El boxeo femenino cumplió 20 años en plena pandemia. El festejo fue un año después en forma de un libro que se puede entender como La Biblia del boxeo femenino argentino. Yesica Palmetta e Irene Deserti escribieron “Abran Paso 20 años de boxeo femenino en argentina” y hacen historia en la literatura argentina. Escribe Carla Lorena Lorenzo.
No es casualidad que el boxeo sea el deporte sobre el que más se escribe, no es casualidad que busquemos refugio en el papel como testigo y canal para defender y difundir la historia.
Boxear y escribir son dos acciones que tienen como herramienta principal las manos, los brazos, los puños. El escritor belga, Maurice Maeterlink, en su libro La inteligencia de las flores escribió un ensayo titulado El elogio del Boxeo en el que decía: “el puño es el arma de todos los días, el arma humana por excelencia, la única orgánicamente adaptada a la sensibilidad, a la resistencia, a la estructura tanto ofensiva como defensiva de nuestro cuerpo.”
Y sobre esa arma humana escribieron la periodista Yesica Palmetta y la bióloga Irene Deserti. Libro que podemos pensar como un guiño a Maurice por la profesión de sus dos autoras. Este trabajo lleva como nombre “Abran paso. 20 años de boxeo femenino en argentina”, un libro generoso que a lo largo de 520 páginas no se olvida de nadie.

Nos encontramos con las historias de todas las boxeadoras que se animaron a salir del rol que se le asigna a la mujer, no solo en la sociedad sino también en los deportes. Y como si esto fuera poco, las autoras reconocen a todas las personas que intervinieron en estos 20 años de vida del boxeo femenino difundiéndolo, cuidándolo y, sobre todo, defendiéndolo: periodistas, árbitras, relatoras, juradas, promotoras, entrenadoras.
La historia del boxeo femenino en nuestro país, y en el mundo, se puede leer como una pelea por la igualdad y la conquista de derechos. El boxeo se convierte en un lugar donde la pregunta: “¿y porque no?” funciona como motor que ilusiona y ordena.
La Tigresa Marcela Acuña hizo carne ese ¿y porque no? y en 1996 decidió tomarse un micro desde su Formosa a Buenos Aires para comenzar a abrirse paso e invitar a todas las mujeres que practicaban o no boxeo a que luchen por un reconocimiento, un lugar en este deporte.
Lo logró, el 25 de marzo de 2001 se estrenaba el reglamento de boxeo femenino en Argentina y a ella le daban la licencia número uno.
Desde ese día el boxeo femenino profesional se convirtió en una realidad.
Si bien este deporte es individual y súper competitivo, como decía Ringo Bonavena: «cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo”. Sabemos que las conquistas se logran de manera colectiva o no se logran.

Yesica Palmetta e Irene Deserti supieron recopilar cada historia y ordenarla de manera casi cronológica, contextualizando cada relato. A medida que se avanza en la lectura pareciera que todas estas mujeres que intervienen en la historia del boxeo, tanto arriba como abajo del ring, conversan entre sí, dándole mucha emotividad a estos 20 años de lucha.
Cada una de las protagonistas trae al presente el día que conocieron y se enamoraron del boxeo, también se refieren de manera detallada al día que llegaron a un gimnasio. Algunas cuentan que tuvieron que explicarle a su familia porque habían elegido este camino. Uno de los puntos más importantes de este libro es como relatan cada adversidad, cómo la superaron y qué aprendieron, porque al fin y al cabo el boxeo es eso.
Claro está que la historia del boxeo femenino se sigue escribiendo y haciendo: queda muchísimo por mejorar y reconocer. Siguen siendo muchas las dificultades e injusticias que las boxeadoras viven en comparación a un boxeador hombre.
Empezando por la diferencia en las bolsas, las mujeres están ridículamente lejos de cobrar como un boxeador varón. Una de las “explicaciones” es el tiempo de cada combate, el box femenino se pelea a 10 rounds de 2 minutos cada uno, por lo que las peleas duran 20 minutos aproximadamente, situación que a los patrocinadores no los convence mucho y no generan peleas. Es por esto que muchas eligen irse a pelear a otros países. Y como todo tiene un pero, irse no hace la diferencia sustancialmente. Las bolsas siguen siendo bajas, las peleas son difíciles de conseguir como así también los sponsors que quieran acompañar a una boxeadora.
Siguiendo y sumando a la problemática de no poder convertir al deporte en el trabajo principal, algunas tienen que buscar un segundo trabajo, por lo que entrenar se vuelve dificultoso; dejamos para otro momento la discusión sobre las dietas responsables que tiene que llevar adelante todo boxeador para estar en condiciones de subir al ring, acá también las mujeres la tienen complicada.

Y por último todavía las boxeadoras tienen que convivir con los prejuicios que toda una sociedad tiene sobre las mujeres que practican este deporte.
Tal como lo escribe Verónica Moreira en el prólogo de este libro al que tituló: “La superación de los prejuicios”, aún las tildan de machonas, marimachos o poco femeninas y siguen hablando de su cuerpo, esto sigue sucediendo en gimnasios, esto lo escuchan en cada pelea.
Pero estas situaciones no son limitantes y mucho menos son causantes de abandono, todo lo contrario, a cada contratiempo ellas los convierten en excusas que las obligan a no tirar la toalla.
Aprendimos que el boxeo es constancia, disciplina y esfuerzo para llegar a un objetivo. Pero sobre todo el boxeo es sinónimo de pasión y amor y estas mujeres lo saben muy bien.
Por más mujeres boxeadoras en los gimnasios, en los barrios, en el ring, en la televisión y sobre todo en los libros.
Carla Lorena Lorenzo
Twitter: @lacarlalorena
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