El ídolo de los niños volvió al pasto a desparramar felicidad televisada. Pero como eso de la juventud es solo una actitud del alma no solo emociona a la franja etaria más baja. Es como un circo rodante que desparrama alegría por la ruta. Frena y sigue. Te deja retazos de sueños por los rincones, alguna risa y su zurda. La magia de los rocanroles. Escribe Lucas Jiménez.
“Estar lejos de las canchas me hizo pensar. Como cualquier otro jugador, sólo quiero volver a jugar. Porque jugar es un premio y con la gente que nos sigue, es más lindo todavía. Inspirar a otros y que otros nos inspiren. Quizás la Copa más importante de todas… es traer felicidad a todos. Así que ahora que volvió el fútbol, estoy listo para ir por esa Copa de nuevo.”
Lionel Messi
Santiago de Chile
Chile nunca ganó la Copa América. Ellos lo saben por la tele que lo repite a cada segundo antes de la final. Partido al que van a ir porque son familiares de Charles Aranguiz. Ellos tampoco saben que Argentina no tiene volantes modernos como su hermano y primo. En realidad su objetivo en aquella tarde-noche en Santiago no es preocuparse por lo que no saben sino aprovechar lo que sí saben.
Van a ver de cerca a su ídolo que usa la 10 de la selección rival. Cuando Chile y Argentina definían al campeón de la Copa América 2015 en tanda de penales a ellos ya les habían dado la noticia de que iban a poder bajar al campo de juego. Alexis Sánchez la picó ante Chiquito Romero y Chile ganó la primera Copa América de su historia. Ellos ingresaron a la cancha a festejar. La idea era dar la vuelta olímpica pero al entrar vieron una imagen.
Estaba el 10 rival sentado en el piso con la vista clavando el suelo. Los 2 pequeños, de 9 y 6 años, enfilaron para ahí.»¿Por qué en vez de ir a celebrar fueron donde estaba él?», les preguntaron en una de las tantas notas que hicieron en la televisión chilena. «Porque vi al mejor del mundo tirado en el suelo con cara de fracaso», respondió el más grande de los dos.
Se acercó, le pidió una foto pero al toque se dio cuenta que no estaba la cosa para selfies. Entonces se inclinó a acompañar el momento a pocos centímetros de distancia. No le salían las palabras. Pero se animó a hacer algo. Le apoyó su manito en la cabeza y de adentro del cuerpo le salió decirle «tenes que estar tranquilo, esta vez le tocó a Chile».

Belo Horizonte
Juega su selección y él tiene entrada para ver las semifinales de la Copa América que su país organiza. La noche anterior se duerme tarde. Busca el lado frío de la almohada pero no hay caso. Prende la luz y revisa si en la mochila todo está en su lugar. La cartulina nueva le pincha suavemente sus manos semi dormidas. De arriba ojea si el pegamento no hizo desprender la hoja pegada. Todo es uno.
Al otro día va a la cancha con su remera amarilla y el escudo de Brasil en el corazón. De repente sale el equipo rival. Le tiemblan las manos. Mira para los costados. Desliza la hoja por la mochila que había apoyado en el piso con el cierre abierto. La saca y la levanta como un juez de línea anunciando que se van a jugar 5 minutos más. La sostiene con fuerza sin saber que fotógrafos del mundo lo están enfocando. No posa, su cara es natural. Casi tanto como su cartel que dice «MESSI» Quando crescer, quiero ser craque igual a vocé!!!!

Almagro-Palma de Mallorca
Cumplir años a mitad de junio hace que tus cumpleaños transcurran, casi siempre, mientras la selección argentina está por jugar alguna competencia: mundial o Copa América. Es mi caso puedo recordar particularidades de cada cumpleaños que cayó en el medio de un torneo. Hace 15 años que Messi es la banda de sonido de los debates de mi cumpleaños. A favor o en contra. También lo iba a ser este 2020. Mi autoregalo de cumpleaños era ir a Córdoba a ver Argentina-Uruguay por la Copa América.
La pandemia global del Covid-19 arrasó con todo. Con mi cumpleaños, con mi regalo, con mi festejo. De repente un día leí la noticia: “Vuelve el fútbol español”. Todavía no tenía fechas precisas. Al final se dio este fin de semana que pasó. Pudo haber sido el anterior o el siguiente. Pero fue este. Un día antes de mi cumpleaños y después de 98 días sin jugar por el coronavirus Messi volvía a las canchas. Era en un Mallorca-Barcelona, de esos partidos que en un mundo normal ves el compacto de los goles por SportsCenter en algún hueco de tu vida.

