La historia de Emiliano Sala, entre el recuerdo y el deseo. Tantos que hubiera pasado sí como se puedan imaginar. Un texto del libro Crónicas de amor, locura y muerte. Escribe Santiago Núñez.

Cuando cuelga el teléfono ya no queda otra cosa que caminar al futuro. Viene teniendo conversaciones parecidas desde hace medio año. La valija no se hace sola pero su armado permite darle rosca a las ideas. Piensa, piensa, piensa. Lo espera la liga más importante del mundo.

El plan es rápido. Ir a Gales, terminar los papeles, volver a Nantes, saludar, y viajar nuevamente para ya quedarse a vivir en suelo británico. Hace la primera revisión médica. Conoce el Cardiff City Stadium y a varios de sus compañeros. Su mundo está por cambiar porque lo mejor está por venir. Se pone a hablar con Neil Warnock, que cariñosamente y por olvido, lo llama “Emile”. Retorna a Francia, ya por última vez. 

Una historia deseable, a veces, no es menos verdadera que una real. 

Crecer

Un documental francés sin traducción en una localidad argentina de 2770 habitantes. Las cámaras del canal “J+1” pasan por las calles de Progreso, Santa Fe, porque de Progreso, Santa Fe, es Emiliano Sala, lo que indica que el jugador de Progreso, Santa Fe, es importante para los franceses. Por eso ni traducen: es para ellos. 

Las voces en castellano rememoran al Sala joven. “El recuerdo de él es que siempre fue un chico distinto, de mucha potencia, de una actitud física importante”, Daniel Ribiero, presidente del Club San Martín de Progreso, lugar en el que Emiliano empezó su trayecto en el fútbol y se destacó en la Liga Esperancina. 

Gino Zenclusen, amigo de la infancia, recuerda su  “velocidad increíble”. También el sufrimiento de tenerlo enfrente, en un picado: “Nos juntábamos a jugar a la pelota con él pero, a veces, no queríamos que vaya”. “El Emi, desde chiquito, siempre fue una persona humilde, de perfil bajo, muy callado. Pero a la hora de entrar a una cancha te dabas cuenta realmente lo que significaba el fútbol para él, encontró una manera de expresarse”, indica Nicolás Pasquale, amigo de la infancia. 

Ese que llegó a los 3 años luego de haber nacido en Cululú, también de Santa Fe. En realidad, “llegar” es casi un eufemismo: los lugares quedan a 15 kilómetros de distancia. 

A los 14 años, Sala decidió probar suerte en el proyecto futbolístico “Crecer Argentina”, una sede del equipo francés FC Girondins de Bordeaux en San Francisco (Córdoba) para llevar jugadores a sus filas. La página oficial de la “Primera Escuela de Perfeccionamiento de talentos de fútbol en Argentina” lo autodefine de la siguiente manera: 

Este  emprendimiento  comenzó  sus  actividades  formalmente  en  el  año  2002  mediante  la inscripción como entidad deportiva. El 23 de octubre de 2012 se inscribió  su personería jurídica como Asociación Civil para cumplir así con los requerimientos necesarios para el funcionamiento del Club Escuela.

Durante el año 2002 el predio de una superficie de seis hectáreas ubicado en barrio el Prado de la ciudad de San Francisco fue acondicionándose para armado de canchas y la realización de prácticas deportivas.

El objetivo es captar talentos, perfeccionarlos y formarlos en el desarrollo físico para jugar al fútbol, enseñándoles también a reafirmar sus valores. Para esta formación integral y para responder a las exigentes demandas de calidad que requiere un plantel de alto rendimiento de fútbol, el Club cuenta con un plantel de profesionales que trabaja interdisciplinariamente en el aspecto técnico y humano: directores técnicos, preparadores físicos, médico deportólogo, profesores de educación física, psicólogos, docentes.

El Club FC Girondins de Bordeaux lo designa como única filial en Argentina, para realizar un trabajo en conjunto con el club francés, de esta manera colabora en la realización de una pensión alojamiento para treinta personas, edificada dentro del predio de Proyecto Crecer.

