador amateur de los suburbios de Filadelfia, fue protagonizado por el guionista de la película: Sylvester Stallone. Rocky tiene todo lo que tiene que tener una película para grabarse en la memoria y, casualmente, muchas de estas características las comparte con Argentina en Italia 90. Una canción grabada en la memoria popular, la identificación con los personajes secundarios rotos y la esperanza de que todos podemos lograrlo.
Notte Magiche, Gonna fly now
A finales de la década del 80 le encargaron a Georgio Moroder, la realización de la música para el próximo Mundial. Moroder ya había compuesto la canción de los Juegos Olímpicos de Seúl 88. La canción se llamó To be the number one, y es la versión en inglés de lo que luego sería Un’estate italiana. Antes del lanzamiento Moroder consideró que la canción podría pegar más si estaba cantada en el idioma de la que sería la sede del mundial: Italia. Entonces se contactó con Gianna Nannini y Edoardo Bennato. Ambos le cambiaron la letra y, utilizando la misma base de To be the numer one, lograron una canción épica que se terminaría guardando en la memoria de quienes vivieron aquel mundial y de muchas personas que no, pero que aun así la escuchan y se emocionan.
Tanto Rocky como Italia 90 son relatos deportivos con una banda sonora inolvidable. Un’estate italiana es la canción cuyo rif de guitarra reconocemos apenas empieza a sonar. Lo mismo sucede con las trompetas con las que arranca Gonna fly now. Las dos canciones brotan de sangre italiana: Bill Conti, el compositor de la música de Rocky tiene ascendencia italiana; y del lado de Un’estate italiana Giorgio Moroder, Gianna Nannini y Edoardo Bennato son italianos. Tanto Moroder como Conti ganaron un Oscar, Moroder por la música de Top Gun, Conti por Elegidos para la gloria.
Las dos canciones acompañan la épica, tanto de la selección argentina como de la historia de Rocky. Dos relatos de vencidos que aguantan hasta el final.
Gente rota
Feos, sucios y malos, definió Ezequiel Fernández Moores a la selección argentina de Bilardo. La misma descripción podría hacerse de los personajes que rodean a Rocky. A excepción de Adrianne, la compañera del boxeador; Mickey, su entrenador; Paulie, su amigo y hermano de Adrianne; Gazzo, el mafioso para quien trabaja Rocky antes de pelear con Apollo; y hasta Marie, la adolescente a la que Rocky devuelve a su casa en la primera película y vuelve a aparecer ya adulta en la sexta, son la resaca del “sueño americano”. El lado B de los Estados Unidos ganadores. Por eso, a pesar de la dureza de Mickey, como la escena donde la grita que debe retirarse o las tonteras de Paulie, el espectador se identifica o siente simpatía con ellos. Ellos son como nosotros o como alguien a quien podemos conocer.
Rocky trabajaba como cobrador de Gazzo, un prestamista mafioso de los suburbios de Filadelfia. Cuando Apollo Creed se queda sin retador, decide darle una oportunidad de pelear por el título mundial a un desconocido. Para demostrar que “America, is the land of oportunities”¸ o sea, que Estados Unidos es la tierra de las oportunidades. Ese es el argumento que utiliza el productor de la pelea para convencer a Rocky. Y ese termina siendo, aunque quizás de forma subliminal, lo que logra emocionarnos en la película. El tipo normal, que podría ser nuestro vecino, llega hasta lo más alto y resiste contra el campeón mundial. David y Goliat. Cómo Argentina en Italia.

Un equipo que, si bien venía de ser campeón del mundo, no tenía el juego de cuatro años atrás. Desde México 86 hasta Italia 90, Argentina disputó 34 partidos y solo ganó 7. Fernando Signorini, el histórico preparador físico de Diego, afirma que el 10 llegaba en mejores condiciones físicas a Italia que cuatro años antes, pero las lesiones fueron complicando su rendimiento. Primero fue el dedo del pie. Luego el tobillo, más parecido a una pelota de tenis que a una articulación. Por si esto fuera poco, Nery Pumpido, el arquero titular, se rompe la pierna en el segundo partido. Con el correr de las semanas varios jugadores irían sintiendo molestias físicas que los sacarían del equipo o harían que tuvieran que jugar a media máquina.
La selección de Italia 90 es un equipo que no juega, resiste. Y eso, es básicamente lo que hacemos la gran mayoría todos los días. Resistir y tratar de seguir adelante. Como Rocky aguantando rounds a pesar de no poder casi mantenerse en pie o abrir los ojos. “Ni muerto me sacan”, podría ser una frase de Rocky para Mickey en una de sus tantas palizas, pero le pertenece a Diego en el vestuario del partido contra la Unión Soviética. El partido de la segunda Mano de Dios.

