Argentina-Uruguay, un clásico con emociones y amores de todo tipo. Un repaso por la historia de esta rivalidad futbolística entre países vecinos y hermanos. Escribe Santiago Núñez.

A los dos minutos de juego el mediocampista del equipo que cedió su celeste tradicional se zambulle hacia adelante con la suela colocada en un lugar deliciosamente irresponsable, y se para en la canilla del rival. El árbitro hace gala de la regla implícita del inicio del partido y muestra una cartulina amarilla cuando debió expulsar para toda la vida al susodicho. Cuatro minutos después, un centro frontal, sucio, previsible se transforma en situación de gol cuando un cabezazo esquinado genera un rechazo corto del arquero y la pelota le queda (a quién sino) al volante central que debió haber sido expulsado que toca el balón con más esfuerzo que calidad. La pelota no infla la red pero sí cruza la línea. Gol. Lo gritan muy pocos. La minoría.

El local no se queda deprimido ni se da por muerto. Apenas 15 minutos después, el del dorsal 10 de la camiseta azul recibe la pelota contra la raya derecha, engancha hacia adentro con velocidad para poner un pase quirúrgico al centro delantero, que con un cabezazo demoledor la manda a guardar. La gente explota. De verdad. El volante central visitante pega para otra amarilla. No pasa nada. Sólo falta.

El “10 azul” le mete rosca de zurda para un centro divino al corazón del área. El mismo interlocutor anterior vuelve a convertir. Sale corriendo para gritarlo pero ve al línea con la bandera levantada. Bien anulado. El visitante decide que la única manera de llegar al área es con tiros libres desde la izquierda. Una suerte de rebotes le da un gol que el juez de línea anula de forma dudosa. El volante central que ya pegó una para roja y una para amarilla corta una contra. El árbitro lo raja. Se agarra la cabeza y se queja, mientras mira al horizonte como queriendo convencerse de que lo que pasa es insólito. Con 10 jugadores los de blanco tiran pelotazos. Pegan un cabezazo en el travesaño. “Sólo con la pelota parada ponen en jaque al otro”, afirma el comentarista.

A partir de allí habrá talento pero resumido en algunas figuras. Los goles y las faltas  serán devenidas casi en práctica altruista. Van a expulsar un jugador del local y un colega del banco de suplentes va a festejar esa tarjeta roja como si fuera un gol. Van a llegar poco y a hablar mucho. La gente va a cantar, luego a callarse un poco, luego a cantar de vuelta. Los dos arqueros van a tener tapadas importantes. Alguna casi imposible. Van a ir a tiempo extra. No va a ocurrir mucho. Van a protestar.

El reloj los condenará a la tertulia más dura de todas. Los arqueros se abrazarán. Ejecutarán desde el punto penal. Un jugador pateará al cuerpo del arquero y solamente eso será suficiente para que el torneo diga que uno pasa a semifinales y el otro no. Los balances del partido durarán días, en algunos casos. Meses, en otros. Años, en la mayoría.

Como pasa siempre, más allá de aquella noche en Santa Fe en la que el equipo “charrúa” sacó de la Copa América 2011 a su par albiceleste, cuando juegan Argentina y Uruguay.

“El gran clásico del fútbol mundial”

Si bien hay una controversia sobre si el primer encuentro entre Argentina y Uruguay fue en 1902 o en 1901, sí es cierto que a partir de allí nació uno de los encuentros más importantes de la historia del fútbol mundial. “Pienso en Uruguay-Argentina y me conmociono. Realmente. Tal vez porque lo he estudiado mucho. Siento que el gran desarrollo del fútbol está ahí. Mi idea central está en que los ingleses inventaron el fútbol pero los uruguayos y los argentinos lo hicieron trascender”, le cuenta a Lástima a Nadie, Maestro el periodista uruguayo Rómulo Martínez Chenlo, que agrega: “Lo mejor que hicieron en su historia los ingleses fue el fútbol pero el desarrollo, la madurez, el brillo son patrimonio del Río de la Plata, de aquellos criollos, hijos de gallegos, tanos, rusos, que le dieron vida a la pelota, las camisetas y a las banderas. Es, además, el clásico más viejo del fútbol del mundo entre naciones independientes. Para mí es único e inigualable”.

