Hoy cumple 41 años Carlitos Tévez. Una personaje ambivalente. Que va de la reivindicación de Fuerte Apache a manejarse como un empleado de Mauricio Macri. Es tan justo observarlo con la lupa del juzgamiento como con el encanto frívolo y placentero de la idolatría. Escribe Santiago Núñez.

«Cualquiera puede corregir una página de (Roberto) Arlt, pero nadie puede escribirla».

Ricardo Piglia

Cuando Borges introduce a través de Ryan la historia de Fegus Kilpatrick en su célebre “Tema del traidor y del héroe” pareciera mostrar que las definiciones son, a veces, inalcanzables. Es tanta la dualidad entre un personaje que es referente y traidor a la vez que pone al desnudo una lógica de análisis muchas veces desmoralizante pero inocultable: las categorías a veces son complejas.

Hay personajes que nos llevan al dilema Kilpatrick: es tan justo observarlos con la lupa del juzgamiento como con el encanto frívolo y placentero de la idolatría.

Carlos Tévez juega, a veces, en el equipo de esa ambivalencia. ¿Quién es? ¿El precursor casi cinematográfico del fútbol popular de Fuerte Apache o el agente de negociados de Mauricio Macri y sus parques eólicos? ¿Es ese que cuida su fortuna con atisbos de contador metódico o el que hablaba de los los pibes de la calle y el valor de la amistad? ¿Es el de los dólares en China o el ídolo que volvió en épocas de exilios qataríes?

Será injusta la dualidad: no es patrimonio exclusivo del actual técnico de Independiente. No obstante, tan fuerte es su figura que aquella característica incluso puede llevarse, con un poco de mala leche, a su brillante carrera. ¿Tévez es el multicampeón o aquel que dijo que la selección argentina en la que jugaban él y Lionel Messi te desprestigiaba?

Hay algo. Se ve. A veces sólo una magia hace que las presiones se guarden y le ganen a los complejos esquemas tácticos o a las brillantes demostraciones de técnica. La dicotomía radica en que de Tévez se habla: no puede pasar desapercibido. Quien quiera postular esto como disvalor deberá demostrarlo.

Pareciera, por la potencia de su figura, que Tévez es más que un personaje borgeano. Con la picardía de Silvio Astier, quizás le valga más el estudio que Piglia propone para Arlt: Cualquiera puede corregir a Tévez. Nadie puede escribir una historia como la suya.

Santiago Nuñez
Twitter: @santinunez

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