La amistad de Maradona con Goyo Carrizo, la discusión dentro del feminismo y la oportunidad para construir nuevas masculinidades. Diego más cerca de la justicia social que de las contradicciones. La gira despedida del fútbol argentino, Queen, el Potro Rodrigo y la foto final en Plaza de Mayo. Escribe Lucas Jiménez.
«Ese día Maradona se despertó más temprano que de costumbre, pero después se quedó boludeando en la habitación. En un momento, Diego dijo: ‘tengo unas ganas de comerme un sanguche de mortadela’… Pero Diego también contó que había hablado con sus hermanos, con Lalo y el Turco, de una jugada en la que él se recostaba sobre la derecha, encaraba, dejaba rivales en el camino y definía al segundo palo. Y entonces dijo: ‘Tengo unas ganas de hacerle un gol de esos a los ingleses’. Y bueno, un rato después, de esa manera, hizo el gol de su vida.»
Roberto Mariani-Fragmento de «El partido» de Andrés Burgo.
Y sin darte cuenta amanecerá
Enfrente de la casa de Goyo Carrizo vivía un albañil que trabajaba a metros de la cancha de Argentinos Juniors. Fue quien lo llevó a una prueba. Al finalizar la práctica siente una mano en la cabeza y una voz: “sos el único que va a quedar”. Era Francis Cornejo. Así empezó a jugar en el Bicho, Gregorio Carrizo. A los tres meses lo encaró al técnico.
-Hay uno en el barrio que juega mejor que yo, ¿lo puedo traer?
-Ya está todo completo
-Pero es mejor que yo
Hablaba de Diego de Estrella Roja de Fiorito, el de la calle Azamor a cuatro cuadras de su casa de Chivilcoy. Lo conoció en el patio del colegio Remedios de Escalada que quedaba entre la estación y la Ribera. Le llamó la atención un nene pateando una bolsita rellena con papeles de alfajores. Se pusieron a patear juntos. Tenían 7 años y estaban en primer grado. Así nació la amistad que derivó en la prueba de Pelusa en Argentinos. Después del entrenamiento Francis Cornejo fue hasta Fiorito a buscar la cédula de Diego. Doña Tota le mostró la partida de nacimiento pero no estaba convencida con que juegue en el Bicho. Tenía 8 hijxs y trabajaba todo el día. No podía llevarlo a entrenar.