Por su parte, el escritor y periodista Ariel Scher hizo una reflexión similar a este medio: “Tanto en la dimensión deportiva como en la cultural, jugar con Uruguay es siempre mucho. Uruguay es portador de una tradición llena de certezas y también de enigmas que lo pone en lugar especial en la historia del fútbol. Contar Argentina-Uruguay si nos gusta el fútbol es contar la propia biografía, la individual y la social. Siempre está atravesado ese lugar. Los partidos con Uruguay son algo así como puntos de encuentro”

Si uno entra en la fría aunque a veces contundente realidad de los números, Argentina hegemoniza claramente el historial ante su par rioplatense. En 195 encuentros disputados, los albicelestes triunfaron en 90 ocasiones (311 goles) mientras que los charrúas ganaron 57 partidos (con 22 tantos). Empataron en 48 oportunidades. Pero un análisis que incluya un mayor nivel de detalle achica la primacía argentina. Si se excluyen los partidos amistosos, la ventaja de los albicelestes es de solamente 5 partidos (22 a 17), de los cuales 4 fueron en encuentros de Eliminatorias. Es decir, que si uno va a las copas disputadas, las dos selecciones se repartieron, por ejemplo, victorias en partes iguales en los dos partidos de Copas del Mundo, aunque el triunfo de Uruguay fue en una final (1930) mientras que la de Argentina se dio  en octavos de final (1986).

En Copa América (o Campeonato Sudamericano), Uruguay eliminó a Argentina las dos veces que jugaron en formato “mata-mata” (1987, en semifinales y 2011, en cuartos de final) con el aliciente de que ambas fueron en condición de visitante. Además, son muchos los partidos importantes en los que Uruguay venció a Argentina cuando la Copa se disputaba en formato liga. En 1916 Uruguay le sacó un empate en la última fecha y se consagró campeón en el país lindero, mientras en 1917 llegaron a la última fecha igualados y Uruguay le ganó 1 a 0 a Argentina en la última fecha del cuadrangular en Parque Pereira (Montevideo). En la misma ciudad, en 1923, los celestes ganaron 2 a 0 y se llevaron el trofeo nuevamente en el partido final contra los albicelestes.

Un año después, en el Parque Central, Uruguay llegaba con un punto de ventaja pero Argentina no pudo vencerla en la última fecha.  En 1935, en Lima, una goleada 3 a 0 contra Argentina en el encuentro culmine le otorgó la Copa. En 1942 pasó lo mismo, con la salvedad de que Uruguay llegaba un punto arriba y se llevó la copa con un 1 a 0 con gol de Zapirain. En 1959, en Guayaquil, Uruguay fue campeón con Argentina subcampeón y en la tercera fecha los celestes triunfaron 5 a 0 ante su clásico rival, en una goleada histórica. Uruguay fue 10 veces campeón con Argentina en el 2do puesto, mientras que Argentina solo hizo lo propio en dos ocasiones.

Uruguay además le ganó la final de los Juegos Olímpicos de 1928 en Ámsterdam, cuando este certamen se jugaba todavía con selecciones mayores y la competencia era más similar a una Copa del Mundo. Si uno analiza los torneos ganados, los dos empatan en Mundiales y en Copas América y, si bien Argentina ostenta la Copa Rey Fahd (1992, luego “Copa Confederaciones”) y el Trofeo Artemio Franchi, las dos medallas de oro de Uruguay en JJ.OO las ganó cuando no había límites de edad para jugar. Uruguay se llevó a sus vitrinas, además, el “Mundialito” (Copa de Oro de Campeones del Mundo) en 1980.

