Esos equipos que no pudieron dar la puntada final, que fueron vencidos por otros mejores o que, simplemente, llegaron hasta ahí: Esos son los segundos. Queremos valorar el camino, lo que lograron. Sin ponderarlos pero tampoco defenestrándolos por el simple hecho de ser segundos. Hoy repasamos el camino de Racing en el Apertura 95 a 25 años del subcampeonato.
Federico Cavalli
En junio de 1995, la racha era cada día más larga, más pesada, casi insostenible para un club como Racing. Eran 28 años sin dar la vuelta. Lejos quedaba el Equipo de José y cerca los años de sufrimiento, de problemas institucionales y sin rumbo. Pero cada comienzo de campeonato se renovaba la esperanza del pueblo racinguista.
Toda esa ilusión era una mochila pesada en la espalda de los equipos que se formaban. En cada mercado de pases de invierno llegaban muchos jugadores, la mayoría a préstamo y rápidamente se iban del club: en junio del 94 fueron 9 refuerzos, en junio del 95 fueron 11 los jugadores que llegaron al club. La tendencia continuaría en 1996, con 15 refuerzos.

De los once que llegaron a mitad del 95 para ponerse la albiceleste, solo cuatro se quedarían más de un año en la institución: Rubén Capria, de Estudiantes; Marcelo Delgado, que llegaba desde Cruz Azul; Claudio Úbeda, desde el Tampico mexicano; y Sergio Zanetti, que venía de un gran presente en Deportivo Español.
Los demás fueron: Bernardo Ragg, que venía de Platense; Roberto “Tito” Pompei, proveniente de Vélez; Silvio Carrario, que llegaba desde Talleres de Córdoba; Mariano Armentano, que venía de ascender con Estudiantes de La Plata; Gustavo Chacoma, llegado de Talleres; Walter Viqueira, desde Platense.; y Damián Facciuto, desde Argentinos.

En el torneo anterior, el clausura 1995, había finalizado en la sexta posición pero lejos del campeón San Lorenzo (a 10 puntos en el último torneo que dio dos puntos por victoria). La segunda experiencia de Diego Maradona como DT terminó en fecha once y los últimos ocho partidos los dirigió Héctor Jesús Martínez, en su segundo interinato en Racing. Un ídolo como Claudio “El Turco” García se marchó a Colón después de más de cuatro años en el club. También se fueron José Albornoz, Néstor Clausen, Abelardo Vallejos, Marcelo Saralegui, Cosme Zaccanti, y Alejandro Lanari.
Para afrontar el Apertura. Los nuevos dirigentes, ya que Osvaldo Otero había ganado las elecciones, fueron a buscar a Pedro Marchetta, quien ya había tenido un paso por el club en 1989. El equipo arrancó bárbaro: en la primera fecha, jugando de local en Ferro por la remodelación del Cilindro, Racing venció dos a cero a Argentinos con un doblete del Tweety Carrario. Ese día hubo 20 mil hinchas en Caballito.
Ninguna sorpresa en el armado de la formación. Racing salía con línea de cuatro, tres volantes (uno de contención y dos por las bandas), un enganche y dos delanteros (uno rapidito por afuera y otro por adentro). En la segunda fecha tuvo una prueba de fuego y no la superó: cayó de visitante frente al último campeón, San Lorenzo, por uno a cero.
Marchetta tenía dudas sobre la derecha, había probado a Viqueira y a Michelini. En la tercera fecha, de local en Vélez versus Belgrano de Córdoba, apareció la magia de Capria: pase empalado para Carrario que se la toca por arriba a Labarre. Uno a cero y a festejar con la multitud que fue a Liniers. Pero en la cuarta, en el mismo escenario y con tribunas repletas, perdería el partido que a la postre sería clave para sus aspiraciones.
El Vélez de Bianchi fue verdugo con dos goles de Roberto Trotta y uno del Turco Asad, lo superó ampliamente. Para Racing descontaron Capria, de tiro libre, y Juan Fleita, que ingresó en el segundo tiempo y para no perder la costumbre, embocó a Chilavert. Un verdadero partidazo, con el gol increíble del Mago.
Tras vencer en la cuarta a Banfield en cancha de Vélez, aparecería el primer gran momento del equipo: triunfo enorme en Arroyito por tres a uno contra Central, desplegando todas sus armas, con los rapiditos por afuera y Tito Pompei llegando al área. Esa noche apareció de titular y con todas las luces un pibe que sería vital para el equipo: Claudio Javier López. Simplemente El Piojo.
Hasta esta parte del torneo era un suplente que ingresaba un rato para aprovechar su velocidad: El Piojo venía de ser el delantero que más había jugado el campeonato anterior, con la salvedad de que El Turco García y el Puma Rodríguez estaban muy mal físicamente. En la fecha siguiente, el Chelo Delgado tendría protagonismo: frente a River, en la vieja Doble Visera, tras un pase de Capria, dibujó un adelanto de lo que vendría. Diagonal y gol para un empate que trabó las aspiraciones del conjunto del Negro Marchetta.
Pero llegó el partido más esperado: el superclásico de Avellaneda, como le gustaba decir a Marcelo Araujo en el difunto Futbol de Primera. Racing llevaba 14 años sin ganarle al rojo en su cancha e Independiente era un equipazo. Estaban Burruchaga, el Nuno Molina, Serrizuela, Cagna, Alvez, el Pájaro Domizzi; en el banco esperaban el Beto Carranza, Garnero y Gustavo López.
Esa tarde Walter Viqueira jugó de 4 y el Tano Facciutto fue de volante derecho; Piojo López y Delgado arriba para salir rápido ante los lanzamientos de Capria o Pompei. El partido arrancó cuesta arriba para Racing: en un rato perdía dos a cero y era sobrepasado por todos los costados.
A pesar de amontonar gente en defensa, las cosas salían mal por dejar espacios libres para los volantes del rojo. En ataque, poquito. Mucho pelotazo, algo que no caracterizó a ese equipo, y mucha imprecisión. Así se fue el primer tiempo.

