Hoy 31 de enero cumple años Julián Álvarez. Héroe de calchín. Campeón de todo lo que se cruzó en la carrera. La araña que pica. Escribe Santiago Núñez.

Parece que la está por perder pero pasa. Gambetea. El rival queda detrás y mira el número. Es más rápido que el tiempo. Lo frena. Sobrepasa al espacio, ese que a veces cierra puertas que el crack abre. La imagen se repite una y mil veces. Los recuerdos más gratos terminan en gol. Porque Julián Álvarez es ese que rompe el molde de la cronología habitual, la velocidad corriente y las superficies comunes. Pero también es gol. Siempre gol.

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Al delantero le dicen “Araña” porque, cuando jugaba en Calchín (su lugar natal), dominaba tan bien la pelota que quienes lo veían consideraban que tenía más de dos piernas. Con el manto sagrado demostró rápido que los rumores de pueblo tienen mucho de verdad.

Su carrera combina como pocas la elegancia, la eficacia, la visión de juego, el nivel competitivo, la ambición y la velocidad. Su andar de cuerpo imparable contiene algunas de las mejores características necesarias para el fútbol corriente. Gambetea con la precisión de un extremo clásico. Rebota, tira diagonales y hace goles como un delantero neto. Su precisión de balón hace que sus pases y sus remates encuentren lugar en ángulos dificultosos, por momentos casi imposibles. Siempre lastima.

TEXTO PUBLICADO EN EL LIBRO ILUSIÓN ETERNA, CONSEGUILO ACÁ.

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La altura entre el pupitre y el respaldo del asiento es ideal. El celular acostado se oculta de manera perfecta. La clase, si arrancó, nadie la vio. La pantalla muestra un escenario a 11.510 kilómetros de distancia. Semifinales de Champions League. Tres de mayo de dos mil dieciséis. Hay un pelado llamado Pep. Fútbol del bueno.

El colegio lo terminará con el fútbol. Ya en inferiores mostraba una calidad imparable y al año siguiente empezaría a coquetear con la Primera División. Terminaría el secundario en la que se convertiría en su casa, lejos del colegio IPEM 284 Sarmiento de Calchín (Córdoba), donde lo inició. Varios le harán chistes: “Se fue de viaje de egresados a Madrid”, en alusión a la final de la Copa Libertadores 2018. 

Entre mochilas y pizarrones del Instituto River Plate empezará a morigerar ansiedades para transformarlas en un pique corto abrumador, impactante, con una capacidad de remate no solamente preciso y contundente, sino, también, sorpresivo. Gambeta corta, hábil, capacidad de cambiar las dinámicas cotidianas del tiempo y el espacio. Todo mientras usa uniforme y combina sus resultados entre partidos y campeonatos ganados o perdidos y las notas de un boletín.

Desde el aula le mostrará al mundo su lugar. Participará, con dos meses en Primera División, de uno de los goles más importantes de la historia de River.

Casi un año después, convertirá él mismo en una final en Mendoza. El distanciamiento no lo molestará: será figura post pandemia, se convertirá en ícono, saldrá campeón de América en el Maracaná, lo comprarán de Europa, jugará en la Premier League, hará goles allí y en Champions, la mandará a guardar cuatro veces en un Mundial, que ganará, y saldrá en el 7° puesto al premio The Best. Todo en siete calendarios tachados y con sólo 23 años. Egresado de gloria. 

El de la pantalla es Guardiola, el mismo que un tiempo después le dará indicaciones y dirá que está feliz de haberlo contratado. El pibe no sabe nada. Quizás intuye, pero no adivina su futuro. Llegan los que sueñan. 

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Corre. Corre como los pibes. Sonríe. Sonríe con el deseo que tuvo de ser como varios y el anhelo que millones tienen hoy de ser como él. Se ríe porque se divierte pero más porque hace divertir: la felicidad, la verdadera, es colectiva. 

A otra «araña» se lo dijo el Tío Ben: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». No lo achica la Primera, la Copa, la Premier, la Champions. Tampoco, se ve, el Mundial, ni la titularidad, ni la posibilidad de llegar a la final de Qatar 2022

Julián corre y se va. Croacia no lo ve. No volverá jamás a ser aquel que, en una semifinal del mundo, decidió arrancar.

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Está pero también llega. Presiona. Se tira atrás y llega adelante. Va a los costados. Encara por el centro. Llega al punto del penal, al área chica y a “tres cuartos”. Impredecible, intransigente, con el plus del amor propio y la mentalidad ganadora. Fuera de toda escala, Julián no sólo es completo, sino que se adapta a todos los lugares.

Luego de hacerle dos goles a Boca en un clásico, en 2021, el Club Atlético Calchín, lugar que vio nacer y le entregó al mundo al goleador, le dedicó una carta. El final del escrito es elocuente. “La duda que a mi hoy me pone la piel de gallina es: ¿Cuántos niños en cada jardín de infantes del país, de hoy en adelante, saldrán corriendo al patio soñando ser Julián Álvarez?”.

Santiago Nuñez
Twitter: @santinunez

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