Como se ve, más allá de la totalidad del historial, el clásico del Río de la Plata es tan parejo como apasionante. Muchas veces parece que el Argentina-Brasil es el verdadero clásico del continente. “Esa jerarquización que afirma que tal es el “Nro. 1” y tal es el “Nro. 2” es en casi todas las cosas arbitraria. Me parece que Argentina-Brasil es un gran clásico y Argentina-Uruguay es un gran clásico y convive esto de tener dos grandes clásicos. Ninguno posterga al otro”, afirmó Scher. Mientras que Martínez Chenlo definió, con contundencia: “Yo soy un fundamentalista con pruebas y un estudioso de que este es el primer clásico entre naciones independientes del mundo. Un clásico se construye. Podría haber quedado como los partidos que, supongo yo, tiempo atrás jugaban España y Portugal. Pero la construcción del clásico está en la idoneidad de los deportistas, en la clase, en partidos que salían geniales y después sobre todo en las dos o tres primeras décadas en que uruguayos y argentinos que, donde estaban, resolvían ellos. No descalifico ni desprecio la condición segurísima de clásico entre Argentina y Brasil pero para mí el gran clásico del fútbol mundial, por historia y por desarrollo, es Uruguay-Argentina”

Algunas de las mil noches

Thomas Lipton era un magnate escocés que donó una Copa en 1905 para que Argentina y Uruguay jugaran al fútbol con fines benéficos. El torneo, que sin mucha originalidad pasó a llamarse Copa Lipton, se disputó durante 87 años en 29 ocasiones y se jugaba a partido único. Argentina ganó 18, mientras que Uruguay hizo lo propio en 11 oportunidades. La última edición fue en 1992, en la que el equipo dirigido por Alfio Basile sacó un empate en Montevideo y se llevó el galardón por ser el visitante. Algo similar a Lipton hizo Nicanor Newton un año después, de la que se desprendió otra competición entre ambas selecciones. Entre 1906 y 1976, Argentina se llevó en 17 oportunidades el trofeo, mientras que su rival hizo lo propio en 11 ocasiones.

El 12 de julio de 1916, tres días después de que Argentina cumpliera 100 años desde su independencia, Uruguay le ganó a Brasil en un partido que tuvo una particularidad: un futbolista brasileño se lesionó y el capitán uruguayo Jorge Pacheco exigió que no se haga ningún cambio porque, según él, las modificaciones no se encontraban permitidas. Ganó la discusión y Brasil tuvo que jugar con 10. Ganó Uruguay 2 a 1.

Unos días más tarde, el conjunto charrúa llegó puntero (gracias al triunfo anterior, ya que Argentina no había podido más que empatar ante Brasil) al encuentro final contra los argentinos. El partido en cancha de GEBA, en Palermo, se suspendió a los  5 minutos, por algunos incidentes y disturbios de los hinchas que asistieron al estadio. Se terminó de jugar en cancha de Racing. Fue empate y Uruguay, que le “arruinó el Centenario a Argentina”, dio la vuelta olímpica en Buenos Aires. 

El 2 octubre de 1924, en la cancha de Sportivo Barracas, el jugador de Huracán Cesáreo Onzari pateó un córner cerrado en un partido que Argentina le terminaría ganando a Uruguay 2 a 1 y la pelota, desde la esquina, se metió directamente en el arco. Meses antes, los charrúas habían obtenido la medalla de oro en París. Desde allí, el “gol olímpico” pasó a la historia.

En 1928, 1929 y 1930, Argentina y Uruguay jugaron tres partidos clave. El primero de ellos, la final por la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam. Se disputaron dos partidos, ya que el primero fue 1 a 1, el 10 de junio. Tres días después se disputó el desempate, que Uruguay se llevó por 2 a 1. Un año más tarde, jugaron en la última fecha del Campeonato Sudamericano. Ganó Argentina 2 a 0 y se consagró campeón. Roberto Arlt escribió una crónica icónica titulada “Ayer vi ganar a los argentinos” en la que (en el primer partido que vio en su vida) resumía el encuentro de la siguiente manera.: “Los uruguayos dieron la impresión de desarrollar un juego más armónico que el de los argentinos, pero éstos, aunque desordenadamente, trabajaron con lo único que da el éxito en la vida: el entusiasmo”. En 1930, en el primer Mundial de la historia, Uruguay venció a Argentina en la final  por 4 a 2 el 30 de julio.

