Tigre escribió importantes páginas de las últimas dos décadas de nuestro fútbol. Hoy se juega el ascenso a La Liga Profesional contra Barracas Central en cancha de Banfield. Repasamos otros partidos decisivos en la historia del equipo del norte del conurbano bonaerense. Escribe Santiago Núñez.
El Club Atlético Tigre consiguió su pasaje a Primera División en diciembre de 1912 y para el primer torneo profesional organizado en 1931 por la Liga Argentina de Football, continuaba allí. Su primera actuación rimbombante se dio en 1933, cuando llegó al triangular final de la Copa Beccar Varela, un trofeo oficial pero no regularizado en el marco del balompié tradicional. El galardón quedó, finalmente, en manos de Racing.
Desde aquellos años y hasta principios del Siglo XXI intercambió buenos y magros resultados, que lo hicieron alternar entre la Primera División y los certámenes del ascenso argentino. Tres veces se quedó con el torneo de Segunda (1945, 1953 y 1979) y en seis ocasiones fue escolta (1944, 1952, 1960, 1967, 1976 y 1983). Consiguió cuatro ascensos a la máxima categoría y tres a la Primera B o B Nacional.
Pero desde hace un poco menos de 20 años, el Matador empezó a ser protagonista de la élite del fútbol argentino. Algunos puntos culmines y eventos memorables no son más que la finalización de procesos ricos y desarrollados de historia futbolística, pero al mismo tiempo permiten repasar hitos de un grande de la Zona Norte del Conurbano.
2004: Un cuento chino
Trastabilla. Por milésimas de segundo parece que su cuerpo perderá el equilibrio y no podrá cumplir con los reclamos del cerebro. Pero a la carrera, de cara a uno de los goles de su vida, el “7 bravo” encuentra una nueva forma de posar: se banca la presión del central que ya le huele la nuca, apoya el pie izquierdo por encima de la pelota y cuando el arquero se le acerca para achicarle el ángulo, ensaya un golpe de costado, mitad taco, mitad borde interno, que sorprende al cancerbero y hace que el balón ingrese, manso, para acariciarse con la red.
Carlos Ariel Luna corre, con la boca abierta y los brazos desplegados, hacia sus costados, para enraizarse en la alegría de los que pasaron la Odisea y pudieron meterse en la popular visitante. Luna, mejor conocido como “el Chino”, corre de forma paralela a un alambrado que es mucho más libertad que prisión, mientras parece que en Vicente López todo es grito, sonrisa y un poco de sol.

Sobre aquel último partido del Apertura 2004 que le dio el torneo a Tigre en la cancha de Platense y le permitió el ascenso a la B Nacional, Ignacio Roy Pontoriero, que es periodista partidario del club de Victoria para Info Ascenso (RBD radio), se acuerda mucho. La primera es una definición contundente: “Fue el inicio de la etapa más gloriosa de Tigre”. “Dos cosas” se le vienen a la cabeza cuando rememora esa tarde en la que estuvo camuflado por Vicente López sin poder acceder a la popular: “La alegría de que Tigre estaba por salir campeón en cancha de Platense y los nervios porque podía pasar cualquier cosa».
Eugenio Peralta Cabrera, delantero paraguayo y actual jugador del Rangers de Andorra, puso el 2 a 0 y selló la historia, con un festejo en el que se subió casi dos metros a la grada. “Fue una fiesta”, sostiene Pontoriero, que celebró un torneo en el que su club se coronó una fecha antes y llegó a los 43 puntos (20 PJ), con 12 victorias, 7 empates y 1 derrota. Seis meses después ganarían el Clausura, lo que les daría el ascenso directo al Nacional. Pero más allá de los números, lo importante para Roy y el resto de los Matadores fue otra cosa: “Dar la vuelta en la cancha de tu clásico”
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Los jugadores dicen sus últimas palabras. De fondo, en la pared, hay un escudo marrón que dice “C.A.P” (en alusión al conjunto local). Cuando están por avanzar en el túnel, el técnico Ricardo Caruso Lombardi, que ya les dijo que eran los mejores, los ve ansiosos.
Les pega un grito seco, corto y eficiente. “Entramos caminando”. Y así, a paso lento en el verde césped, Tigre empieza a cambiar su historia. Pisando el campo de juego con calma. Y agarrados de la mano.
2007: Desde atrás
Tigre llegó desde atrás. Obtuvo el tercer lugar en el Apertura y el sexto en el Clausura. Empezó perdiendo en la ida contra Chacarita y lo dio vuelta en el partido definitorio de las semifinales del Reducido. El primer partido con Platense empató. Lo definió en casa. Toda esa vuelta en la que arrancó desde atrás, no le sirvió para ascender, sino para jugar una Promoción con ventaja deportiva en contra. Nueva Chicago lo esperaba.
“Es la gran vuelta a la Primera División después de 20 años. La categoría a la que pertenece Tigre por historia», afirma Pontoriero, quien recuerda que no fue a Mataderos porque gente del barrio le dijo que la cosa no iba a terminar bien (lamentablemente tuvieron razón).
Tigre llegó desde atrás. Igual que Leandro Lázzaro, que desde atrás metió una pirueta inolvidable en el partido de ida para inmortalizar un gol de chilena eterno con el que el “Matador” le ganó al “Torito” en la ida por 1 a 0. Desde atrás (habilitado) partió Diego Castaño para anticipar a Carlos Fernando Navarro Montoya y empezar a liquidar la serie de visitante. Desde atrás corrió Martín Galmarini para ganarle la espalda a Mariano Donda y definir con el empeine hacia abajo, para terminar de cumplir miles y miles de sueños de pibes que, como sostiene Roy, crecieron “sin ver a Tigre en Primera”.
En medio del recuerdo y la enorme alegría de volver, Pontoriero se hace un tiempo para recordar a Marcelo Cejas, asesinado en las inmediaciones del estadio, luego de una emboscada con pedradas incluidas de un sector de personas que no merecen ser consideradas hinchas.
Tigre terminaría el año 2007 como subcampeón de la Primera División. Es decir que empezó desde atrás, pero terminó delante de casi todos.

