En el medio de la crisis económica del 2001, Diego Maradona jugó su partido homenaje. Lo que fue un adiós para el Diez, fue una oportunidad para otrxs. La historia de una pareja argentina que estudiaba en Cuba por esos años con la recordada casaca del partido despedida. Escribe Federico Cavalli.
Esteban era un argentino que estudiaba medicina en Cuba desde 1999. Hijo de trabajadores, todo le costaba mucho. Económicamente no le sobraba nada. Él y su compañera vivían con lo que los cubanos les pagan por realizar sus estudios. Si allá la cosa estaba difícil, el problema crecía cuando desde acá no le podían tirar una soga, mandarle guita para que no la sufra tanto.
Con lo que cobraban vivían justos. Podían venir al país en el verano, una vez al año. Pero las cosas en ese 2001 estaban tan difíciles que habían olvidado la idea de hacerlo en 2002. No era el momento de viajar, incluso desechando la idea de llegar para ver el final del campeonato argentino que tenía a Racing, el club del cual Esteban es hincha, puntero y en racha para romper el maleficio de los 35 años sin salir campeón.
Hasta que llegó el homenaje a Diego. El sábado 10 de noviembre de 2001 la Bombonera repleta esperaba al ídolo argentino. Muchos invitados estrella, como Stoichkov, Valderrama, Suker, Solano, Francescoli, Ferrara, Higuita, entre otros. En el palco estaba el Rey Pelé, que por esos años mostraba una mejoría en la relación con el diez argento.
Diego jugó para la Selección, que en ese momento estaba clasificada para el mundial 2002 y transitaba cómodamente puntera la eliminatoria. Dos días antes habían ganado en el Monumental 2 a 0 contra Perú y en cuatro días jugaban con Uruguay la última fecha. Un equipazo dirigido por Marcelo Bielsa, con Crespo, Piojo, Verón, Burgos, Ayala… ¡y Diego! Fue una tarde redonda y emotiva que cerró con la recordada frase “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha” que lazó el diez ante su pueblo.

El detalle de esta historia está en la camiseta que ese día usó la Selección. Si bien era muy parecida al modelo Reebok que había usado en los partidos de eliminatorias y amistosos (unos meses antes se había roto el contrato y Adidas volvió a vestir a la AFA), la camiseta FILA tuvo algunas cositas agregadas para la ocasión. Por ejemplo: la frase “Homenaje a Diego Maradona” en la parte baja trasera, los costados azules como la que usaba Boca en ese momento, la firma del diez del lado izquierdo del pecho, un cuello más cerrado, el número diez abajo del cuello y la icónica imagen de Diego controlando la pelota con la rodilla en el centro del pecho.

Si bien hubo venta oficial, explotó en las ferias de los barrios (al igual que la del equipo de las estrellas con la diez de Román). Los amigos de Esteban se la mandaron de regalo unas semanas después. Era la admiración de sus compañeros argentinos y de los cubanos, que habían tenido a Diego recuperándose de sus adicciones en Cuba hasta ese año. Pero los que se volvieron locos fueron los estudiantes sudafricanos.
Varios se le acercaron para querer comprar la camiseta y Esteban los despachaba amablemente. Hasta que les preguntó cuánto pagarían. “40 dólares” le ofreció uno. Sus amigos la habían comprado por 10 pesos/dólares. En ese momento se le prendió la lamparita. Llamó a los amigos y les dijo que junten plata y compren la mayor cantidad de camisetas de Diego en el homenaje que puedan, que él iba a devolver la plata cuando viaje. Así fue como a las semanas le llegó una encomienda con 30 camisetas. Las vendió enseguida a módicos 40 dólares. Con esa plata fue directo a sacar pasajes para él y su compañera. Ese verano de 2002 viajaron gracias al Diez.
Cuando llegó, devolvió la plata y compró 70 más. Al regresar a Cuba, ya no sólo lo esperaban los sudafricanos, sino que argentinos y cubanos se habían sumado a comprar la camiseta. Con la plata que recaudó vivieron con su compañera todo el año tranquilos y compraron los pasajes para volver en el verano 2003.

Es conocido el cariño que nos tienen los cubanos a los argentinos y argentinas, por el Che Guevara, por Diego y también por Messi. El pueblo de la isla salió a festejar el 18 de diciembre de 2022 cuando Montiel de un disparo nos trajo la alegría dorada. Al amor por el recuerdo de Maradona jugando al golf en su tierra se le sumó el empuje por querer que Lio gane un mundial. Cuentan los que estuvieron ahí que ese día hubo gente que festejó con una remera argentina comprada en una feria del conurbano 21 años atrás, la del homenaje al Diez. Y que a nadie le llamó la atención.
Federico Cavalli
Twitter: @willycavalli
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