“Mi papá se hizo cargo los primeros años, nos llevaba y nos traía de acá al predio de Malvinas. Eran casi dos horas de viaje. Nos colábamos en el tren en Fiorito, después cruzábamos caminando el puente Alsina, que Diego siempre dice que para él era como cruzar el puente de Manhattan, y ahí nos tomábamos el colectivo. A la vuelta llegábamos dormidos a casa”, cuenta Goyo en una entrevista en El Gráfico.
La carrera de Diego tomó un camino ascendente. Goyo subió a Primera un año después del debut de su amigo. Luego vinieron algunas lesiones y una decisión que le trabó avanzar en su carrera. No quiso irse de Fiorito donde jugaba partidos por mucha plata. “Una vez estaba citado en cancha de Huracán para jugar con la Tercera, pero la noche anterior jugué acá, me doblé el tobillo y no pude ir”, cuenta en la nota con el periodista Diego Borinsky. Reconoce que Maradona de chico tuvo una mentalidad adelantada “quería triunfar en Primera, yo prefería jugar acá”. Así y todo jugó en algunos clubes del Ascenso antes de dejar el fútbol profesional a los 30 años.
Dirigió tres categorías de Huracán en liga, no en AFA, donde tuvo al Kaku Romero Gamarra. También le pagaron para que traiga jugadores de Mendoza. “Este pibe es un crack”, dijo cuando lo vio al Pity Martínez. Le consiguió una prueba en Boca. “Es buen jugador, pero muy chiquito, y Boca no espera”, le respondieron. Misma respuesta recibió cuando lo llevó a El Porvenir y a Banfield. Se lo recomendó al empresario Marcelo Simonián que lo ubicó en Huracán.
Después que Diego pasó a ser Maradona Goyo lo vio muy pocas veces más. Como los buenos amigos apareció en las malas. “Diego se estaba preparando en un campo para el Mundial 94. Me había enterado por un muchacho del barrio que en una reunión con gente famosa, Diego estaba pasado y se quiso tirar por el balcón. Me puse muy mal, averigüé la dirección del campo y me fui para ahí. Alcancé a darle una carta a uno que entraba con una camioneta. Al rato, veo que viene una camioneta levantando tierra a lo loco, tocan bocina, y gritan “Goyo, Goyo”, y me metí en el campo, Diego bajó y nos dimos un abrazo y llorábamos los dos. “No llores, si estamos juntos”, me decía Diego. Después entramos en la casa y estuvimos como cuatro horas hablando en la habitación.”
-Diego, yo ando mal, boludo, hay veces que no tengo nada para comer, a mi casa viene gente que me dice ‘vamo a meter caño’ o ‘vamos a vender droga’ y yo los saco cagando. Vos sos fuerte, dejate de joder, vos superaste un montón de cosas difíciles, no podes llegar a esto”.
-Sí, tenés razón. Tenés razón, Goyo, pero esto es duro, no te metas en la droga, no te metas.
Para darle fuerzas a tu corazón
El año pasado Diego Armando Maradona volvía al fútbol argentino para ser el técnico de un Gimnasia de La Plata casi condenado al descenso. “Yo quiero seguir jugando a lo perdido”, tituló nuestro gran Juancito Stanisci en una nota.»Diego sabe que meter la cabeza en la boca del cocodrilo es peligroso y la va a meter igual. Después dice ´no sé cómo voy a hacer pero yo la voy a meter igual´. Diego no nació para ser explicado. Como decía Rodolfo Walsh «la realidad no es solamente fascinante sino que es casi inexplicable», analizó el profe Fernando Signorini en FM Club 94.7.

“Gimnasia es pueblo, es periferia y es el último mito viviente de la ciudad», dijo alguna vez Laureano Durán que fue presidente del lobo entre el 57 y el 67. Este mito viviente y el pueblo tripero se unieron para la gira despedida de Maradona que arrancó con el estadio de El Bosque lleno para ver su presentación con el ex futbolista Chirola Romero en la tribuna agarrado del alambrado y Nacho Fernández en la platea.
Gimnasia fue a jugar a Córdoba y Diego se reencontró con Daniel Valencia. Después recibió a River y Marcelo Gallardo le pudo decir “te quiero mucho” mientras se tocaban los cachetes. El Muñeco le agradece que después que erró un penal jugando para la selección argentina en 1995 y sintió la reprobación de la gente “Diego me llamó por teléfono para darme ánimo y me dijo que le diera para adelante, que tenía mucha confianza en mí. Fue algo sorpresivo, él no tenía por qué hacerlo».

En Mendoza ganó su primer partido y vio desplegar el telón “Dios, El Papa y El Mesías. Orgullo nacional” con su cara, la de Francisco y la de Messi. Después fue a Rosario a seguir demoliendo hoteles. Bailó al compás de la música de la gente de Newell´s. Hubo una multitud cantándole a un balcón donde estaba el técnico rival que se puso la gorra del equipo al que iba a enfrentar.
En el partido le regalaron un sillón al estilo Game Of Thrones y lloró mientras bajaba de las tribunas el “esta camiseta la usó Maradona”. Perdió el clásico con Estudiantes como local. Se peleó con la Gata Fernández pero se abrazó con Andújar. Fue a Banfield a reír con Falcioni y escuchar “el fútbol nos da vida”. Lo encaró a Datolo post partido y le dijo “no te hagas el boludo y dame tu camiseta”. Jesús metió un golazo contra Brasil con Diego de técnico de la selección.
Ya en este 2020 el Diego Tour siguió en Parque Patricios. Piti y Bochi de Las Pastillas del Abuelo le tocaron en la cancha el tema “¿Qué es dios?” que escribió el poeta y tachero Beto Sueiro. Le dieron una gorra de la banda que usó en el partido. Se abrazó con Brindisi con quien supo concentrar cuando fueron compañeros en el Boca 81. Volvió a Rosario esta vez para jugar con Central. En el hotel conoció a Tomas Felipe Carlovich, le firmó una camiseta con la frase “para el Trinche que fue mejor que yo”.