2008: Escenas de una pasión
Un gol. Un cuero redondo entrando por un rectángulo blanco hacia una red.
Una final inédita de un espectacular triangular. Un pelotazo de Sebastián Rusculleda que termina en offside y se lleva la última ilusión. Un cabezazo de Lázzaro que se grita con la vida. Riquelme y Palermo en la tribuna mirando todo. Luis Ardente debutando en Primera. Josué Ayala entrando en el segundo tiempo, en reemplazo de un Javier García que se fue llorando.
“El triangular fue raro porque Tigre pierde con San Lorenzo y llegamos con chances de campeonar. Estuvimos a un gol. Me acuerdo lo que fue la cancha de Racing, que estaba repleta de gente, se enmudeció “La 12” porque estaban a un gol de perder el campeonato con Tigre, algo que para ellos era impensado. Me lo acuerdo con alegría por el equipo y con bronca porque nos robaron”, sostiene Pontoriero. En el Apertura 2008, los de Victoria terminaron en el primer puesto junto con Boca y San Lorenzo, por lo que necesitaron un pequeño torneo de a tres para definir quién se llevaba el trofeo. Los tres equipos ganaron un encuentro, pero los “Xeneizes” hicieron un tanto más.
Un gol. Solamente un gol. La sonrisa de Cagna y Arruabarrena. El técnico de Tigre salió a la cancha con una remera con la leyenda “Por siempre gracias Matador”. Solamente un gol separó a Tigre del logro más grande de su vida. Tan importante y a la vez tan poco. Martín Morel, figura del plantel, destacó días después esa campaña, porque “no cualquiera le gana una final a Boca”.
2012: Casemiro sólo observa
Desde hace un poco más de un lustro, Casemiro es uno de los mejores volantes centrales del mundo. Brilla habitualmente, como es sabido, en la Selección de Brasil y en el Real Madrid. Una noche del 2012, cuando todavía su nombre no era sinónimo de estrella, siendo futbolista de San Pablo vio desde el banco de suplentes a Tigre jugar por un trofeo internacional por primera vez en la historia.

«Llegué a la cancha de Boca sin caer en lo que estaba pasando. Salíamos de pelear el descenso, de casi salir campeón, teníamos esa revancha. Jugábamos contra un gigante. Ese día fue perfecto. La previa. Cómo invadimos esa cancha. Fueron más de 40 mil personas. Uno ahí se da cuenta de lo enorme que es Tigre. Faltó el gol para meter presión, pero fue todo hermoso. Después quedó la decepción de Brasil, pero ese día fue espectacular. Cuando me enteré que había hinchas de Chacarita en la popular de San Pablo le dio un tinte especial».
El recuerdo de Roy rememora un año frenético. En el primer semestre del 2012, Tigre, comandado por Rodolfo Arruabarrena, peleó a la vez por el torneo local y por no descender. Tal es así que se salvó de todo recién en la última fecha, que lo decretó subcampeón de Arsenal en el torneo “Crucero General Belgrano”. En la segunda parte, Tigre llegó, ya con Néstor Gorosito como entrenador, a la final de la Copa Sudamericana.
La ida, jugada en la Bombonera, fue 0 a 0 en un encuentro parejo en el que Tigre no tuvo nada que envidiarle a San Pablo, un gigante de América. En la vuelta el bochorno ganó la escena cuando, en el entretiempo, la Policía atacó a los jugadores del “Matador” en el vestuario. El partido iba 2 a 0 a favor de San Pablo, que tenía un hombre menos por la expulsión de Paulo Miranda. El encuentro fue suspendido y el trofeo fue otorgado a los brasileros, en un fallo vergonzoso.
Pero en la ida, Tigre logró coronar con una movilizaciones de miles y miles de almas a la cancha de Boca un año con una montaña rusa de emociones, que lo tuvo otra vez peleando por la gloria.
Casemiro y tantos otros vieron a Tigre ser feliz.
2019: Los dos lados
Uno puede pensar sin temor a equivocarse (aunque deben existir un cúmulo de excepciones) que solamente en el fútbol argentino se puede descender de categoría y ser campeón. “Tenés que tener estabilidad psicológica para ser hincha de este club”, se ríe Pontoriero, al recordar a Tigre campeón de la Copa de la Superliga 2019 (un torneo jugado después del campeonato de liga) que levantó el trofeo dos meses después de descender. El equipo de Gorosito perdió la categoría peleando hasta el final. Su último encuentro fue una victoria en el Monumental contra el River de Gallardo por 3 a 2.

“El Tigre-Boca fue la revancha de un montón de injusticias. Un desahogo de la final del triangular, de un descenso inmerecido. Fue gritar “campeón” después de años de merecerlo. Fue Tigre demostrando que puede copar la cancha que sea. Fue ganarle una final a un enorme club, que no lo hace cualquiera. Sólo los equipos importantes le ganan finales a los grandes”, aporta Pontoriero. Aquella tarde noche, en el estadio Mario Kempes, los de Victoria ganaron 2 a 0 con goles de Federico González y Lucas Janson.

Pontoriero admite que se le caen algunas lágrimas mientras responde la pregunta vía audio de Whatsapp. Pero cuando tiene que definir ese momento, lo hace con contundencia: “Fue uno de los días más felices de mi vida”.
Santiago Núñez
Twitter: @SantiNunez
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