Las autoridades del club francés y del Proyecto Crecer celebran en el mes de noviembre de 2006 la inauguración de la construcción.

De allí su salida, en 2010, a la reserva del Bordeaux, la puerta de entrada al balompié galo. Su trayectoria será ambivalente, como la mayoría de las trayectorias: va a jugar a la 3ra división (Orleans) y en la segunda (Niort). Luego volverá a su club de origen y pasará al Caen, ambos en primera división. Todo antes de ir al Nantes, su último equipo, que lo verá brillar. 

Al día de hoy, el proyecto Crecer lo recuerda en Emiliano Sala los 31 de octubre (día de su cumpleaños) o los 21 de enero (aniversario del fallecimiento) en su página de Instagram. Suele decirle “por siempre”. 

***

¿Cuántas sonrisas protocolares puede haber? Una, dos, las que hagan falta. Emiliano entiende poco, pero hay cosas que son de un idioma oficial: “Emilianou Salaa” dice el relator y hay una decena de miles de pares de palmas que chocan, que hacen ruido, que se ilusionan. 

Primero se ríe. Luego, se ríe de nuevo. Después, solo deja la mueca de la boca y da lugar a la vergüenza. Se puso a pensar qué pasaría si la pelota se le cayera en los “jueguitos” de la presentación: no ocurre. Diez, quince, veinte toques en el aire. Aplausos. Las redes sociales difunden la foto: Emiliano Sala, el argentino goleador en Francia, juega ahora en la Premier League. 

En los pasillos del Cardiff City Stadium lo encuentra el micrófono de un argentino, corresponsal en Europa de la agencia de noticias EFE. Le marca su traspaso de Nantes a Cardiff con un recorrido especial: “Pasaste de ser un canario amarillo a ser un pájaro azul”, dice, en relación a los apodos de ambos equipos. 

“Puede ser”, se ríe, esta vez sin protocolo, y sigue un camino que recién empieza. 

Kyliam y Leandro

Baila estirando los brazos. Mientras se despliega acompaña los movimientos con los pies. Cuando le preguntan por el festejo, dice algo inusual. 

-Lo imité a Leandro.

Leandro es Fernández, delantero de Independiente entre 2016 y 2019. Emiliano Sala siempre fue del Rojo y su amigo, Franco Melgrati, le pidió en febrero del 2018 que hiciera la misma celebración de su delantero estrella.

Esa época significó un click para Sala. Los catorce goles en treinta y ocho partidos se transformaron en trece tantos por veintiún encuentros (0, 61% por partido, más dos asistencias). Durante la primera parte de la liga francesa, el delantero peleó palmo a palmo nada más y nada menos que con Kylian Mbappé por el trono de goleador. Los medios argentinos, obsesionados por el killer que eliminó a la albiceleste del Mundial de Rusia, comenzaron a seguirle los pasos. 

“El argentino que está detrás de Mbappé y Ney”, tituló el diario deportivo Olé en octubre, en una nota en la que marcaba que el promedio de gol por minuto de Sala era más alto que el de Messi (uno cada 82 y 99 respectivamente, a esa altura del año). 

Kylian fue uno de los primeros aportantes para la campaña de financiamiento por la búsqueda del avión caído en el que se encontraba Emiliano, en enero del 2019. Con 34 mil dólares, el francés se transformó en una de las primeras ayudas para retomar la búsqueda a partir de redes del sector privado. 

La vida de Emiliano se encontró atada, sin saberlo y sin querer, a otro delantero francés. Randal Kolo Muani, que en tiempos de Emiliano en Nantes tuvo que bajar al “equipo 2”, de la cuarta división, por juventud (20 años) pero también por falta de titularidad. En 2020, ya sin Emiliano lamentablemente, el galo se afianzó en el fútbol francés para luego pasar a la Bundesliga y empezar el camino que lo depositaría en Qatar 2022. 

Sala era hincha de Independiente. Festejó en Francia la Copa Sudamericana ganada en el Maracaná. Indicó que el jugador que más lo identificaba era Tagliafico y que Holan a Independiente le dio una nueva identidad. Porque siempre intentaba jugar. 

