Hace un mes se estrenó en Netflix la serie Ángel Di Maria: Romper la pared. Allí aparece como un hecho recurrente las críticas a Fideo, referenciadas en la figura de Toti Pasman. Nos sirve para pensar como nos referimos a futbolistas o Dts con el certificado en la frente de Ganador o Perdedor. Escribe Fabián Spina.
El amor-odio de un hincha futbolero tiene mil razones y matices. A veces lo marca la constancia, a veces el movimiento pendular, a veces las contradicciones. A veces, simplemente el contagio. “Pertenecer a la masa, quita responsabilidad de pensar por uno mismo” decía Aldous Huxley.
Ese amor u odio siempre contuvo como ingrediente el hecho de ganar o perder. Pero últimamente, quizá desde que habitamos el siglo XXI, ganar o perder finales extiende una especie de certificado absoluto de Ganador o Perdedor. Dejan de intervenir los matices, los modos, las formas, e incluso los análisis, todo parece converger a una lógica binaria, resultadista a rajatabla. Si ganás, sos crack, genio, héroe, noble, de temperamento inquebrantable y a la altura de cualquier circunstancia. Si perdés, sos casi un imbécil, apático, inútil, vende humo, y no das la talla.
El certificado de Ganador o Perdedor, es una especie de sello que se coloca en la frente de todo futbolista, o DT, que atraviesa una circunstancia definitoria, y a partir de allí, toda reflexión, observación, o crónica sobre su desempeño, estará impregnada de lo que indica aquel certificado binario.
Puse como variación de esa percepción seguida de sentencia la entrada al siglo XXI como una referencia aproximada. En el caso de la Selección Argentina el cambio de paradigma en las opiniones es claro: Caniggia y Goycochea, fueron y son los “Subcampeones del Mundo” de Italia 1990. Sin embargo Mascherano, Higuaín, Di María, Messi, son los “Perdedores pecho frío” de Brasil 2014 y de las Copas Américas con Chile.
En los casos de Leo y Fideo, fueron eso hasta que, la magia o una alteración en la matrix, los hizo levantar la Copa América 2021, y permitió un cambio extraordinario en el certificado.
Las opiniones en base al sello en la frente, van más allá del campo de juego. La amistad y el buen grupo humano de la Scaloneta “ayudó al logro deportivo”. En 2014, 2015, 2016 “el club de amigos” era “la camarilla que resta”.
Dicho certificado además, predispone los deseos auditivos de las multitudes, es decir, los medios masivos, sobre todo deportivos, que de por sí suelen generar contenidos muy calculados y ajustados a lo que el gran público quiere escuchar, se cimientan en la cuestión binaria. Del que tiene certificado de Ganador, al público le agrada escuchar piropos, por lo tanto se lo alaba hasta el cansancio; por supuesto sobre el Perdedor el morbo genera sed de sangre, por ende se lo defenestra, sin piedad, sin escrúpulos, sin escaparle al rigor porno.
El acting pseudo gracioso de Juan Carlos “Toti” Pasman arrodillado pidiéndole a Scaloni que saque a Di María de la Selección, no fue un hecho aislado, ni siquiera creo que haya sido una opinión personal demasiado craneada. Simplemente fue decir lo que la gente quería escuchar. En momentos donde Di María ostentaba certificado de loser, Pasman hizo lo de siempre: tirar nafta al fuego mediático del espectador promedio. Fue decir lo que la mayoría deseaba que se dijera. Sin planteos éticos ni pretensiones de justicia, sólo inercia superficial.

En general esas actitudes pasan de largo, se olvidan, son el mecanismo ideal para la supervivencia de ese periodismo sistematizado en sobrevivir, sin compromisos y sin costos. Muy pocas veces sale mal. Aunque a Pasman, Liberman, y otros tantos, evidentemente, les salió mal, porque no nos olvidamos, ni olvidaremos.
Pero lógicamente hay otra cara de la moneda binaria. O sea, los Ganadores.
En repetidas oportunidades se compara a Marcelo Gallardo con Carlos Bianchi, por sus logros. No voy a inmolarme en ese trillado e inconducente camino de la comparación, solo me resulta curioso lo que sucede con la observación y las opiniones alrededor del trabajo de Gallardo, y me trae muchos recuerdos del jurado mediático evaluador de Bianchi.
El certificado de ambos, por supuesto, es de Ganador, y eso los convierte irremediablemente en seres blindados. Da la sensación que para el relato mediático, es imposible la existencia de errores en el accionar de alguien con certificado de triunfo. Y es ilimitada la glorificación de todo acierto.
Para los profesionales de la opinión, los Ganadores nunca se equivocan. Y si de su lado algo no sucedió bien, probablemente la responsabilidad apuntará a otro, o el silencio será el mejor camino para describir los eventuales desaciertos.
Esos comportamientos con tinte conservador de los críticos no tan críticos, ¿se explican en un delicado temor a ser juzgados? O sea, al periodista tal, que osara decir que Marcelo Gallardo cometió algún error ¿le contaríamos minuciosamente las costillas? Quizás.
Lo cierto es que, a las grandes multitudes, no les agrada que se critique a los semidioses con certificado triunfalista… Y entonces ¿saben qué sucede? Pues no se los critica.
Fabián Spina
Twitter: @fabspina10
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