Fue al Libertadores de América a reencontrarse con su ídolo Bochini. Volvió a La Bombonera a ver a Boca campeón, se dio un pico con Tevez y se despidió de su gente. El último partido completo que dirigió fue contra Banfield sin público antes que se pare el fútbol. Se fue caminando hablando con Falcioni recordándole cuando le tapó dos penales. Quedó en llamarlo en la semana para seguir aprendiendo.
El fútbol argentino pudo despedir a su mayor fruto. Alguien que por más que llegó a la gloria máxima siempre siguió consumiendo la pelota de sus orígenes. Cuando le preguntaban por Mauro Icardi para la selección ha dicho “antes lo convoco a Obolo o a Bazán Vera”. Cuando Bruno Marioni todavía era Bruno Giménez estaba en un boliche donde en el VIP se encontraba Maradona. De caradura se acercó al seguridad de ese sector para decirle su nombre y que era futbolista de Newell´s. Solo quería un autógrafo de Diego. A los minutos se vieron unas piernas arriba de una silla y una cabeza enrulada gritando “Brunito, ¿Dónde está Brunito?”. Era el propio Maradona. El mismo que en 2007 fue a saludar al vestuario de Boca al técnico Russo. Un joven lateral izquierdo estaba saliendo de bañarse, le pide una foto y mientras seguía caminando lo escuchó decirle a Miguelo: “ese petiso es Urribarri, ¿no?”

Como sopla un ángel perdonando todo
Muchas feministas quieren a Maradona, lo que no quiere decir que él sea feminista sino más bien todo lo contrario. Ha extendido en su voz el lenguaje machista que monopoliza el relato del fútbol. Hijo sano de una cultura que hoy se encuentra en revisión, en gran parte por la lucha del movimiento de mujeres y disidencias que vinieron a visibilizar determinadas violencias que estaban naturalizadas.

En las redes sociales algunas feministas fueron atacadas por salir a expresar su dolor ante la muerte del Diez. “Me parece que hay que pensar en esa mirada popular que fuimos construyendo a lo largo de estos años, donde es inevitable que Maradona se nos cruce, no solo por su origen humilde sino por lo que significó para todo un pueblo. Las alegrías que nos dio gratis me parece que tienen que ser reconocidas. Desde el feminismo hay que pensar que parte de lo que criticamos al patriarcado es su rigidez para evaluar y su mirada superior sobre algunos temas. No podemos pararnos en posturas rígidas porque las personas somos contradictorias y desde ahí construimos”, analizó la periodista y escritora de Marcha y Chirimbote Nadia Fink en LANM.
Pero además toma algunas imágenes vistas en la despedida como una posibilidad para construir nuevas masculinidades: “Si hay algo que vimos en estos días es hombres llorando públicamente sin temor a mostrar lo que les estaba pasando. Me parece que es una muy buena oportunidad para el feminismo para poder interpelar a partir de ese dolor y de esa manifestación pública. Cómo podemos construir nuevas masculinidades donde eso pueda aflorar en otros sentidos y no solo ante la muerte del Diego.”
La futbolista de Racing Luciana Bacci en un ciclo de vivos de Instagram que hicimos en cuarentena se paró “del lado de defender a la mujer que lo denuncia y que estuvo en una situación de inferioridad de poder. Pero no soy quién para ponerme a decir esta piba es más o menos feminista por seguirlo a Maradona. Me parece que estamos todes en un proceso de deconstruirnos y aprender de las cosas que pasan. La realidad es que yo también por ahí escucho una canción de un reggaetonero que es súper machista y misógino, y capaz que la canto. Son cosas que estamos aprendiendo en el camino.”
Maradona no fue perfecto, fue el que llevó a cabo el sueño más perfecto, que no es lo mismo. Fue el que llevó al mundo nuestras luchas y nuestras contradicciones, lo que tenemos y lo que nos falta. Aunque quizás no era contradictorio sino que defendía las cosas que él entendía justas, cercanas a la justicia social en beneficio de las minorías.

