A seis años del pase a la final del mundial 2014 con gol de Maxi Rodríguez. Un rosarino siempre está ahí, listo para cambiar el rumbo de los acontecimientos. Escribe Santiago Núñez. 

Cuando empezó el camino del que es condenado a muerte, se cumplían trece años y un día de la primera (y no única) vez que tuvo a la Historia de frente. Así como lo escuchan. O quizás no tan así, porque la referencia a la horca o a la guillotina es un poco exagerada, para solamente hacer mención a un penal. Usted sabrá disculpar la referencia bilardista para un momento de tantísimo drama. Pero, más o menos así, cuando observó ese punto entre el área chica y la grande al que tenía que llegar para acomodar la pelota, no era su debut frente a situaciones de ese estilo.

En efecto, el 8 de junio del 2001 fue su primer momento de gloria. En un partido floreado, tiró una diagonal a toda velocidad para recibir una asistencia deliciosa con el empeine de un tal Andrés D’Alessandro; bajarla con el pecho en velocidad; y sin frenar, meter un derechazo al costado del arquero. Vibraba el barrio de Liniers pero deliraba la Argentina entera. Hizo el último gol para  salir campeón del mundo. Sí, como ustedes escuchan: campeón del mundo. “Sub-20”, aclaran siempre aquellos eternos críticos, como quitándole valor. Campeón del mundo al fin, aunque la gilada chille.

Y ahí está él otra vez, trece años y un día después, un 9 de julio del 2014, nuevamente dispuesto a cambiar significativamente el rumbo de los acontecimientos. Pero, sabe usted, si bien ya aclaramos que esta no es la primera vez de nuestro sujeto en tal rubro, es importante dejar en claro que tampoco fue la segunda. 

Más o menos  8 años antes se volvió a mandar una de las suyas. Esta vez jugando para “la Mayor”. Estaba en el Mundial de Alemania en tiempo extra. Ninguno jugaba a nada, todo indicaba que íbamos a los penales. Todo hasta que le cayó una pelota del cielo, la bajó de pecho y la empalmó no con el pie sino con el alma, para meterla por dónde quizás ni él quiso, por detrás del arquero mexicano. Todo pasó un 24 de junio, como ese gol de Cani a los brasileños en el 90. El técnico del otro bando, un bigotón, una vez se encontró a la vieja de este en un restaurante y le dijo: “Yo sé que usted no tiene nada que ver, pero su hijo es un hijo de p…”. Y bueno, le arruinó la vida viste.  

Ahora lo veo caminar con la mirada puesta en la redonda y me acuerdo de esos momentos. Otra vez este pibe va a definir todo ¿Será que eso de estar en el lugar justo y en el momento indicado es para unos pocos, un grupo selecto de gente tocada por la varita mágica? Tiene que ser algo así. En esta Copa jugó solamente 64 minutos, 45 contra Bosnia y 19 en este. El chabón no jugó nada y le toca definir, le toca quedar en la foto que va a quedar guardada por los siglos de los siglos. “¿Te acordás de esa semifinal?”, van a decir todas y todos y se van a acordar de él. Van a cerrar los ojos y lo van a ver a él. 

Ahí está, agachándose para acomodar la pelota en el redondel blanco. Es un tipo que no llama la atención. Tiene cara normal, sonrisa normal. Tiene un nombre y un apellido común, sin sílabas ni letras fuertes, que uno puede encontrar de forma repetida en cualquier listado de registro civil. No tiene ni la “T” de Batistuta, ni la “Q” de Riquelme ni la “doble S” de Messi. Y, aunque parezca raro, hoy él va a a hacerlos más felices a ellos de lo que ellos lo hicieron a él. Quizás sólo por hoy pero va a ser así.

Y por fuera de la selección también le tocó, recuerdo, mientras está tomando carrera. Una vez jugando para el Espanyol hizo el gol número 2000 del club catalán en la liga española. Alguna vez en Inglaterra hizo un gol clave para ganarle al Chelsea por la Copa de la Liga. También definió por Copa Libertadores en el vigésimo sexto penal el pase a semifinales contra el Boca de Bianchi. 

Y va a hacer más cosas, eh. Va a definir un Newell’s- Central en Arroyito y va a hacer un gol en una final contra Nacional, jugando para Peñarol. Pero eso será otra cosa. 

Ahora está ahí, de frente al rubio holandés, otra vez a punto de cambiar la Historia. Un penal parece fácil pero este no, eh. Esto es para pasar a una final de la Copa del Mundo. 

Ahí va. Le pega….

Siempre que Maxi Rodríguez patea es gol. Es alguien que sabe tener  de frente al destino. Y siempre siempre está allí. Para vencerlo.

Santiago Núñez

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