A nada de cumplir 32 años el sábado a la tarde fui un nene ansioso haciendo la fila para comprarse un copo de nieve en la plaza. 10 minutos antes que empiece el partido ya estaba en posición. Hacía más de 3 meses no me sentaba a ver un partido en vivo. Me había olvidado hasta cómo era. Arrancó rápido y furioso. Quería tomar nota de la primera pelota que toque Messi y se me pasó. Algunas distracciones son un buen signo de relajación. Algunos relajos son necesarios para la mente.
Grité un gol de Braithwaite. Tan cuarentena que duele. Tuve que googlearlo para ver cómo se escribía. El 1 a 0 de Arturo Vidal no lo grité porque me tomó por sorpresa. Estaba buscando la posición de Messi y cuando lo divisé solo por derecha en modo Raúl “Pipa” Estévez en sus mejores épocas en San Lorenzo, la pelota ya era impulsada por la cabeza del chileno antes de inflar la red como nariz al barbijo. Era la segunda vez en 2 días que se me escapaba la tortuga.
La primera fue en la fila de la caja del supermercado. Trataba de guardar distancia con la persona que estaba adelante mío cuando una señora se metió en el hueco a fingir un acting (nivel Sebastián Estevanez) sobre si llevar un paquete de Terepin grande o chico. Cuando levanté la vista ya estaba adelante mío en la fila sin paquete de pepas en el carrito y sin vergüenza. No había VAR, ni ganas de discutir, así que no le dije nada.
Donde sí hay VAR es en el fútbol español, revisaron el gol del futbolista danés que festejé como propio. También hay sonido ambiente de estadio por más que no haya público en la cancha. Una aberración tecnológica efectiva para la transmisión televisiva. Llena de normalidad ficticia un partido anormal.
Sigue el primer tiempo. Messi lo juega como si fuera un papi entre amigos. Combina creatividad en sus intervenciones con algunos movimientos lentos y displicentes. Se nota que está disfrutando volver a jugar. Combina con Jordi Alba como si hubieran estado 3 meses entrenando juntos a escondidas al estilo Riestra. El 18 que juega de lateral izquierdo parece haber guardado la precisión en un pen drive. La conserva intacta. Centro perfecto para el gol de Vidal, trepada y definición suya en el tercero. Pintaba para figura de la cancha. Pero Messi tenía otros planes. El papi fútbol fue agarrando vuelo profesional de crack de elite a medida que pasaron los minutos. Yo en mi casa disfrutaba que volvió mientras acá sigue el encierro y aumentan los casos día a día.
En 3 meses pasó de todo. Ya no está Luis Torre para recordarme que no es mejor que Diego. Tampoco lo tengo para que me avise cada vez que La Renga saca un tema nuevo. Días antes de partir a alentar desde las plateas más altas me firmó una publicación de Facebook donde puse que acababa de gritar de nuevo el gol de Rojo a Nigeria con Messi a cococho en el festejo en el último mundial. “Hoy pensaba en que me da miedo olvidarme qué es gritar un gol”, me puso. Yo, que desconocía su situación de salud, le respondí “ni aunque pierdas la memoria”. El próximo gol que haga Independiente estoy seguro que va a mandar un Truenotierra para avisar que lo está gritando allá arriba.

Volvió Messi nomás y por hoy no le voy a ver la cara a mis miedos. Soy un nene gritando y aplaudiendo cómo le hace el 4 a 0 a Mallorca. “Cuatrentena”, titula Miguel Simón, el mejor relator televisivo de fútbol en la Argentina. Por un segundo pienso si ya se habrá confirmado que en el AMBA volvemos a la fase 1. Pienso en mis amigos y en mi familia que mañana no voy a ver. En que no vamos a hablar de Messi. Trato de buscar si hay relación entre amar y envejecer.
Apago la tele. ¿Qué podemos comer hoy? Vuelve la rutina de encierro. “Una rutina que me lastima si no estás vos”. Pongo música. Algo del vacío. “Hablan de mí las paredes. Entran todos en sus redes”. Entro yo también. Messi, Messi, Messi por todos lados. Pienso que asistencias y goles ya hizo muchos. Esta vez no es eso. Sigue la cuarentena y “no hay lugar para las emociones, lo estamos viendo”. Volvió a jugar Messi para recordarnos “¿Hace cuanto no pensamos en nosotros?”
————–
“Partículas, somos semillas, poco importa ver el fruto. Ponemos en marcha el carro. Los melones se acomodan. La música me daña, me sana, me enmusica. Vamos a hundir la nariz en el plato si hace falta. Si nos aplastan somos titanio. Si somos titanio venceremos. Las estrellas iluminan porque nos quieren. Es el resultante de ser buenas personas. Cosechamos las semillas. El amor como pandemia. Vamos x la copa.”
Martín El Lakkis-El resultante de una suma
Lucas Jiménez