En un mundo ideal de personas perfectas las siguientes cuestiones no serían para destacar. Pero en la coyuntura actual y entendiendo que hablamos de una persona nacida hace 60 años bienvenidos los machitos de barrio como Maradona que cuando Passarella era técnico de la selección argentina y declaró “este es un país democrático y yo no estoy en contra de los gays, simplemente que en mi trabajo no lo permitiría”. Diego le retrucó: “Tiene una mentalidad de la edad de piedra, es un retrógrado. No puede ser tan tajante, hay que tratar de dejar bien paradas a las personas y no meterse en sus vidas privadas”. Al año siguiente festejaría goles en Boca dándose picos con Caniggia.
En este país que sigue luchando por el aborto legal, seguro y gratuito bienvenidos los religiosos que viven hablando de dios y les cuelga una cruz del pecho pero declaran «Mi idea es cuidar a la mujer. No se puede seguir este ida y vuelta en el que la mujer tiene que arriesgar cada vez que tiene un embarazo y tiene que ir a un carnicero para sacar al bebé. Eso es ser criminal. Yo les pediría a los que están votando que le den una posibilidad a esa mujer de elegir».
Aunque no veas el sol en mí, en ti yo voy a estar
La primera vez que mi mamá vio a Maradona en un estadio fue en febrero del 81 en el recital de Queen en cancha de Vélez. En realidad el verbo ver es aventurado. “Estábamos tan lejos que veíamos una M y la gente decía está Maradona”, me aporta vía whatsapp. Diego jugaba en Boca y el técnico Marzolini no quería que vaya al recital. Al final logró convencerlo pero se terminó armando lío porque en la escapada se sumaron sus compañeros el Chueco Alves y Jorge Quiroz.


El miércoles al mediodía me llegó el mensaje. “Luuuu. Murió Maradona. Me enteré en el remis volviendo con tu abuela y lloré”, me escribió mi mamá. Y a la noche me dijo “ya arreglé con Kari para ir a Plaza de Mayo. Sus primas fueron a la cancha de Argentinos porque viven en Paternal. Abrieron las puertas de la tribuna”. En ese estadio también estuvo Nadia Fink que le preguntó a un nene de 9 años qué significaba para él Maradona. “Es el que empezó con todo esto del fútbol”, le respondió.
El jueves Avenida de Mayo se llenó de gente que fue a despedirlo a la Casa Rosada donde lo velaron. Mi vieja terminó de trabajar a las 14. Tomó el tren en Quilmes rumbo a Constitución con su compañera Kari. Yo estaba trabajando de casa y le mandé los videos de la represión para que desista de la idea, baje en la estación “Darío y Maxi” y se vuelva a Lomas. No hubo caso. El próximo mensaje que me mandó fue 14.50 para avisarme que ya había tomado el subte, algo que no hace ni en pre pandemia por su miedo al encierro y a las multitudes.
Entonces agarré la bicicleta y fui para allá. Ya sabía que no llegaba a entrar porque el velatorio terminaba a las 16. Apenas pisé 9 de Julio me di cuenta que el fútbol argentino no volvió en septiembre con la Libertadores, ni en octubre con las eliminatorias sudamericanas, ni en noviembre con la Liga Profesional. Volvió el 25 y 26 de noviembre con la gente embanderada yendo a despedir a su ídolo. El barrio va llegando al show: remeras, banderas y vino en cartón.

