Toca ver fútbol un martes a las 18.45. Juega Newell’s Old Boys contra Independiente Rivadavia. Viajar a Rosario se hace más difícil un día de semana. Por suerte está Pelota libre. Porque Fútbol Libre, que tantas alegrías gratis nos dio, ya sabemos: fue dado de baja y su supuesto creador, apresado en un mega operativo. Ezequiel Ponce quedó libre (¿Cómo el fútbol y la pelota?) por falta de mérito. Dijo frente a las cámaras: «Lo hacía para que la gente pueda ver los partidos».
La tarde se nubla enseguida. Salen los equipos a la cancha y Sebastián Villa posa con el resto de su equipo. Claro, recuerdo, la fecha pasada fue su tan mentado «regreso al fútbol argentino».
Declaró entonces: «Maduré. Estoy tratando de hacer las cosas bien adentro y afuera de la cancha».
Recuerdo, también, el video de Pedro Brieger, quien mira a cámara y se arrepiente de sus pecados de su pasado para librarse de las denuncias de acoso y abuso a más de veinte mujeres.
¿Y dónde están las feministas? Preguntan por aquí y por allá cada vez que se vulnera el derecho de alguna mujer o cuerpo femininizado. Nosotras, mientras seguimos revisando nuestras prácticas, hablamos de punitivismo y de alternativas. ¿Dónde están los aliados?, podríamos preguntar. ¿Dónde los jugadores de fútbol? ¿Dónde los periodistas deportivos?
Cada reseña de su debut menciona que «las polémicas por su llegada» quedaron atrás por su rendimiento en la cancha. Las polémicas: una condena de dos años y un mes de prisión por violencia de género contra su expareja. Y una segunda acusación por abuso sexual con acceso carnal de otra mujer, en un juicio que fue suspendido en abril pasado, por lo que se espera nueva fecha.
Villa juega en Mendoza. La misma provincia que armó un operativo conjunto con la Policía Federal para detener en su modesto domicilio a Ponce y llevarlo esposado.
¿Dónde está la justicia?, ya que estamos filosóficas. ¿Dónde la vara que mide la consecuencia de los actos?
¿En qué lugar de trabajo toman a personas con condenas, aunque sean excarcelables?, ¿Qué mantero está queda exento de palazos policiales, arrestos violentos y secuestro de su -poca y única- mercadería? ¿Cómo se mide la responsabilidad de las dos personas que siguen presas desde la votación de la Ley de Bases, uno de ellos en situación de calle?
Mientras, Villa juega su partido, hace bailecitos celebratorios y recibe el silencio y las loas de los micrófonos de turno.
¿Y dónde están las feministas?, dirán mañana, cuando el puñado (muy minoritario) de mujeres periodistas deportivas se cansen de hablar de los temas que, en definitiva, parecen no ser parte de las preocupaciones de este mundo.
Acá estamos, igual, porque amamos el fútbol, pero seguiremos dando batalla contra los molinos de viento.
Nadia Fink
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