En uno de los mejores años de su vida, Sala se vio involuntariamente asociado al mejor 9 del mundo y al delantero de su club. Le preguntaron si repetiría el festejo. Ahí supo respetar los derechos de autor. 

-Vamos a hablar con Leandro. A ver si me deja. 

***

El cartel luminoso del Emirates Stadium dice 70 minutos. Hace exactamente cuatro que Pierre-Emerick Aubameyang puso el 1 a 0 de penal para el Arsenal y Neil Warnock llama, desde el banco, a Emiliano Sala. La cámara lo enfoca en movimiento. El centrodelantero se saca la camiseta mientras corre, se junta con el entrenador y pone cara de entender lo que le dice mientras el míster le muestra las anotaciones en su libreta. 

Se viste, pero el asistente le marca que espere: hay otro cambio con él. El cartel dice 19 por 14, que en idioma de gente normal quiere decir que Nathaniel Mendez- Laing entra y Bobby Reid sale, y 24 por 13: Emiliano Sala por Callum Paterson. 

La primera pelota que toca es un cabezazo bajo, cruzado, dirigido y desviado en el primer palo, luego de un centro con zurda de Bennett, el lateral volante. Su presencia inclina la cancha y el Cardiff empieza a ser protagonista. Pero un mano a mano desperdiciado por Zohore devino en una contra de los Gunners, que terminó con Alexandre Lacazette acariciando el cuero a un costado y festejando con su gente. 2 a 0. Minuto 83. Los idiomas traicionan a Emiliano que, para sus adentros, exclama la palabra “allez” que sería un sinónimo francés del “come on”. Decide cambiar a un pensamiento más directo para omitir la confusión. “La recalcada concha de la lora”. Lo dice para sus adentros, pero lo dice. 

Bordeando el minuto 90, el Cardiff City es puro pelotazo. Pero uno de esos centros, desde la izquierda, regala el rebote para Mendez-Laing, que desliza con el borde interno un remate al segundo palo y la clava abajo. Minuto 93, tres para el final. A Emiliano se le escapa un “vamos, vamos”, convencido de que el partido se resuelve con potrero santafecino. Nadie lo entiende. 

El Cardiff se planta para salir rápido. Su presión sobre la salida del Arsenal obliga a un pase erróneo. Lateral. Gunnarson la toma en tres cuartos de cancha, del centro hacia la izquierda, y tira un centro flotado con el empeine de costado, de abajo hacia arriba, que encuentra a Emiliano en el lugar justo entre los dos centrales: Monreal y Mustafi. Sala se da un pase a si mismo con el pecho, para pasar con un solo toque a sus dos marcadores, y la pelota mete dos piques leves mientras el arquero Leno sale desesperado. Emiliano impacta el cuero con el empeine, La pelota pega en la parte interna del palo derecho y se mete, para que el delantero tenga su inicio perfecto. 

Lo demás es lo que la imaginación trae como obvio: Emiliano Sala corre alocado hacia el rincón en el que se encuentra la parcialidad visitante y grita con ellos mientras la manada interminable y permanente de compañeros se le cuelga de los hombros, como si la foto de los diarios del día siguiente y de Twitter del mismo día pudiera planificarse de manera desprolija. Porque Emiliano Sala acaba de debutar en el Cardiff, pero 20 minutos le alcanzaron para lograr el amor. 

Completo

Lo vimos poco. ¿Cómo jugaba?

Altura sin desatender la destreza y la velocidad. Potencia sin menospreciar la clase. Un escarbadiente Crouch o Tecla Farías con pie algodonado, angelado, con algo más de velocidad y bastante más de gambeta. Mucho más que los ejemplos, solo ilustrativos. 

Un nueve, nueve. No necesitaba de una pelota limpia pero no por eso dejaba de participar del juego. Cabezazo, empeine, borde interno con rosca. Completo: ante todo, Emiliano era completo. La era de los videos asincrónicos, por suerte, nos permite rememorarlo. 

