A partir de una carta de jugadores de la Primera D, este texto reflexiona sobre la idea de llegar. Sebastián Ferrario, Julio Gauna, Daniel Bazán Vera y Ricardo Bochini, se mezclan con distintos sueños que no pudieron cumplir, aun habiendo cumplido el fundamental: jugar a la pelota. Escribe Gonzalo Bressan Otegui.

Durante la cuarentena por el Covid-19, aprovechando el parate, Sebastián Ferrario y Julio Gauna, jugadores de Deportivo Paraguayo, escribieron una carta en representación de la Primera D, exhibiendo el martirio que aqueja cada futbolista de la divisional. La última categoría del futbol argentino es la única, de los directamente afiliados a AFA, en la que sus planteles no cobran un salario. Ellos reciben un viatico por ir a entrenar. En la carta explican que la D es una categoría amateur, que no tienen obra social, jubilación ni seguro, que si no juegan no cobran.

Pero, quizás, lo mas incomodo para ellos sea la dificultad para encontrar un trabajo en blanco, teniendo en cuenta que los clubes entrenan por la mañana y, muchas veces, juegan en la misma semana, añadiendo que los fines de semana concentran, y también tienen pretemporada. La mayoría de estos futbolistas se topan con el dilema si uno u otro. Pero no dejan de ir a entrenar. Siguen jugando al futbol.

Cuanto darían esos chicos por vivir del futbol. Por pagar los gastos mínimos y no depender de otro trabajo. Por tener la carrera que tuvo Daniel Bazán Vera. El jugador que más goles metió en una temporada de la B Nacional, con 36 goles. El máximo goleador de la historia de Almirante Brown y de Tristán Suarez. Un delantero que estuvo en once clubes del ascenso, que no olvida sus primeros pasos. ‘’Cuando empecé –cuenta el delantero-, si hacia un gol, quizás mi familia no tenia para comer, para comprar pan, pero llegaba a casa y habían comprado el diario’’.

Bazán Vera fue uno de los mejores jugadores de la historia del ascenso. Hizo 340 goles, pero nunca jugó en la Primera División del futbol argentino. En una nota en la revista Enganche, el futbolista contó que le pediría al genio de la lámpara. ‘’Dame cinco fechas y después te doy mi alma. Haceme jugar el primer partido con River, el segundo con Boca, el tercero con San Lorenzo, el cuarto con Independiente y el quinto con Racing. Dame esos cinco partidos con Almirante y después llevame donde quieras’’.

Lo que hubiese dado Daniel Bazán Vera por jugar, al menos, uno de los 638 partidos que Ricardo Bochini jugó en primera. Todos en Independiente. Dueño de una singular forma de ver el futbol, dentro y fuera de la cancha, pero también de un nuevo adjetivo. Si un pase es digno de un aplauso, es bochinesco. Ricardo gambeataba, ponía últimos pases como ninguno, y hacia goles importantes. En el Rojo levantó cuatro Libertadores, dos Intercontinentales, tres Interamericanas y cuatro campeonatos locales.

Bochini es uno de los mejores jugadores de la historia del futbol argentino, pero solo jugó seis minutos en una Copa del Mundo. En 1986, México, donde Argentina logró la copa, ingresó en la semifinal contra Bélgica faltando pocos minutos. ‘’Cuando vi que entraba Bochini, me pareció que tocaba el cielo con las manos’’, dijo Diego Armando Maradona sobre ese partido. Pero Ricardo Enrique siente que podía haber jugado más. ‘’Si hubiese nacido en otro país jugaba cuatro mundiales’’. En el 74 era joven. En 1978 fueron convocados Daniel Valencia, Julio Villa y Norberto Alonso, en su puesto. Y en el 82 fue la base del 78, más Maradona.

Bochini reconoce la dificultad de jugar cuatro mundiales siendo argentino. La cantidad que jugó Lionel Messi, o al menos, los tres que jugaron Ángel Di María, Sergio Agüero o Gonzalo Higuain, disputando más de diez partidos cada uno. El Bocha sabe lo difícil que es llegar a jugar una final de Copa del Mundo. El ídolo máximo de Independiente, uno de los mejores jugadores de la historia del futbol nacional, con trece títulos y con más de 600 partidos en primera. Lo que daría por uno de esos Daniel Bazán Vera, un emblema del ascenso, goleador histórico, que pudo cambiar su vida y la de su familia, y poder vivir del futbol. Eso con lo que muchos jugadores de la Primera D sueñan, y no tener que elegir si jugar al futbol o trabajar. Ellos, que cada partido se olvidan de lo que cobran y salen a defender sus colores. Se ponen la misma vestimenta que sus compañeros, y juegan en la Asociación del Futbol Argentino. Detrás de todo eso, millones de argentinos que anhelaban ser futbolistas. Pero no es fácil llegar, imaginen a una final de un Mundial.

Gonzalo Bressan Otegui

Pueden leer más textos de él acá.

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