Marco Ruben, como José Sand en Lanús, se pone la camiseta de Rosario Central y se transforma. Anoche volvió, como no podía ser de otra forma, con un gol en el último minuto, para delirio del pueblo canalla. Escribe Santiago Núñez.

No hay ningún argumento racional para pensar en Marco Ruben como un buen refuerzo. No lo hay. El oriundo de Fray Luis Beltran estuvo 18 meses inactivo entre mayo del 2022 y noviembre del 23 y se reincorporó a la actividad profesional hace tan solo medio año en Deportivo Maldonado, con tres goles en trece partidos.

El nombre, no obstante, es ilusión, en tanto quiere decir otra cosa. En Arroyito, Marco Ruben no es solamente Marco Ruben: es una mezcla de gol y canalla, de tanto con academia, de fútbol con río Paraná. Ruben no es Ruben cuando tiene los colores que hicieron de él lo que es.

Hay jugadores que se transforman. Pero, sobre todo, hay camisetas que transforman jugadores. Ruben podría jugar en la Kings League o en cualquier certamen de balompié senior no profesional. Pero no: ingresa en su vuelta con un gol en Primera División, como siempre. Como si el tiempo no pasara. No hay dotes futbolísticos que valgan.

Aldo Poy se hizo grande en Central por uno de los 67 goles que convirtió en los 313 partidos que disputó con el club rosarino. Un gol de “palomita”, en blanco y negro, por la semifinal del Torneo Nacional 1971, contra Newell´s en cancha de River. La escena fue inmortalizada por Fontanarrosa.

Poy es él por ese gol. Que no se entienda como un menosprecio a la individualidad: ser por un colectivo es igual o más válido. Es héroe por uno y por otros.

Alguna vez el periodista Andrés Burgo calificó a Marcelo Gallardo como “Labruna en colores”, A Ruben le pasa algo así. Es como Aldo por con mejor TV: Poy en colores. Su vuelta, no obstante, no puede entenderse por el contenido Big Data de la era digital: no hay algoritmo para el amor.

Marco Ruben retoma su novela. Ahora sólo necesitamos un Fontanarrosa que la haga cuento.

Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez

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