Recibe el cuero en la medialuna. Acelera, Engancha con la parte externa del botín derecho y deja pasar al defensor. Luego solo toca la pelota. Gol. 

Se desmarca rápido en el área. Cuando cabecea, ataca, golpea, no solo apoya el cuero cabelludo. Gol. 

Tiene doce pasos para otro tanto. Fulmina. El arquero se queda parado como si eso sirviera de algo. Si pone la mano le queda un agujero. Gol. 

Recibe de espaldas y da media vuelta. Inclina el cuerpo estirado. Reduce fuerza para ganar estilo, técnica y colocación. La pelota besa el palo e infla la red. Gol. 

No necesita un centro muy bien armado. La pelota viene desde tres cuartos. Con el torso de costado, levanta la pierna derecha y flexiona con acrobacia, con la pelota detrás de sí mismo. Nada lo detiene, ni a él ni al balón: La pelota va mansita al segundo palo. Gol. 

Se la lleva con el muslo y gambetea. La frena y pasa con un solo toque. La pelota queda picando y el empeine solamente hace lo que dice el destino. Gol.

Así, una y mil veces. Hasta 2019. Por toda la eternidad. 

***

Diez goles en quince partidos lo ponen en la agenda de las redes sociales y en los portales. Luego de salvarse del descenso, el sitio oficial de la Premier League le hace una entrevista extensa en la que cuenta sobre sus orígenes y su llegada al Cardiff. 

Habla sobre su estadía en el fútbol francés, donde hizo 93 goles en 236 partidos y tuvo su estrellato en el Nantes (2015-2019), donde convirtió 48 tantos en 133 encuentros. El periodista, además, agrega un desglosado de sus cesiones en otros clubes: Sala se destacó en el Orleans en tercera división, donde convirtió 19 goles en 37 partidos, y en el Niort, en segunda, con 20 tantos en 40 encuentros. Luego, indica el escriba, tiene una consolidación en el campeonato más prestigioso del fútbol francés, con un brillo estelar en el conjunto amarillo.  

También comenta el jugador que tiene desafíos en el fútbol británico, que lo emociona, que está aprendiendo a jugar no solamente de centro delantero sino de segunda punta, unos metros más atrás, para complementarse con sus compañeros de ataque. Dice, también, que tuvo que entrenar más que en el pasado, que el barrio donde vive en la zona de Leckwith, cerca de la cancha, es lindo, pero que no suele recorrer mucho porque su mente está en tres cosas: entrenar, entrenar y entrenar. 

Cuando termina la videollamada sale con la bolsa del supermercado. Apenas pone un pie en la calle suena un celular de número desconocido. 

–Yes –dice Emiliano.

–Hola, ¿hablo con Emiliano Sala? –responde la voz del otro lado del teléfono, mientras el susodicho se da cuenta de que tiene que cambiar de idioma. 

–Sí, ¿quién habla?

–Lionel Scaloni. 

Estrofas

Una pancarta resumía lo que pocas veces puede verse: un ídolo que nunca se puso la camiseta. “Nunca te vimos jugar, nunca te vimos marcar. Emiliano nuestro hermoso pájaro azul siempre te querremos”. El Cardiff, lugar al que Sala nunca llegó, le rendía homenaje a un hijo pródigo descamisado. 

El apodo del club vale para el que no fue pero quiso ser. El “nickname” deviene de una similitud: el uniforme del color del “bluebird”. Curiosa paradoja: Sala, hoy en el cielo, pasó de ser un canario amarillo a ser un pájaro azul. 

En algunas de sus líneas, el poeta y novelista Charles Bukowski nombró a un conjunto de estrofas con el título de “Pájaro azul”. Allí lanzó al viento: 

Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir a veces por la noche cuando todo el mundo duerme. Le digo ya sé que estás ahí, no te pongas triste. Luego lo vuelvo a meter, y él canta un poquito ahí dentro, no le he dejado morir del todo

Hay Emilianos que nos faltan. Sólo es cuestión de imaginarlos. 

