Juan Goytisolo no escribió mucho sobre fútbol. Pero hay un cuento que nos permite hablar de la Guerra Civil, la suerte, el fútbol y la literatura. Escribe Farid Barquet Climent.
En Coto vedado, el primero de sus 2 libros autobiográficos, Juan Goytisolo recuerda que, cuando era niño, mientras estudiaba en una escuela religiosa durante los años posteriores a la guerra civil española,
en los estudios sicopedagógicos redactados anualmente para las familias, los padres (sacerdotes) subrayaban, inquietos, mi aislamiento, falta de atención a los juegos, desinterés por mis camaradas, lecturas furtivas.[1]
El ganador del Premio Cervantes 2014 relata cómo el “infantilismo” y “el espíritu gregario” de sus compañeros “no se compadecían con los hábitos de soledad y lectura contraídos”[2] por él durante la guerra. “Mis intereses, preocupaciones, gustos, no hallaban un territorio común donde enlazar con los suyos”.[3]

Por esa ausencia de empatía apuntalada por su “carácter reservado y arisco”[4] y por su nula afección al deporte —que comparte con otro escritor: Julio Cortázar—,[5] escribe Goytisolo:
los esfuerzos por hacerme jugar al fútbol fracasaron siempre de modo lamentable.[6]
Pero el futbol no iba a quedar fuera de su literatura. Apareció en su obra gracias a las vivencias que le deparó el servicio militar obligatorio, al que en España le llaman la mili.
El medio año que el escritor pasó acuartelado en 1956 en Mataró, localidad ubicada a media hora al norte de Barcelona, es la materia de los cuentos reunidos en su libro Para vivir aquí, publicado en Francia en 1961. En el que lleva por título “La guardia”, Goytisolo cuenta la historia de “El Quinielas”, un recluta andaluz que, “por culpa del fútbol”,[7] acabó en la cárcel castrense en la que Goytisolo fue habilitado como guardia.

Aficionado al Club Deportivo Málaga —hoy Málaga Club de Fútbol—, “El Quinielas” no se perdía “un partío”[8] del equipo de la Costa del Sol, hasta que tuvo que irse a la mili en 1953. No lo dice Goytisolo, pero en el primer tercio de los años 50 el Málaga —para el que jugó 2 temporadas el portero mexicano Guillermo “Memo” Ochoa, de 2014 a 2016— inició su prolongada saga de subidas y bajadas entre las divisiones Primera y Segunda, que lo han convertido en el típico “equipo ascensor” como les dicen en España, un “yo-yo club” como les llaman en Inglaterra, porque va y viene de una categoría a la otra con mucha frecuencia. La cronología del Málaga[9] se ve así como un electrocardiograma totalmente perturbado: es la segunda entidad del futbol ibérico, detrás del Betis de Sevilla, que registra más ascensos y descensos: 11 veces ha ido para arriba y otras tantas para abajo.
“Cuatro temporás que no veo jugar al Málaga”,[10] se lamenta “El Quinielas” en diálogo con “su sargento” Goytisolo. Vaya que su nostalgia tenía motivos. Por el tiempo en que transcurre el relato se puede colegir que, en los años previos, desde las gradas del estadio La Rosaleda —inaugurado el 14 de septiembre de 1941— “El Quinielas” había presenciado los mejores años del interior derecho Pedro Bazán, factor determinante para el regreso del Málaga al circuito estelar en 1952[11], máximo goleador histórico del conjunto boquerón con 134 tantos en 187 partidos, tres veces pichichi de la Segunda División y dueño a la fecha del récord español de más goles logrados en un solo partido por el mismo jugador: le anotó 9 al Hércules de Alicante el 4 de enero de 1948.

La misma temporada en que “El Quinielas” se fue a la mili, Bazán dejó el Málaga. Al terminar aquel torneo de Liga 1953-1954, el equipo porteño descendió.
El que fue portero del Málaga en aquella competencia, Alfredo Vera, catalán como Goytisolo, explicaba en entrevista para el diario El Mundo Deportivo —cuyas páginas devoraba “El Quinielas” durante su reclusión[12]— la causa por la que en aquella temporada el conjunto malacitano se precipitó a la división inferior:
No se quisieron gastar unas pesetas que hubieran sido una buena inversión; se prefirieron unos fichajes modestos, sin caer en la cuenta de que en el fútbol como en cualquier otro orden ‘lo barato sale caro’.[13]
Al igual que su añorado Málaga, por motivos también relacionados con el dinero “El Quinielas” terminó igualmente por descender.
Lector asiduo, como ya sabemos, de El Mundo Deportivo —la publicación deportiva más antigua de España, cuyo primer ejemplar circuló en Barcelona el 1 de febrero de 1906— “El Quinielas” se sumergía en sus páginas para conocer a detalle “el resultado de los partidos, la clasificación, los goles a favor y los goles en contra y hasta el nombre de los jugadores lesionados”.[14] Con ese bagaje “El Quinielas” se daba a la tarea de llenar las boletas que le valieron su apodo:
En el cuartel pasaba por ser una autoridad en materia de fútbol. No hablaba jamás de otra cosa y, todo el santo día, lo veías por ahí con su libretita copiando la puntuación y los goles. El tío se preparaba para jugar a las quinielas y no se nos ocurrió que, un buen día, podría llevar sus teorías a la práctica”.[15]
Pero el día en que se decidió a llevarlas a la práctica, no fue un buen día:
Un sábado arrambló con cuatro mil pesetas de Caja y las arrambló a las quinielas. (…) Lo de las cuatro mil pesetas no era un robo, era un ‘adelanto’ y creía que, al cabo de pocos días, podría restituirlas sin que nadie se enterara… Lo malo es que el cálculo falló y, al verse descubierto, volvió a hacerse otro ‘préstamo’, esta vez de once mil pesetas… Estaba preso en el engranaje y probó una tercera vez: catorce mil. Cuando se dio cuenta había hecho un desfalco de treinta mil pesetas…[16]
Al advertir el tamaño del abismo al que lo había arrojado su ilusoria aspiración de volverse millonario con dinero ajeno, “El Quinielas” decidió ahorcarse. Pero hasta en ese intento falló. Y como no logró autoejecutarse la pena capital, purgando la de prisión se encontró con Goytisolo.
El autor de novelas como Reivindicación del conde don Julián y Makbara no nos cuenta qué pasó después con “El Quinielas”, pero lo que nosotros sí sabemos es qué ha pasado desde entonces con el Málaga. El club sólo conoció un lustro digno de recuerdo deportivo durante la primera mitad de los 70. Después apenas un par de destellos plausibles: entre 1997 y 1999 consiguió dos ascensos consecutivos, de Tercera a Segunda y de Segunda a Primera, este último, ya bajo la dirección de Joaquín Peiró —anotador del gol de último minuto que eliminó a la selección mexicana del Mundial 62—, quien luego llevaría al equipo a disputar la Copa uefa 2002-2003, luego de ganar la extinta Copa Intertoto; y una década más tarde, con el chileno Manuel Pellegrini como entrenador, gracias una alineación sudamericanizada en todas sus líneas —desde los argentinos Willy Caballero en el arco, pasando por Martín Demichelis en la defensa y Diego Buonanotte en el medio campo hasta la punta con Javier Saviola en el ocaso de su carrera, más el brasileño Julio Baptista y el uruguayo Diego Lugano— y pintada con tinta de calamar malagueño por Isco y Jesús Gámez, se metió hasta los cuartos de final de la edición 2012-2013 de la Champions League.