A Rocky lo acompañan Mickey, Adrianne y Paulie. A Diego, Pedro Monzón Gustavo Dezotti o Néstor Lorenzo. Argentina, llegaba a disputar una final de un mundial, con un grupo de personajes secundarios.
Tierra de las oportunidades
Cuando Apollo se encuentra sin retador para la pelea, piensa en un boxeador amateur. La idea no pasaba tanto por el espectáculo deportivo, sino por la venta de la pelea ¿Quién iba a perderse un combate entre un amateur y un campeón del mundo? Rocky se preparó para ganarle y estuvo muy cerca de arruinarle el show. Dicen los jugadores del plantel que el Mundial estaba pensado para tener una final europea. Que cuando las semifinales estuvieron definidas lo ideal era que el último partido hubiera sido entre Italia y Alemania. Argentina como Rocky, derribó ese plan. La selección argentina en Italia 90 logró esa clase de milagros que solo se da en las películas.
Por si los lesionados, los malos resultados y las críticas a la selección no bastaran, en octavos de final vino Brasil. La selección quíntuple campeona del mundo jugaba bien y había ganado los tres primeros partidos. Todo presagiaba un futuro negro para la selección argentina.

Los primeros cuarenta y cinco minutos estuvieron a tono con las lecturas previas al partido. Como Rocky que todos los golpes los frena con la cara pero ninguno termina en knockout, los remates de Brasil iban al arco pero terminaban en los palos o en Goycochea. Argentina llegó al entretiempo con el arco en cero pero por obra de la fortuna, no de su juego.
La mayoría de los jugadores no estaba en plenitud física. Eran puro corazón y coraje. Como Rocky que se sabe inferior a Apollo pero lo va a pelear igual. Y también como Rocky pero en la película número cuatro que tiene que viajar a Moscú donde todo el estadio se dedica a silbarlo y abuchearlo. El partido contra Brasil es en Turín, en la cancha de la Juventus, el equipo rico al que el Napoli de Maradona puso en jaque los últimos años de la década del 80. Argentina jugaba contra sí misma, contra Brasil y contra el público italiano.

La primera pelea contra Apollo termina con Rocky resistiendo todos los rounds, pero perdiendo por puntos. La segunda película es sobre la revancha. Apollo lo provoca pero Rocky no quiere volver a pelear. Finalmente la necesidad económica lleva al Semental Italiano (The Italian Stallion) a aceptar la revancha. Para esta pelea, Mickey le enseñó a Rocky a pelear como diestro. Así guardar su potente zurda para el final. Antes de subir al ring le dijo que pelee con la derecha hasta que él le diga. Rocky resistió todos los rounds nuevamente, hasta que en el último Mickey le grita que empiece a usar la izquierda. El gancho izquierdo de Rocky en el último round, es el gol de Caniggia a Brasil faltando 9 minutos. Cuando el equipo parece no dar más, Maradona se enciende y apila jugadores en la mitad de cancha. Junta a tres y descarga para Caniggia que hace uno de los goles más importantes de la selección argentina en mundiales.
Llegar al corazón
Rocky y la Selección Argentina del 90 se tatuaron en la memoria popular. Con sus historias de rotos, desclasados y la sensación de ser la representación de quienes llegan a lugares que no les corresponde en base al esfuerzo. Tanto el boxeador como el equipo de fútbol, alcanzan la cima que no les estaba destinada. Y eso genera más identificación que las mejores victorias. Sin ir más lejos, se recuerda con más nostalgia , la selección del 90 que la del 2014. Dicen que a la del 2014 le faltó épica. Quizás el tema no pasa por qué le faltó a la selección, sino cuáles son las historias que nos emocionan.
Juan Stanisci
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