El país de las hamburguesas y la dictadura del entretenimiento. La poesía beat. Bob Dylan, Ford y Rocky. Las armas compradas en un Walmart. Estados Unidos es también un territorio doloroso para nuestra selección. Las piernas cortadas al Diego y la renuncia de Lionel en el estadio Metlife, de Nueva Jersey. Las venas abiertas de Argentina.

La Scaloneta ya ganó en el Maracaná, en Wembley y tuvo revancha contra Francia. Vencer en el país de Mickey Mouse y Henry Kissinger fue vengar la memoria de Diego. Lo sentimos Colombia, no era con ustedes. Es una revancha con nuestra propia historia tanguera y cruel.

En el muelle de Santa Mónica, en Los Ángeles, California, están izadas las banderas de los países que alguna vez fueron dueños de ese territorio. Una de ellas es la argentina. Sí, alguna vez plantamos nuestra insignia en Estados Unidos. Fue en noviembre de 1818. El buque La Argentina comandado por Hipólito Bouchard arribó a California, todavía en poder español. Bouchard se había embarcado con el objetivo de liquidar españoles por los siete mares. A donde vayan los iremos a buscar. Los persiguió por Ciudad del Cabo, Madagascar, Filipinas y Hawái. Así llegó a California donde la bandera argentina flameó durante seis días.

Con el capitán Lionel Messi a la cabeza, La Scaloneta volvió a conquistar una porción de Estados Unidos. Fue en la ciudad que, a veces, se parece más a una provincia nuestra que propiedad yanqui. Es cierto que Colombia pareció local, pero no hay que olvidar que Maiame es la tierra de otro comandante, de Ricardo Fort. El lugar elegido por el capitán para sus últimos años de carrera. El único punto del mundo, por fuera de Mar del Plata, donde se consiguen churros de Manolo.

Del otro lado estaba la alegría colombiana. La vida es eso que pasa mientras se baila. Lionel Scaloni no solo copió la gesta de Bouchard sino también sus palabras. Antes del último asedio al fuerte de California dijo: “Yo formé en este momento el designio de acabar con su alegría”.

Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci

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