El Mundial de Clubes parece una competición salida de la imaginación de un adolescente trasnochado con una PlayStation. La estación de poder, según Ricardo Iorio. A la manera de los mundiales tradicionales: 32 equipos se dividirán en 8 grupos, pasarán a la siguiente instancia los 2 mejores de cada uno y a partir de ahí la eliminación será directa. Doce europeos, seis sudamericanos, cuatro africanos, cuatro asiáticos, cuatro de Norteamérica y Centroamérica (comparten la CONCACAF), uno de Oceanía y uno para el país anfitrión, Estados Unidos (igual que la última Copa América y el próximo Mundial de selecciones). De esta manera, la FIFA se asegura que, al final de cada temporada de clubes, haya, por lo menos, una copa fuerte bajo su organización. Si pensamos la organización de la vida a partir de los mundiales, solo uno de cada cuatro años no tendrá fútbol en junio y julio. Más claro: en 2025, Mundial de Clubes; en 2026, Mundial de selecciones; en 2027 (por ahora) nada; en 2028 Copa América y Eurocopa; en 2029, Mundial de Clubes; en 2030, Mundial de selecciones. Como una línea recta en matemáticas, la proyección es infinita.
Los futbolistas parecen al borde del desmembramiento. La federación nacional tironea por las ligas, eliminatorias y copas continentales; la confederación por las copas de clubes y de selecciones (Copa América, Libertadores y Sudamericana o Eurocopa, Champions League y Europa League); y la FIFA que quiere un mundial cada dos años más, ahora, el de clubes. Para eso ganan millones, dirá usted y quizás tenga razón. Pero después rezamos cuando uno cae fulminado en el medio de un partido y pedimos que las cámaras no filmen.
Rodri, volante central de la selección española y del Manchester City ganador de Balón de Oro, amenazó hace poco con una huelga en reclamo por la cantidad de partidos que juegan al año. A los pocos días, se rompió los ligamentos de la rodilla, una de las peores lesiones que puede sufrir un jugador. Otros futbolistas se quejaron pero en un tono más bajo. Pep Guardiola y Carlo Ancelotti, técnicos del City y del Real Madrid, declararon contra el mundial. La FIFA los deja hacer, total al final de todo irán igual. El calendario les da algo de razón: 31 de mayo, final de Champions League; del 2 al 10 de junio fecha FIFA con selecciones; 15 de junio comienzo del mundial de clubes. Un Magical Mistery Tour auspiciado por MasterCard y Coca-Cola.

Dentro de dos mil años, quizás, un descendiente de Ridley Scott pueda filmar una secuela de Gladiador con jugadores de fútbol como protagonistas. La idea no es nueva, hace más de treinta años el entrevistador Jesús Quintero le preguntó a Maradona: “Lo que se exige es ser un esclavo, es tratar a los jugadores como gladiadores ¿No?”. Diego respondió que sí y que “por el hecho de haber llegado a ser el número uno, (lo) he querido combatir. Porque sé que a los que vienen atrás mío los tratan como esclavos”. Son millonarios, para eso les pagan, dirán las redes sociales y los programas deportivos. Marcelo Bielsa teorizó sobre el tema hace algunos años, durante un entrenamiento del Olympique Marsella. En una ronda informal les dijo a sus jugadores: “Ser el mejor te quita felicidad, te quita horas con tu mujer, te quita horas con los amigos, te quita fiestas, te quita diversión. Ustedes tiene un problema muy grande: tienen dinero pero no tienen tiempo para disfrutar del dinero que tienen, ni de lo que el dinero te da en términos de felicidad”.
El sorteo del jueves por la tarde, fue transmitido por los dos principales canales deportivos y fue el gran tema de conversación en redes sociales, estaciones de servicio, grupos de amigos, cerveza post partido de fútbol cinco y charlas de ascensor. Que si traemos a tal o cual jugador, que si sacamos un buen resultado contra este equipo. La vida es sueño. No importa que Boca y River hayan tenido su peor año en mucho tiempo, tampoco que partido tras partido los y las hinchas se quejen de los jugadores. Como el vino sin soda de Rodrigo, la ilusión puede más.
En plena discusión sobre las Sociedades Anónimas Deportivas en Argentina, Boca y River son una rareza en el Mundial de Clubes. Son dos de los nueve clubes que no son empresas de los treinta y dos que disputarán el torneo. A excepción de Real Madrid, Bayern Munich (un modelo mixto), Flamengo, Fluminense, Palmeiras, Wydad Casablanca y Esperance de Tunis, los otros equipos son de grupos empresarios. Dos de los tres clubes mexicanos comparten dueño: León y Pachuca son del Grupo Pachuca. El estatuto del Mundial de Clubes no permite la multipropiedad, es decir que dos o más equipos tengan el mismo dueño. Como si fuera el fondo de comercio de un kiosco de barrio, el presidente del Grupo Pachuca ya anunció que el León está a la venta, así podrá disputar el Mundial.
Dentro de poco más de seis meses, el Inter Miami de Lionel Messi estará debutando contra el Al Ahly de Egipto, en el Hard Rock Stadium. Rockanroll y fiebre, van de la mano los dos. Millones de espectadores estaremos frente a las pantallas, esperando goles y batacazos. El fútbol es, entre tantísimas cosas, una especie de prisma. Según la RAE, el prisma es un objeto “triangular de cristal, que se usa para producir la reflexión, la refracción y la descomposición de la luz”. Como en la tapa de The dark side of the moon de Pink Floyd, por un lado ingresa la luz y por el otro se proyecta un arcoíris en miniatura. El fútbol es un prisma al que por un lado ingresan los sueños y por el otro sale plata. Mucha plata. Millones y millones de dólares. La FIFA, personificado en el calvo Gianni Infantino, posee el producto perfecto: el que nadie necesita pero todos quieren consumir.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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