Sumándose como un caso más a la lista de clubes que evidencian la perniciosa conversión de los clubes españoles en sociedades mercantiles, el Málaga está intervenido judicialmente desde febrero de 2020 a raíz de que una juez ordenó deponer de la conducción de la entidad a su accionista mayoritario, un jeque qatarí, y a tres de sus hijos, por la probable comisión de delitos parecidos a los que le probaron a “El Quinielas”: administración desleal y apropiación indebida.[17]
Un fragmento de una conversación que sostuvo con el escritor italiano Massimo Rizzante me hace sospechar que Goytisolo a veces pensaba en el futbol. Aquel día de 2010 le dijo a su interlocutor: “también la prosa es una cuestión de ritmo y acentos”.[18] ¿También? ¿Por qué usar esa palabra relacional? ¿Será que Goytisolo concebía a la prosa como al futbol, juego de ritmo y acentos, de candencias cambiantes, de aceleraciones y pausas, de intensidades variables?
Tendrían que pasar 6 décadas desde la publicación del relato de “El Quinielas” para que Goytisolo volviera a imbricar al futbol con los usos del idioma. Desde su casa en Marrakech, durante una entrevista para el diario El País en 2010 declaró: “En Marruecos los institutos Cervantes son un éxito. Y luego está el fútbol. Sí, el Barça y el Real Madrid son aquí los mejores embajadores de la lengua de Cervantes”.[19]
[1] Juan Goytisolo, Coto vedado, Madrid, Alianza Editorial, 1999, p. 107.
[2] Idem.
[3] Idem.
[4] Ibidem, p. 108.
[5] Mario Goloboff, Julio Cortázar. La biografía, México, Seix Barral, 1998, p. 17.
[6] Goytisolo, Coto vedado,op. cit., p. 107.
[7] Juan Goytisolo, “La guardia”, en Para vivir aquí, Barcelona, Bruguera, 1980, pp. 87.
[8] Ibidem, p. 84.
[9] El primer partido de futbol disputado en Málaga se jugó en 1904, mismo año en que ahí nació la filósofa más insigne del siglo XX español: María Zambrano. El encuentro balompédico inició a las 17:00 horas del domingo 3 de abril frente al Hospital Noble, que entonces aún funcionaba como tal. El organizador del encuentro fue Antonio Sánchez y de Vives, presidente de la Sociedad Málaga Foot-Ball Club, cuyos integrantes formaron para la ocasión dos equipos, que terminaron empatados a un gol. Véase José Antonio Ariza Gálvez, “El primer partido de ‘foot-ball’ en Málaga”, en La Opinión de Málaga, 30 de noviembre de 2019.
[10] Goytisolo, “La guardia”, op. cit., p. 84.
[11] Dirigido por el entrenador Antonio Barrios, el Málaga se ganó su segundo ascenso a la máxima categoría al proclamarse por primera vez campeón de la Segunda División el 13 de abril de 1952, tras vencer 5-1 al Granada.
[12] Goytisolo, “La guardia”, op. cit., p. 83.
[13] Juan Narbona, “Vera, el portero del Málaga ¿Jugará la próxima temporada en el Madrid o en el Valencia…?”, Mundo Deportivo, 18 de julio de 1953, cuarta página.
[14] Goytisolo, “La guardia”, op. cit., p. 87.
[15] Ibidem, p. 88.
[16] Idem.
[17] Nacho Sánchez, “Un juzgado nombra un administrador judicial en el Málaga y aparta de la presidencia a Al Thani”, El País, 20 de febrero de 2020.
[18] Massimo Rizzante, “Conversación con Juan Goytisolo”, Letras Libres No. 259, 1 de julio de 2020, p. 38.
[19] Javier Rodríguez Marcos, “Un solo idioma para ortodoxos y heterodoxos”, El País, 28 de julio de 2010.
Farid Barquet Climent
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