***

Lo llamó, pero le dijo que no. ¿Cómo hay que sentirse? ¿Bien por el llamado o mal por saber –y no solo imaginar– que uno quedó cerca de una convocatoria? 

Las vacaciones lo ven observando a uno de sus ídolos, Lionel Messi, insultar a Brasil y a la CONMEBOL. Se promete a sí mismo que va a estar del otro lado de la televisión, que 30 años no son nada. 

Con esa convicción empieza la temporada de su vida. 18 goles en 23 partidos en un Cardiff que se olvidaba de pelear por el descenso y ponía la cinta de llegada en los puestos de Europa League. Pero es ahí donde pasa lo que nadie espera: del otro lado del mundo una mariposa aletea o, mejor dicho, un transeúnte ingiere una sopa de murciélago, o algo así, y desata una pandemia mundial, o algo así, que frena el fútbol mundial. 

El campeonato se reanuda en junio, el promedio de gol baja ligeramente pero no mucho, aunque el conjunto galés no logra alcanzar la competición europea. 

Las ganas de cambiar de club y subir de nivel se unen a la frescura verde de los dólares que pagan su cláusula de rescisión. Barato para el mercado, solo una chirolas: 50 millones de dólares sale su traslado a la Lazio. La temporada del Calcio lo coloca en el mostrador del fútbol local. La góndola no tiene precios cuidados: 20 goles en 31 partidos, con alguna lesión de por medio. Dos veces hizo tres. 

Entonces sí. El teléfono suena. Hola, Emi, soy Lionel. Las fechas, el proyecto. Queremos que vengas para las eliminatorias. Cuando terminen los partidos con Chile y Colombia, vamos a dar la lista definitiva de la Copa América. 

Y entonces Emiliano va. Los controles, el testeo, el covid. Todo bien. Banco con Chile, banco con Colombia. Parece que no, pero el cuerpo técnico no lo ve en buenos términos físicos a Lucas Alario, el ex River, el que le hizo un gol a Manuel Neuer en el primer partido de la historia después de una pandemia. Y entonces sí, va él. Videollamada con Progreso, que rompe la cuarentena en abrazos sin burbuja, con vecinas, comerciantes, amigos, laburantes, familiares, novias, ex novios. 

Mira todo desde afuera. Hasta que se da: titular con Bolivia con Messi de delantero. Argentina ya clasificada. El 4 a 1 lo deja con un sabor variopinto: la definición con el borde interno luego de una pared de Leo con el Papu Gómez pegó en la parte de adentro del palo. 

El resto de la gloria lo tendrá detrás de la línea de cal. La imagen más icónica se dará con una cámara subalterna, mientras le dice a Tagliafico “lo ataja”, para dos de los tres penales que el Dibu le tapa a Colombia. La final en el Maracaná lo deja en una foto eterna, en diagonal hacia atrás, mientras Messi levanta su primer título con la selección nacional. 

De vuelta a Progreso, todo un mitin provincial lo aguarda con un masivo asado en el Club San Martín. Las fotos se difunden y generan algún revuelo en las redes sociales. El intendente tiene que salir a justificarse explicando que todo fue al aire libre. No obstante, para mejorar la situación, Emiliano Sala pide disculpas públicas, a través de Instagram, por las molestias ocasionadas y publica una foto en la que reivindica al hospital distrital y el reparto de barbijos. 

Hubiera

Si el avión privado Piper PA-46 Malibu hubiera llegado a suelo británico sin caer en el Canal de la Mancha a las 20.30 del lunes 21 de enero de 2019.

Si no hubiera aparecido monóxido de carbono en la cabina del viaje, posiblemente generada por una filtración.

Si hubieran existido los controles pertinentes para asegurar que el piloto y su aeronave portaran las licencias pertinentes.

Si la altitud hubiera sido la correspondiente.

Si el vuelo no hubiera generado que Emiliano mandara un mensaje, su último mensaje, con un “que miedo que tengo”.

Si no hubiera habido ni cuerpo sin aparecer ni avión hundido. 

Si no hubiera existido envenenamiento.

