Hoy cumple 44 años el máximo goleador e ídolo absoluto de Livorno (Italia). Un futbolista puede llegar a ser un caso de cultura popular si a los goles le suma identidad y sentido de pertenencia. Si demuestra con gestos y actitudes que todo lo que hace y dice es por haber nacido en ese lugar del mundo.
“La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí.
Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.”
Eduardo Galeano-El fútbol
Livorno es el puerto industrial de la Toscana, una ciudad humilde del norte italiano. Allí nació el Partido Comunista Italiano en 1921, cuando Amadeo Bordiga y Antonio Gramsci abandonaron el XVII Congreso socialista, y convocaron a un congreso constituyente. Desde ese momento esta localidad pesquera es conocida en toda Italia por su pensamiento de izquierda.

En línea con su ciudad los hinchas del Livorno, suelen exhibir banderas del Che Guevara y Lenin y todos los partidos cantan ‘Bella ciao‘, el tema popular de la Segunda Guerra Mundial contra las tropas fascistas.
En ese contexto de una ciudad con ideas de izquierda reflejadas en la cancha por los hinchas del Livorno aparece la historia de Cristiano Lucarelli. Hijo de un cargador portuario de la ciudad, afiliado al sindicato y militante del partido comunista. A pesar de ser hincha del Livorno declarado no jugó en el club de sus amores hasta los 28 años. Aunque ya de chico en sus primeras entrevistas como futbolista declaraba: “Para algunos, el sueño es ser millonario, comprarse una Ferrari, un yate. Para mí, lo mejor de mi vida sería jugar en Livorno”. Lucarelli debutó en el Perugia y jugó en muchos otros clubes de Italia.

En el pueblo igual ya era conocido porque en 1997 metió un gol con la selección sub 21 de Italia y lo festejó mostrando una remera con la cara del Che Guevara, lo que le valió que, por presión de los dirigentes del calcio italiano, no vuelva a ser convocado por varios años.
Pero en el año 2003 Livorno ascendió a Segunda División y Lucarelli estaba con el pase en su poder. Aunque tenía tentadoras ofertas le pidió a su representante Carlo Pallavicino que arregle con el Livorno. El propio Pallavicino publicó un libro sobre esa decisión y lo que ocurrió después titulado «Quédense con sus millones”.

En la temporada 2003-2004 Livorno ascendió a Primera División, después de 55 años, con Lucarelli como el goleador del campeonato. Así con una sola temporada en el club ya era el máximo ídolo de la historia del Livorno. Tuvo muchas ofertas para irse pero eligió quedarse en el club del puerto. Ya en Primera sus goles llevaron al Livorno, por primera vez, a un torneo internacional como la Copa UEFA.
Lucarelli es el gran ídolo del pueblo de Livorno, lleva tatuado el escudo delclub y usaba el número 99 en su camiseta en homenaje al año de la fundación de los ultras del Livorno conocidos como Brigate Autonome Livornesi. Su relación con los pesados de la hinchada lo llevó en 2005 a pagar de su bolsillo un micro que trajera de vuelta a los hinchas que habían quedado detenidos después de peleas con la policía tras un partido de visitante.

En ese mismo 2005 la hija del Che, Aleida Guevara, quien estaba de visita en Italia para recaudar fondos para un hospital pediátrico estuvo en Livorno, conoció a Lucarelli y dijo: “Sé que es un gran jugador y que ama mucho a mi padre, y yo sé que a él también le habría caído muy bien”. Lucarelli le devolvió el guiño al declarar: “El Che Guevara representa un símbolo para aquellos que creen en la libertad y el respeto por los seres humanos. Han dicho que mi apoyo al Che no coincide con un futbolista millonario. Pero no siempre fui un futbolista millonario y mantengo mis creencias y mis héroes”. Lucarelli festejaba sus goles con el puño en alto con guiños comunistas y ha llegado a declarar: «Los árbitros nos cobran en contra porque somos comunistas».
En julio de 2007 Lucarelli termino su ciclo en Livorno y se fue a jugar a Ucrania. Antes de irse invirtió la mitad de su sueldo anual para la creación de un diario local en la ciudad llamado Corrieri Di Livorno para que cuente las noticias que los hegemónicos no hacían. Para la creación de ese medio se apoyó en el periodista Gianni Mina especialista en América Latina. «Hay algo que une a Mohammed Ali a Tommy Smith, Maradona y…Cristiano Lucarelli: es una idea deportiva ligada a ideales y a la valentía de enfrentarse a un orden establecido aun poniendo en peligro su propia carrera», diría años después Mina en el documental dedicado a Lucarelli llamado “99 Amaranto”.

Luego de finalizar su carrera como futbolista escribió su biografía llamada “Del barrio al fin del mundo”. Ahí cuenta que aprendió a jugar a la pelota con su hermano en los contenedores del Puerto de Livorno y que por esos años dudaba si trabajar en el puerto o dedicarse a jugar al fútbol de manera profesional. El libro está dedicado a los hinchas del Livorno y a “aquellos que ven el deporte y los clubes deportivos como un sentimiento y no una mercancía”.
El año pasado era el técnico de Livorno en la serie B cuando Juventus contrató a Cristiano Ronaldo. En la cuenta de Twitter oficial del club pusieron «el verdadero Cristiano lo tenemos nosotros», acompañado de una foto de CR7 lamentándose y otra de Lucarelli, celebrando un gol en su etapa como jugador.

La banda de punk italiano Los Fastidios le escribió una canción llamada “Un calcio ad un pallone”. Un fragmento de la misma dice: “Patear una pelota, un puñetazo en el cielo, patear una pelota, el futbolista de guerrillas. En la cara de los que quieren que el fútbol es sólo un negocio sucio, en la cara de los que quieren que el fútbol es sólo falsa solidaridad.”
Lucas Jiménez