Hace 8 años un grupo de uruguayos que viven en Estocolmo, Suecia, fundaron un equipo de fútbol. La pelota rodando en el césped como una excusa para mantener vivo el ritual latinoamericano futbolero del otro lado del mar.

En Estocolmo, en general, la gente habla bajito, casi como sí desde sus cuerdas vocales se retratara la calma y el orden. Pero en algún lugar, como si fuera un humilde sitio perdido del sur, el Djembé y la Conga suenan con una percusión que marca el clásico 3×2 del ritmo candombero, y el silencio se rompe en una pequeña tribuna. Los fans no son “fans”, sino que son hinchas. El frío y la nieve escandinava no se enfrentan con vasos térmicos, sino con un cuero y una bombilla armando unos verdes.

Las camisetas celestes se mezclan con los copos blancos en un césped que, igual, mantiene un verde europeo admirable. La grandeza de un lugar, la impronta de la Barra de Montevideo se intercala, casi pidiendo permiso, en un lugar sueco en el que la pelota, el mate y la hinchada hacen acordar a Uruguay, como si por un rato fuera Obdulio Varela el que va al piso, como si Suárez y Cavani brillaran, o como si un dúo de guardianes jugara a ser Godin y Giménez. Allí, la magia se hace inalcanzable, y, al menos, hay un poco de ruido.

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Uruguayanska. Sueño de campeones” se llama el documental que retrata esta historia de doble identidad cultural. “Uruguayanska es importante para mucha gente, es mucho más que un equipo de fútbol”, afirma Juan Martín Curbelo Artigas el director del audiovisual.

“Les voy a leer lo que para mí es el fútbol: éramos todos muy amigos, nos gustaba jugar juntos, la pasábamos bien reunidos, intentábamos hacerlo lo mejor posible. Atacar mucho y luego recuperarla con la ilusión de volver a atacar, y esperábamos la compañía de la suerte. Ése es el fútbol, muchachos.”

Con esa frase del Loco Marcelo Bielsa arranca el documental sobre el equipo que está afiliado a la Asociación Sueca de Fútbol y en 2017 logró el ascenso a la Sexta División. Tan lejos de casa, el fútbol sirve como una herramienta para acortar distancias, hacer relación con compatriotas y dar a conocer la cultura futbolera uruguaya. Juan Martín Curbelo Artigas hizo un curso de cine, compró una cámara con el apoyo de su esposa y se animó a filmar. Juan, que emigró de Uruguay hacia Suecia hace ya muchos años, sentía que lo hecho por el equipo en Estocolmo debía darse a conocer. En esta nota habla sobre las culturas, las raíces, la inmigración y los sueños. La milonga que nos trajo acá.

-¿Cómo nace Uruguayanska y cómo surge la idea de contar la historia mediante un documental?

-El equipo nace por un grupo de amigos, en su mayoría uruguayos, que se juntaban a jugar al fútbol en Estocolmo en distintos parques. Siempre estaba la idea de armar un equipo. Pero el impulso se dio luego del mundial de Sudáfrica, donde a Uruguay le fue bastante bien y ahí volvió la ilusión del fútbol uruguayo que nos llegó a todos. Por otra parte yo había hecho un curso de cine documental en 2013 y la idea de hacer un documental de Uruguayanska siempre estaba ahí. Para mandarlo a Uruguay y contar esta historia de uruguayos en el exterior y abarcar el tema de la doble identidad cultural que a todos en el equipo les llegaba de una forma u otra.

-Detrás de la pasión por el fútbol, ¿el tema de la doble identidad cultural es el que más quisieron hacer visible entonces?

-Personalmente yo vivo muy de cerca el tema de la identidad y doble identidad cultural. He vivido la mitad de mi vida en Uruguay y la otra acá en Suecia. La idea era abordar esa temática. Qué pasa con una persona que tiene que emigrar a otro lado y esa lucha personal de añorar volver y a veces no poder. También cómo uno empieza a incorporar la identidad del lugar en el que está y así va enriqueciendo la que ya tiene.

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-En el documental se ve que en cada partido de Uruguayanska y en cada reunión que hacen se arma como un ritual: el asado, los tambores en la tribuna y los festejos de los goles con abrazo general. ¿Qué significado adquieren esos momentos en la distancia?

-Es muy importante mantener las tradiciones y las costumbres que uno ha dejado, en este caso Uruguay. Y el hecho de realizarlas sirve para alegrar los corazones y no sentirse tan perdido o solo. Es lindo ir a ver a Uruguayanska, escuchar los tambores y comerse un chorizo. También es importante que los hijos nuestros que crecen acá estén en contacto con la cultura uruguaya. Es muy enriquecedor porque es algo que no lo encuentran acá en Suecia. Son sociedades muy diferentes en sus formas de celebrar y hacer sus cosas.

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-¿Qué les dicen los suecos del equipo o los que vienen a verlos sobre la cultura y costumbres uruguayas?