El otro encuentro que disputaron por Copas del Mundo fue 56 años después, por los octavos de final del Mundial de México, que Argentina (luego campeón del mundo) terminaría ganando 1 a 0 con gol de Pedro Pasculli. Consultados por las derrotas y las victorias más recordadas en el clásico rioplatense, tanto Scher como Martínez Chenlo resaltan este encuentro. El periodista argentino afirma: “Es el triunfo que más recuerdo, con el que más me sentí involucrado emocionalmente. Maradona jugó un partido extraordinario. Uruguay tuvo esa respuesta que medida a la distancia impresiona. Era un equipo que venía a los tumbos, con una goleada en contra en la primera rueda, que llegó a los octavos como pudo. Jugó contra el equipo que iba a salir campeón del mundo, quedó solo un gol abajo, con momentos en los que hizo temblar el resultado aunque argentina jugara un muy buen partido”. Rómulo recuerda aquel encuentro como la “derrota más dolorosa”. No obstante, un año más tarde, en un partido que el periodista recuerda entre los más importantes de su vida, Uruguay eliminó a Argentina en semifinales de la Copa América 1987 en el Monumental de Buenos Aires. 

En 2011, Chenlo rememora “el empate en el Cementerio de los Elefantes”, es decir, la eliminación con tiros desde el punto del penal de Uruguay a Argentina, en Santa Fe, por los cuartos de final de la Copa América 2011. El último ejecutante fue Martín Cáceres, cuyo pase a la red dio lugar a uno de los relatos más hermosos que tuvo el clásico rioplatense, a manos del periodista chileno Pedro Carcuro: “Lo hicieron de nuevo. Sí señora, sí señor, lo hicieron de nuevo. Son los uruguayos, son los mismos de siempre. Son los del Mundial del 50, son los de los Juegos Olímpicos, son los de las Copas Libertadores. Son ellos, son los orientales, son los charrúas. Son los inclaudicables. Hay que ser uruguayo para ganar una definición aquí, en Santa Fe. Este estadio ha sido el Cementerio de los elefantes para Argentina. Hay que ser Uruguayo para alcanzar de nuevo la gloria. Hay que ser Uruguayo, para imponerse en un dramático final. Otra vez lo hicieron. ”

Una sonrisa

Argentina y Uruguay son un clásico. En tanto tal, las instancias en las cuales la pasión y la rivalidad ganan terreno son sistemáticas y permanentes. No obstante, eso no impide la posibilidad de que haya puntos en común. Muchos.

“Los parecidos en términos de genealogía futbolística se rastrean explorando la historia de introducción y de multiplicación del fútbol en estos países. Son dos países que en el final del Siglo XIX y en el Siglo XX no tenían una historia idéntica pero tenían algunos elementos en común y los procesos de germinación del fútbol tienen también esos elementos en común que los hermanan. No hay azares en que si hay un primer Campeonato Sudamericano en 1916 en el que Uruguay sale campeón se haya hecho en Buenos Aires con Argentina cobijando esa copa”, afirma Scher.

El escritor y periodista también indica lo siguiente: “Además Uruguay es siempre el símbolo de algo entrañable en mi mundo de afectos, historias y referencias asociadas al fútbol. Hemos cantado tantas veces “uruguayo, uruguayo” en la cancha que se ha justificado tener ojos para ver a esos uruguayos y garganta y voz para enunciar eso. Muchos y muchas queremos mucho a Uruguay en este lado del ancho charco”. Chenlo va en la misma línea. “Si yo no fuera uruguayo sería argentino y eso lo traslado a nuestras sociedades. En el fútbol también. Es tan complejo como claro decir en qué nos parecemos y en qué nos diferenciamos. Somos uno”.

El diario Ovación de Uruguay, en la previa de la final de la Copa América en el Maracaná entre Argentina y Brasil del 10 de julio pasado, sacó en tapa una foto de Messi con el título “Dale, Botija” y la referencia explícita de que “el mundo futbolero uruguayo” quería que el astro argentino se alce con el trofeo. Al final, entre tantas tertulias que incluyen talento, garra, patadas, goles, pasiones, odios y amores, hay lugar para lo verdadero. Cuando Argentina o Uruguay miran del otro lado del río, se encuentran siempre con una sonrisa.

Santiago Núñez

Twitter: @SantiNunez

Lástima a nadie, maestro necesita tu ayuda para seguir existiendo, suscribite por $200.

También te podés anotar en Pase al Pie, nuestro newsletter semanal completando este formulario:

1 Comment

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s