A partir de la historia de Diego Flores, técnico de Godoy Cruz, rescatamos otros futbolistas profesionales con título universitario. Daniel Vega, Alejandro Lanari y el Maestro inspirador de sueños. Escribe Federico Abbiati.
Desde su llegada al Club Deportivo Godoy Cruz Antonio Tomba, el Profesor Diego Flores (sí, Profesor de Educación Física tal cual Marcelo Alberto Bielsa Caldera) ha generado una revulsión importante. El cuadro del que el Gallego Sebastián Méndez, hijo del corazón tombino, tuvo que alejarse por los magros resultados obtenidos. Independientemente de las victorias ante Racing por Copa Argentina e Independiente por Liga, el planteo y los resultados no han hecho más que disparar las incipientes acciones de Flores.
No obstante, bien al estilo de los que gozamos con la filosofía de “Lástima nadie maestro”, en esta ocasión agasajamos a dos picantes de nuestro fútbol argento que dejaron su buena roncha con un perfil mucho más silencioso que el que la proyección del cordobés parecería indicar. Al igual que el novato DT del Expreso, ambos con un título universitario bajo el brazo a manera de diversificar las apuestas.

Estudiar para contarlos
Daniel Alejandro Vega, Trapito en nuestros corazones, en febrero de este año le puso fin a su carrera con el lujo de dejar a su Platense en la máxima categoría, luego de 22 años de deambular entre la Primera Nacional y la B Metropolitana. Por el sólo hecho de ser un exquisito mochilero de nuestro ascenso sabatino, merece varias notas exclusivas y más aún también.
Entonces, escuetamente diremos que convirtió 197 goles en 563 juegos durante 19 años ininterrumpidos. Siendo el goleador histórico del Calamar, con 86 tantos y casualmente con un paso por Godoy Cruz durante la temporada 2009/2010.
Que Vega sea profesional universitario, es sólo el pie que nos permite contar que en 2004 rechazó la oferta del Once Caldas para disputar la Intercontinental ante el Porto. El equipo de Manizales había campeonado ante el Boca de Carlos Bianchi, mientras que los portugueses de José Mourinho (con inicios futboleros de traductor, al igual que Flores) doblegaron al Mónaco del Negro Hugo Benjamín Ibarra. Trapito sabía que si se subía a la aventura colombiana, sus estudios en la UBA para ser contador público se verían relegados.

Tal vez, el clímax en la mixtura del fútbol y la universidad para Vega se dio en 2007, cuando luego de recibirse en el mes de junio, fue docente en las asignaturas de “Auditoría” y “Conducción del tipo de trabajo”. Título, doble cargo docente y 13 anotaciones en 19 partidos con el Marrón, para cerrar un año glorioso en lo personal. Sólo para entendidos…
Al que madruga D10S lo ayuda
Alejandro Fabio Lanari había debutado en 1980 bajo los tres palos de Sportivo Italiano. En 1986, de la mano del Gallego Ramón Cabrero (quien más de una vez, según el propio Dr. Lanari, había reprogramado la práctica para que él pudiera cumplir con sus obligaciones estudiantiles) se consagraba campeón de la Primera C. Como premio, la posibilidad de jugar en la máxima categoría defendiendo el arco de Rosario Central.
Ya instalado en Rosario, debía abordar a las 4:30 AM un tren hasta Puente Saavedra. Luego trasbordo y colectivo hasta la Facultad de Medicina. Inmediatamente finalizado el curso matutino, mismo itinerario para llegar sobre la hora a la práctica canalla. Pero al esfuerzo del futuro médico se le sumaba la buena voluntad de un DT que sabía más que bien lo que era madrugar por un sueño: don Ángel Tulio Zof, quien había madrugado para manejar un taxi cuando el fútbol era una ocupación semi amateur.
Rosario sería una estancia única para Alejandro, ya que los de Arroyito se quedarían con la temporada ´86/´87. Ariel Cuffaro Russo, Hernán Díaz, Patón Bauza, Roberto Gasparini, Negro Palma y Hugo Galloni formaron parte de esa gesta. Con la sabiduría de don Ángel Tulio detrás de la línea de cal, claro.

Vendría luego, el tan esforzado título de médico y un premio mayúsculo para tanta perseverancia y fuerza de voluntad: campeón de la Copa América Chile 1991, siendo suplente de Goycochea pero jugando el último encuentro de la fase de grupos, con victoria 3-2 sobre Perú.
Luego de Chile, empezaba la etapa en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Serían 3 años en que, al igual que en Rosario, las alegrías serían diversas para el doctor Lanari: campeón de la máxima categoría mexicana y especialización en medicina del deporte bajo el brazo.
Fugaz paso por el Racing Club de Avellaneda durante 1994, para, a partir de 1995 aportar toda su experiencia en el Argentinos Juniors que perdería la categoría en 1996 y regresaría a primera inmediatamente un año más tarde. Tres pilotos de tormenta se destacan de esa transición entre la debacle y el resurgimiento del Bicho: Jorge Mario Olguín, Osvaldo Chiche Sosa y dentro del rectángulo de juego Lanari, para fortalecer a los pibes del semillero.
Luego de ese ascenso, el retiro era cuestión de meses. Precavido, el doctor se ponía el delantal para que el pitazo final no lo encontrara de brazos cruzados. Si ya no le podía pedir más a la vida, por su más que fructífera doble carrera, la vida todavía le tenía preparado un broche de oro: Incorporación a Boca, ese mismo año, para ser suplente del Pato Abbondanzieri.

Hubo otro futbolista con título académico, al que casualmente Lanari se dio el gusto de atajarle un penal. Uno que no fue ni profesor de educación física, ni contador ni médico. Fue maestro… Maestro Inspirador de los Estudiantes Soñadores, título que obtuvo en 1995 en la Universidad de Oxford.
Sí, en Oxford, en Inglaterra… En el país al que apenas nueve años antes ese catedrático de la redonda había “estafado”, dejaban de lado los “ultrajos” sufridos y le reconocían su naturaleza trans planetaria .
Federico Abbiati
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