Si no hubiera vuelto a Francia una vez firmado el contrato y hubiera participado de la primera concentración de su equipo.

Si no hubiera sido necesario que se multipliquen los llantos, los santuarios, las dedicatorias, las camisetas.

Si hubiéramos podido disfrutar a Sala en la selección o en Independiente o donde él quisiera. 

Si no hubiera que usar tantas veces el “hubiera”.

Si no hubiera pasado lo que pasó.

Esta nota no habría sido nunca escrita. Al menos no así.

Que lindo sería. 

***

Era un pique largo. “¿Para qué?”, se atormenta durante noches enteras. Ya lo había hecho: la pelota fue al vacío y lo condenó al tirón. Desgarro de 21 días con el músculo sin trabajar bien por otros 20 más. Es diciembre de 2021 y alterna buenas y regulares actuaciones en el Calcio. 

Lo esperan  por unos días en Progreso con un asado. Es verano. En medio de las achuras se le escapa una frase que solo sus más amigos interpretan. 

Que bien juega Julián –dice sobre el goleador de River y del fútbol argentino. 

Pero cuando dice lo que dice el pómulo se le contrae, la voz le cambia. No quiere decir nada malo, expresa lo que piensa. El gesto cabizbajo es captado por esos amigos que no son todos, sino dos o tres, los que más son. Una suerte de metamensaje: entre él y yo hay un solo lugar, y es él, lo merece él. 

Del dicho al hecho, un camino de ida. Lo que pensó es verdad: no hay eliminatorias, ni Wembley, ni amistosos previos. Aparece en la lista de 50 nombres, con trascendidos en los medios, pero él siempre se supo lejos de Qatar. 

Su Mundial como hincha se divide en dos partes. La primera, en Santa Fe. La desilusión con facturas y vigilantes del partido con Arabia, la locura total del gol de Messi a México, la cautela peligrosa con Polonia, el sufrimiento innecesario con Australia, los gritos vehementes con aires de batalla contra Países Bajos, al que jamás llamó Países Bajos, porque en Santa Fe, Ushuaia, La Quiaca o Calamuchita se les dice Holanda. 

Pero antes de la semi con Croacia, el sábado 10 a las 22 hs lo llaman por teléfono. Le dicen que tiene entradas para Qatar el martes 13 y para el séptimo partido, sea final o tercer puesto, porque invitan a todos los jugadores que fueron parte del proceso. Emiliano, que está por cenar, cambia los planes. Arma la valija y a las 6 de la mañana del domingo sale para Ezeiza. Avión, escala, avión, aeropuerto, problemas con el idioma, hotel. 

Grita con Julián, aplaude a Modric. Canta, canta, canta. Saluda a sus compañeros. Se hace presente en las prácticas. Se abraza, come, duerme. Camina. Va al Lusail, sufre, se alegra, sufre, sonríe, sufre, encuentra, como cuarenta y cinco millones de compatriotas, la felicidad. Tiene la foto con la Copa y Messi que recorre las redes sociales. 

Pero al recuerdo más aclamado por él lo ven pocos. Se da la noche anterior. Todavía no es, ni él ni nadie de allí, campeón del mundo. El capitán se levanta en la mesa y les agradece a todos, y cuando dice todos, dice todos, no sólo los 26. Entre esos todos que no son todos está Emiliano, que lo mira y no puede contener las lágrimas. 

Agujeros

Warnock es, como se dice, de la vieja guardia. Tiene 70 años, dirige hace casi 40. Es 18 de enero y ya desistió de su propuesta inicial: que Emiliano acompañara a la delegación del equipo para jugar contra el Newcastle al día siguiente. Sala ya le dijo que prefería volver a Nantes, ordenar sus cosas, despedirse de su ya ex club y volver el lunes. El DT lo entendió. 

Sala tiene agujeros en el pantalón. Warnock le dice que parece un vagabundo pero que se quede tranquilo, que en la plantilla hay varios como él. Entre risas, Emiliano le devuelve la pared. 

–Yo te voy a hacer todos los goles.

–Sé que lo harás. 

Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez

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