Sembró alegría en el pueblo. Regó de gloria este suelo. Dos oraciones de “La mano de dios” explican todo de manera perfecta. La canción que popularizó el Potro Rodrigo pero que escribió su cuñado Alejandro Romero cuando tenía 24 años y estaba en plena crisis. Sin laburo pensó en dejar la música, tiró la guitarra y se puso a llorar. «Aunque nunca fui muy religioso, ahí se me da por empezar una charla con Dios en la que le ruego que me diera una señal. Le pedí que me diera una mano; lo cuento y lo recuerdo como si fuera hoy. Ahí empecé a escribir algo que en ese momento para mí no tenía sentido: ‘En una villa nació, fue deseo de Dios, crecer y sobrevivir, enfrentar la adversidad, con afán de ganarse a cada paso la vida’», relató en La Voz del Interior.
El tema fue un boom, Rodrigo lo tocó en el Luna Park delante de las hijas de Maradona. Lo iba a incluir en su próximo disco que nunca salió porque el 24 de junio del 2000 un accidente automovilístico se lo llevó de este mundo. «Una vez, después de uno de los Luna Park, me aseguró que se iba a morir. ‘Arriba del escenario, me pegan un tiro, me accidento con la camioneta’, me decía. Estaba afectado por el mito de los 27 y todo lo que se generaba alrededor de su figura», cuenta Alejandro Romero, a quien en abril del 2001 lo invitaron para que cantara la canción en la casa de Diego por el cumpleaños de Dalma.
El tema fue el himno de estos días de dolor. De madres, padres, abuelos y abuelas llorando recordando imágenes en vivo televisadas. La selección con Maradona (y Bilardo) eliminaron en mundiales a todos los campeones del mundo. En México 86 a Uruguay, Inglaterra y Alemania. En Italia 90 a Brasil y al local. Después de Diego solo en el 98 eliminamos a un campeón del mundo como Inglaterra y por penales.
En Plaza de Mayo el motor del carnaval de la eterna tristeza lo aportó la juventud. La que llegó a Diego por VHS primero y por You Tube después. Una bandera de Los Pibes de Vélez parafrasea al Negro Fontanarrosa con su “No nos importa lo que hiciste con tu vida. Nos importa lo que hiciste con la nuestra”.

Me encuentro con mi vieja. Caminamos un poco. Ella se pone para hacer la fila. Yo doy vueltas con la bici. La fila sigue avanzando pero ella sabe que son las 15.50 y ya no va a poder entrar a poder ver el cajón. No le importa. La busco para despedirme antes de irme. “Avisa cuando llegas”, me suelta. Chocamos los puños. Kari me saluda de lejos mientras la empujan para avanzar. 10 minutos después yo ya estaba por Congreso. Ellas vieron como cerraron las puertas de la Rosada y enfilaron la vuelta. Caminaron por Avenida de Mayo. No pudieron ver a su ídolo. A ese que fue demasiado de carne y hueso para la vida de superhéroe que tuvo. Mi vieja le pide a Kari que le saque una foto.
¿No pudo verlo? Solo porque no se dio vuelta. Atrás de ella salió un Pelusa. Remera de Boca, bandera de la selección puesta como una capa en la espalda, rulos cubriendo toda la cabeza. Debía andar buscando la parada del 28 que une Casa Rosada con Fiorito. De fondo seguía sonando que alguien no se murió, que vive en el pueblo.

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-Mamá
-Hola, mi amor
-¿Como estas Tota? Te amo Mama
-Mamita
-Hablarle por radio a mi mamá para mí es muy difícil porque yo la quisiera tener acá al lado mío porque estamos viendo momentos excepcionales realmente. Yo sé lo que ella sufre cuando le dicen que el nene juega mal. Entonces hoy el nene estoy seguro que la hizo feliz. Quiero que sepa que la adoro, que los goles que hice son para ella. Te quiero mucho Mama
-Yo también mi amor. Anda a descansar mi hijo que me hiciste la madre más feliz del mundo

Lucas Jiménez
Twitter: @lucasjimenez88

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