En el segundo, cuando la cosa no parecía cambiar, tras un pelotazo de Zanetti, el Piojo aprovechó una pifia del arquero Velázquez para empujarla con el arco libre. A partir de ahí fue puro corazón para buscarlo y la banca de Nacho González, que aguantó los embates del rojo que quería el tercero. Faltando segundos, cuando los alcanzapelotas del local armaban la manga esperando el pitazo final, el Chelo Delgado metió los tres dedos para hacer un gol de antología.
Ese envión que significó empatar sobre la hora el clásico, duraría una fecha. Después de ganarle bien por tres a dos al recién ascendido Estudiantes, cayó con Deportivo Español por uno a cero, un rival que siempre lo complicó y hasta lo tiene de hijo en el historial. Se recuperó en Jujuy con los ligeros al comando: Chelo y Piojo haciendo de las suyas, en un equipo que salía de contra de manera perfecta. Dos a cero a Gimnasia en el norte y segunda colocación, detrás de San Lorenzo.
Pero cayó en una meseta futbolística y empató tres seguidos. El primero el más difícil de superar: un joven Barijho empató para Huracán sobre la hora en el Cilindro remodelado. Después vendría un cero a cero con Platense y otro empate en uno contra Ferro.
Después de eso, Marchetta pegó el portazo. “Veníamos de empatar con Platense y Lalín me dice: ‘Me parece que Capria no da para más’. Le pongo cara. ‘Y Pompei tampoco’. Le digo: ‘Ah, sí, ¿y quién más?’. Sigue: ‘Nacho González me tiene podrido’. Le gustaba jugar al técnico, pero en el fondo buscaba que renunciara”, le contó el Negro a El Gráfico en el clásico reportaje 100×100.