-Un compañero del curso de cine me decía que le encantó todo el ambiente porque él no lo veía en su entorno sueco. El hecho de pasar un momento juntos de esa manera. Los suecos son un poco tímidos y tienen su forma de reunirse pero es más tranquila. Uno se toma el metro en Estocolmo y hay mucho silencio. La gente no habla por hablar con alguien. No hay ese contacto. Entonces vienen a ver un partido de Uruguayanska y está todo el mundo hablando en voz alta, a lo que es el nivel sueco que es bastante bajito, y es muy agradable para algunos. Capaz que otros lo viven con un poco de nerviosismo al principio pero después se dan cuenta que no hay ningún problema, que está todo bien y a la mayoría les gusta.

-¿Para vos en particular o para el grupo en general qué rol vino a cumplir Uruguayanska para acortar la distancia con su país de origen?

-En lo personal es muy importante tener estos espacios para no olvidarme quién soy, de donde vengo. Porque en otro lado no lo encuentro. Como dice mi hermano, que es uno de los protagonistas del documental, no es que Uruguayanska llenó un vacío pero sí levino a dar color. Así como para nosotros esto es importantísimo, para otros inmigrantes será reunirse a tomar su té como lo tomaban en su país, ir a bailar o escuchar música de sus lugares de donde vienen.

-¿Ustedes tienen alguna canción que usen de cábala antes de los partidos?

-La canción con la que nos sentimos representados es una de Los Muñaños, una banda de uruguayos formada acá en Estocolmo, que se llama “Esta hinchada”.

-¿Cuál es el sueño a futuro que tienen con Uruguayanska?

-El sueño es que Uruguayanska llegue a ser un club social donde también se puedan hacer otras actividades para niños, incluso algunas cosas ya estamos haciendo.

Acá en Argentina en el deporte es muy fuerte el mensaje resultadista de que lo único que sirve es ganar y ser campeón. Sin embargo ustedes nacen de un equipo que terminó 4° en un mundial y el documental arranca con una frase de Marcelo Bielsa que hace 17 años no consigue un título. ¿Por qué crees que el mensaje del Loco trasciende tanto las culturas y hasta los deportes?

-Me parece que Bielsa es un filósofo del fútbol. Yo no lo conozco personalmente, pero por lo que se ve es muy especial, muy sensible. Eso no se ve mucho hoy en el fútbol, esa manera de decir las cosas y de demostrarlas. Por eso tiene esa repercusión y deja su legado a donde vaya y en otros lugares y otros deportes también. No lo voy a comparar con Tabárez pero son esas personas que son más maestros que directores técnicos.

-Hablando de cosas que surgen después de un mundial. En Rusia a Uruguay y a Argentina nos eliminó Francia, cuyo capitán,Antoine Griezmann, toma mate. Después del título, en el país del campeón mundial mucha gente se interesó por probar de qué iba esa infusión tan característica del Río de la Plata. ¿Allá en Suecia pegó también la moda del mate o solo lo toman ustedes los uruguayos?

-El mate no ha pegado mucho acá en Suecia, no he visto por la calle caminar gente tomando mate. Pero sí lo he visto en tiendas. En la mayoría de los supermercados de los suburbios se vende el mate. También en el centro en los barrios medio bohemios venden la yerba. En la gente joven que ha viajado por Sudamérica sé que está un poco de moda, incluso antes del mundial. Hay mucha gente de Suecia involucrada en los movimientos sociales que viajan para allá. Muchos se traen su mate, su yerba y en su casa tomarán con sus amigos. En la calle no se ve pero yo sé que hay gente que lo consume. Después lo qué sí hay es una gaseosa que tiene sabor a mate. Yo la vi en Alemania y ahora llegó a Suecia.

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Juan Martín Curbelo Artigas

-La moda que sí está pisando fuerte tanto en Europa como en Latinoamérica es la del avance de gobiernos de derecha que entre muchas cosas que tienen en común está la estigmatización y hostilidad hacia los inmigrantes. En Rusia 2018 vimos los casos de Bélgica y Francia, por ejemplo, que los deportistas de elite hijos de inmigrantes fueron determinantes y valorados. Pero no pasa lo mismo con personas de similares características a ellos en la sociedad ya que muchas veces son excluidos y señalados. ¿Según tu experiencia qué crees que le aporta la inmigración a Suecia, no solo la uruguaya sino en general?

-Yo creo que acá la inmigración le da mucho a Suecia no solo en las relaciones sociales sino en todos los ámbitos de la sociedad. En todos los rubros laborales estamos los inmigrantes trabajando y de una forma también llevando adelante este país. Yo por ejemplo trabajo cuidando y ayudando con sus tareas diariasa los jubilados y la mayoría de los que trabajan conmigo son inmigrantes. Eso también pasa en los hospitales, las fábricas, en las escuelas, en muchos lugares. Ese intercambio que da la inmigraciónes mucho más grande y profundo que el que se ve o el que se nota.

Lucas Jiménez y Santiago Núñez

Fotos: Willian Silveira y Gonzalo Brochado

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