Debutó a los 16 años. Ascendió con Godoy Cruz. En Estudiantes fue campeón de América y delantero contra el Barcelona. Jugó la final del Mundial 2014. Para finalmente llegar al club de su corazón y ser campeón de América. Todo en silencio y desde abajo. La historia de Enzo II de Núñez. Escribe Gonzalo Bressan Otegui.
Según el Registro Nacional de las Personas, a fines de los noventa el nombre Enzo consigue uno de los índices más altos de popularidad hasta el momento, ya que en 1996 Enzo Francescoli había sido la figura de la segunda Libertadores de River. La primera se había logrado diez años antes, tiempo después de la primera etapa del uruguayo en el club. Si bien había tenido un gran desempeño en el torneo local de 1985, Francescoli no había conquistado en su totalidad a los hinchas del Millonario. Pero sí a la familia Pérez, de Maipú, Mendoza, que el 22 de febrero de 1986 elegía su nombre para su primer hijo.
Enzo Pérez debutó a los 16 años en la primera de Deportivo Maipú, ascendió con Godoy Cruz a Primera División y conquistó la Libertadores del 2009 con Estudiantes. El mendocino llegó a Europa y su cambio de físico, el crecimiento de la edad, la experiencia con la pelota y encontrarse con Jorge Jesús, lo transformaron en un mediocampista central. En Portugal ganó cinco torneos y la chance de estar en la final del Mundial 2014. Luego de la Copa del Mundo en Brasil, Valencia obtuvo su pase por 25 millones de euros, cifra que sumada a la edad lo suponían lejos del club de sus amores. Pero en España no rindió lo esperado y las ansias de jugar para River fueron más fuertes que quedarse en Europa.
Al llegar a Núñez se encontró con un Marcelo Gallardo que en la primera práctica explicaba, a todo el grupo, que el puesto se gana de lunes a sábado, y que los nombres no dicen nada. Enzo intentó ser el mismo que cuando se fue, y aunque de alguna forma, por momentos, lo lograba, como en el gol frente a Jorge Wilstermann, no fue igual. Ya no era tan dinámico, ahora era más cerebral, y Gallardo lo comenzaba a analizar. Jugó junto a Leonardo Ponzio toda la Libertadores 2018, pero cuando el resultado no se daba, el Muñeco sacaba al ex Newell’s y dejaba a Pérez como único cinco. El tener un mediocampista central de manejo le daba al equipo otra identidad, y este los obligaba a jugar cerca del arco rival. Así fue con Racing todo el partido, con Gremio perdiendo, y con Boca en Madrid donde se perdía uno a cero. Todos resultados adversos, todos resultados revertidos.
Ponzio fue el dueño del puesto en el comienzo del 2019, pero las lesiones lo dejaron a un lado. Bruno Zuculini tuvo la chance de quedarse con ese sector, pero los rendimientos no fueron los adecuados, sobre todo con Atlético en Tucumán donde el equipo sufrió más de la cuenta con una goleada en contra. Ante esta problemática, y el nivel del equipo, Gallardo confió que lo que veía como variante en el final de los partidos, podía ser la solución. Con Enzo como único cinco el funcionamiento del equipo fue otro. Parado en el centro de la cancha fue el equilibrio de un conjunto que proponía más de la media. Con él terminaban las jugadas del rival, con él comenzaban las de su equipo. Fue el futbolista que más recuperaciones tuvo en la Copa Libertadores 2019, y a la vez, el que más pases completo, como también fue el que más tocó el balón.
Pasó de un club del Federal a jugar la final del Mundial 2014. De jugar de media punta en Estudiantes frente al Barcelona a ser el cinco que se llevó el Valencia para marcar a Messi. Todo eso hasta llegar donde soñó desde chico. En el medio Sabella le cumplió el capricho de ser delantero, Jorge Jesús le enseño a jugar de otra forma y Gallardo lo volvió competitivo. Como en el 86 donde Carlos Pérez le puso Enzo a su hijo, como en el 96 donde otros tantos elegían su nombre, se espera que este año pase algo similar.
Gonzalo Bressan Otegui
1 Comment