Los dirigentes querían a Basile (ya lo habían buscado antes de Marchetta), pero Coco no quiso saber nada al ser amigo del Negro. Entonces fueron por Miguel Brindisi, que venía de conseguir tres títulos en la vereda de enfrente (literal). En Independiente consiguió el clausura 94, la Supercopa y la Recopa del mismo año. Solo ocho técnicos dirigieron a los dos más grandes de Avellaneda, incluyendo al actual técnico de Racing, Sebastián Beccacece.
Brindisi arrancó en cancha de Lanús con una gran victoria, en una tarde de domingo donde Capria volvió a dar muestras del gran jugador que era. Un gol de tiro libre y el manejo de la pelota para que, a partir de sus pies, los dos de adelante se muevan cómodos. Chelo y Piojo completaron el score. Hasta tuvo la suerte de que Schurrer erre un penal en el arranque de partido.
En la siguiente fecha la víctima fue Newell’s. Con el ánimo renovado y una multitud acompañando, resolvió rápido el partido. Si bien la defensa hacía rato que estaba clara, el lateral derecho tuvo varios protagonistas. Esa tarde Coco Reinoso salió a la cancha por la derecha y abrió el marcador con un tiro que se le escapó a Luis Islas.
Un Racing que ganaba nivel de juego mientras subía la confianza. Con campo para correr, Piojo López fue determinante. Gol y penal para que Capria le reviente el arco a Islas. En el segundo tiempo le puso la asistencia a Delgado para que haga el cuarto. La suerte de Racing siguió: Gabrich erró un penal, que Costas le convirtió a Tata Martino. Ese fue el último partido del 10 de Newell’s con la roja y negra.
Si bien todo estaba por definirse, la fecha 17 era clave: Vélez, segundo del campeonato, recibía a San Lorenzo y el puntero Boca, a Racing. Sería un domingo inolvidable por muchas aristas ese 3 de diciembre de 1995. En lo futbolístico, el Racing de Capria, Piojo y Chelo le ganó por 6 a 4 al Boca de Maradona; Mauricio Macri ganó las elecciones en el club de la Ribera y empezó su carrera política; y Vélez agarró la punta para no soltarla más.
De ese día han escrito mucho. Desde acá solo podemos agregar que ese Racing fue consecuencia de un estado de ánimo agigantado. Todos los jugadores que entraron, más los dos suplentes que se quedaron en el banco, estaban efusivos. Y se notó, tanto en los momentos de gran fútbol como en las distracciones y el cansancio final. Ahí se vio la mano de Miguel Brindisi.
En la 18, ya encaminado por alcanzar a Vélez, Brindisi movió el equipo. Armó una línea de tres con Michelini, Galván y Úbeda, un mediocampo de mayoría de zurdos (Capria, Pompei y De Vicente) y Piojo y Chelo arriba. En una cancha abarrotada de gente (cuanta la leyenda que en la tribuna de Gimnasia había muchísimos de Racing, en años de amistad).
La Academia ganó bien. Liquidó el partido temprano con una gran actuación de Adrian De Vicente, que por izquierda asistió a Capria para el primero y pescó un rebote de Noce para el segundo. Una tarde donde las características parecidas que tenían con el Mago Capria se hicieron notar y entablaron una sociedad interesante. El segundo tiempo estaba de más, Racing ya tenía la cabeza en Santa Fe.

Vélez le había ganado a Belgrano y se enfrentaría con Independiente. En la previa se hablaba de cuál sería la actitud de los jugadores del rojo ante la posibilidad de ganar y darle el título a Racing. “Sería una barbaridad pensar que Independiente fuera para atrás. Conozco perfectamente bien del primero al último de los jugadores, sé de su honestidad, de las autoridades y de su cuerpo técnico. Principalmente hay un profesionalismo y una seriedad, lo va a jugar como siempre fue su jerarquía”, avisaba Brindisi post partido con Gimnasia.
Siempre se habló de que esa tarde del 17 de diciembre de 1995 los jugadores fueron para atrás y que sus hinchas lo festejaron. Lo primero no se puede comprobar y lo segundo es parte del folclore, de la cultura del fútbol argentino. Vélez ganó tres a cero y fue un justo campeón.
Racing, en cambio, hizo un gran primer tiempo en Santa Fe. En la vieja cancha de Colón, salió a jugar como gran parte del campeonato (4-3-1-2) y arrancó arriba con gol del Piojo. Antes que termine el primer tiempo, Pablo Michelini fue expulsado.
En el segundo tiempo Marcelo Saralegui, que se había ido de Racing en julio de ese año y fue campeón de la Copa América con Uruguay, sacó toda la jerarquía y los sabaleros hicieron cinco goles. La Academia terminó muy por debajo de su nivel en ese partido. Al esfumarse la chance de campeonar, se pinchó.
“A ese Racing le faltaron cuatro partidos más”, analizó años después Brindisi. El sprint final no alcanzó. Pero no hay dudas que quedó en la memoria de todos ese campeonato. Un Racing que jugaba bien, que tenía un gran arquero, buena defensa y un mediocampo interesantísimo. A esto se le suma los dos delanteros, que fueron imparables y no les dieron oportunidades a los suplentes. Un Racing, que además de jugar y hacer goles, tuvo la chance de salir campeón. En los noventas eso era muy difícil de ver. Estos pibes lo consiguieron. Por eso seguimos hablando de ellos.