En las noches de copa Racing juega con la prepotencia de las tormentas. Va al frente con la pelota como imán: donde va el balón siempre hay más futbolistas de Racing que rivales. Su superioridad se basa en un máxima del mentor de Gustavo Costas, El Coco Basile: “Fuimo’ al frente y ganamo’.
Decía Guillermo Vilas que para ganar hay que convencer al rival de que va a perder. Desde hace más de un año, en las copas no parece haber nadie más convencido que Racing. Desde la llegada de Gustavo Costas pasó todas las fases, en esta copa dejando en el camino a dos campeones de américa (en semifinales le tocará otro, sea Flamengo o Estudiantes).
Después de 28 años, vuelve a estar entre los mejores cuatro equipos de América. Cuando llegó, en enero de 2024, Costas dijo que volvía para pelear internacionalmente. En un plantel con altos niveles de religiosidad, su técnico parece tener el poder de la palabra, construye nombrando. Y juega con la convicción del que tiene el futuro entre sus manos. Cuando tiene que repechar hasta que amaine y llegue un viento a favor, tira pelotazos al aire y espera. Cuando tiene que salir a apretar reduce la cancha a la mitad del campo rival. Aprieta. Borra los espacios. Ahoga. Te lleva puesto y gana por demolición.
Si algo tiene que ajustar es que no puede volver a pasarle lo del primer tiempo de esta noche, tuvo muchas chances y el resultado no se movió. Eso puede costar caro en la Copa Libertadores, quizás la máxima expresión de un deporte que se caracteriza por su hijaputez.
Luego de un arranque de semestre a los tumbos, la Copa vuelve a acomodar al Racing de Costas. En el horizonte el clásico y la Copa Argentina contra River. Si la ilusión pudiera pintarse hoy sería un cuadro celeste y blanco. Vale recordar un detalle: el 9 de Racing afirma haberse curado solo de una lesión en la rodilla. Lo imposible no parece ser una opción.
Juan Stanisci
Twitter: @juanstanisci
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