El buffet de la vieja cancha de Argentinos Juniors era un quilombo. Poco espacio, mucha gente. Por lo menos más de lo normal. Nicha Sainz, ayer jugador y hoy buffetero, parecía un pulpo. Un café para acá. Un sanguche de salame para allá. Bebidas para aquellos de allá.

– Che ojalá que este pibe no debute nunca, así se llena siempre así. Me cambio el auto en dos meses –le dijo Nicha a uno de los parroquianos de cada partido.

– ¿Qué querés que te diga? Yo no lo pongo. Lo van a quemar al pibe – se escuchó desde una mesa.

– ¿Cómo no lo vas a poner? ¿Si no es ahora cuándo? – le retrucaron.

El buffet parecía una asamblea. A los gritos discutían si el pibe debía debutar o no. Como una percusión, de fondo, sonaban los vasos golpeando las mesas o las tazas apoyándose en los platos.

– Si esto va a ser así cada vez que juegue el pibe este, yo me hago socio de otro club ¿Por qué me tengo que bancar todo este quilombo? – se quejó uno en voz alta, mientras aguantaba su lugar en el mostrador a base de codazos.

– Parece que vinieron varios de El Gráfico, de Clarín. Yo no sé que se piensan. Tiene quince años el pibe.

– Pero vos lo viste. No haciendo las pavadas esas en los entretiempos. Lo viste jugar.

– Sí, pero no es lo mismo ¿A cuántos vimos romperla en la reserva y después nada? ¡Qué hacés hermano! – le gritó a un tipo que trataba de pasar entre las mesas y casi le tira el vaso – ¿Querés que te haga upa?

Las pocas mesas estaban llenas. A los costados gente parada hablaba con los que estaban sentados. Mientras otros trataban de caminar. De ir de una punta a la otra.

– Muchachos despabílense. Nicha un café para toda la muchachada. Hay que estar atentos que hoy debuta la joya.

– ¿Está seguro, Próspero?

– Seguro como que voy a ser presidente de Argentinos Juniors.

Como un tic nervioso y coordinado, todos miraban el reloj de la pared cada un minuto. Después recordaban que estaba frenado hacía años.

– Che Nicha ¿Por qué no aprovechás que la estás levantando en pala y cambiás el reloj ese de porquería?

Nicha no contestó. Estaba juntando los restos que quedaban en las mesas. Ya podía moverse con libertad. La mayoría se había ido a buscar un lugar antes de que arrancara el segundo tiempo.

Acomodó unas sillas. Pasó el trapo húmedo y sucio sobre el mostrador húmedo y sucio. Se escuchó el silbatazo. Algún murmullo en la tribuna.

– ¿Y vos me querés decir qué hago acá? –dijo Nicha mirando al reloj – Vos cuidá el boliche que yo me voy a ver al pibe. Después te cuento cómo anduvo.



Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci



Lástima a nadie, maestro necesita tu ayuda para seguir existiendo, suscribite acá:

Deja un comentario