Podríamos decir que Argentina le pegó un baile fenomenal a su clásico rival, que empezó desde la solidez de un mediocampo de ensueño, que toca cuando le toca y raspa cuando necesita, que tiene cinco enganches y parece que tuviera once y que le pone a los rivales una orden de restricción frente a la circulación de la pelota.

Podríamos marcar que Brasil no tuvo una chance de elaboración de juego. Remarco la palabra: Brasil. Sí.

Podríamos argumentar que Argentina tiene uno de los mejores delanteros del mundo, que es centro delantero, media punta, extremo, centroforward, nueve pescador, siete y todas las posiciones del frente de ataque a la vez, que es bueno cuando se mueve y cuando se queda quieto, que define, descarga y hace no solo lo que tiene que hacer sino lo que no sabemos que se debería haber hecho pero lo hace igual.

Podríamos definir al tándem Enzo-Alexis como uno de los más completos, dinámicos, finos, exultantes de todos los tiempos.

Podríamos ver en Paredes y en De Paul a dos de los líderes que toda la vida quisimos tener.

Podríamos cambiar el sujeto y contarle a los más jóvenes que Sorín jugaba casi como Tagliafico, y no al revés.

Podríamos justificar los jueguitos del arquero diciendo “pobre, si se pegó un embole bárbaro”.

Podríamos ensalzar la grandeza de nuestro técnico, que reprime las burlas ganando 4 a 1 contra un rival que anticipó, canchero, una paliza.

Podríamos decir que el Cuti se equivocó porque siempre las reglas tienen excepciones pero que su brutalidad angelada nos hace siempre sentir bien, complementándose con el general Otamendi.

Podríamos vender al cholito Simeone como alguien filoso, con la navaja o la victorinox entre los dientes.

Podríamos pero todo podría resumirse en lo siguiente:

El campeón del mundo y bicampeón de América desborda un fútbol apasionado y, cuando aparecían más dudas que certezas, demostró ante sus dos clásicos del continente que no hay nada por demostrar. Que solo falta saber si hay más historia grande por escribir o si esa historia grande camina con nosotros como una rutina. Y que faltan menos de un año y tres meses para jugar una nueva Copa del Mundo.

Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez

Lástima a nadie, maestro necesita tu ayuda para seguir existiendo:

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