Una entrevista con Fernando Damián González o simplemente, Cajón. Cordobés de 80 años de edad, 50 de ellos dando masajes con sus manos prodigiosas a miles de jugadores que pasaron por el Club Atlético Huracán del Barrio La France (Córdoba). Por ejemplo José Luis Cuciuffo, del que el último sábado se cumplieron 17 años de su muerte. Escribe Daniel Reinoso.
El 20 de noviembre Huracán cumplió 101 años de vida y Fernando Damián González vivió con el ‘Luminoso’ los últimos 50 años de la historia del club, el único masajista en el futbol Cordobés que forma parte del inventario del Club.
El encuentro con Cajón para la charla fue muy cerca de su casa, en la intersección de Boulevard Los Granaderos y Cerrito, tradicional esquina del viejo Barrio San Martin, lugar donde alguna vez existió el Bar Hermes propiedad del extinto José Luis Cuciuffo, hijo del club ‘Luminoso’
El lugar elegido no fue casualidad, era el punto de encuentro que solía frecuentar Cajón para tomar un café y charlar con ‘Cuchu’, con quien eran amigos además de considerarse el primer masajista del Campeón Mundial en México 86 en su aparición en el futbol de Córdoba.
En la siguiente entrevista hablamos de su labor como masajista y los grandes nombres que pasaron por sus manos. Sin exposición mediática, es de aquellos obreros del futbol de antaño que prolija y responsablemente preparan su botiquín el día antes del partido con Aceite verde o linimento para los masajes, alcanfor, alcohol para mitigar algún golpe, algodón, cinta adhesiva, gasas, algunos ‘genioles’.
Llegar antes que lo hagan los jugadores y esperar en el vestuario con la toallita blanca en sus hombros, quien encabezaba la lista para someterse a ese masaje ‘Mágico’ para alivianar un golpe, ablandar la tensión, entrar en calor o simplemente relajarse.
-¿Cómo lo llamo Fernando o por su apodo?
-No hay problema llámame Cajón, muy pocos me conocen por el nombre que figura en el documento, salvo mi familia nadie sabe que me llamo Fernando. El apodo viene a partir de que Manuel Serrano, la Pantera Tonkovich, el loco Raimondi… todo el plantel…me empezaron a decir “Cara e Cajón” y fue suficiente para que a partir de allí pase a llamarme ‘Cajón’ (Se ríe…) ¡Que personajes esos!”
-¿Cajón como llegas a ser masajista?
-Por mi suegro, era masajista, don Vicente Liborio Rojas, empecé trabajando con él en su casa, el hacía curaciones de esguinces, acomodaba huesos, era masajista muy dedicado a la profesión.

-¿Te gustaba ese trabajo?
-Sí, me gustaba, él me inculcó ese oficio, por eso trabajaba con él en su casa, teníamos dos habitaciones para atender. Vicentelo hacía en una y yo en la otra
-¿Cómo llegaste a Huracán y en qué año?
-También por Vicente, el me llevó, en las primeras épocas masajeábamos juntos a los jugadores, cada uno se encargaba de una pierna. Fue aproximadamente a principios de la década del 70, no recuerdo con exactitud la fecha pero sé que son muchos años, fácil hace 50 que estoy en Huracán”
-¿Cómo es la fórmula del preparado que utilizaban?
-En esa época se mezclaba alcohol, alcanfor, quien le daba un aroma penetrante, aceite verde y además se le agregaba gotitas de fluido Espinel, un líquido para masajear caballos. De allí nace lo que conocemos como linimento, que además de relajar el musculo le daba calor a las piernas y se usaba para los días de mucho frio, ayudaba a entrar en calor. A ese líquido por su aroma se le llamaba Olor a vestuario.
-¿Se sigue usando en la actualidad?
-No, ahora se usa el aceite verde y vaselina liquida y en algunos casos solo se hace con jabón, el que se usa para la cara.
-En esa época ¿Había médicos en el plantel?
-No siempre, el trabajo lo hacía el masajista, salvo que sea algo complicado, hacía de médico. Hice un curso de primeros auxilios que dictó la Liga Cordobesa.

-¿Cuál fue la situación más complicada que te toco vivir en una cancha?
-En un partido contra Banco de Córdoba, el ‘Abuso’ Capdevila disputando una pelota cayo de cabeza tras un rodillazo que le dio el arquero, el árbitro dada la violencia del golpe llamo la asistencia y entramos junto a Juan Ocon y lo encontramos con un ataque epiléptico, nuestra rápida intervención impidió que se tragara la lengua, fue dramático.
-¿Se acostumbraba a gritar como lo hacen ahora?
-¡Nooo! No gritaban, no era costumbre de esa época. Con el paso del tiempo lo empezaron a hacer solo para impresionar al árbitro, en aquellos años nadie gritaba, se la aguantaban.
-¿Por qué le llamaban ‘Agua Bendita’ a lo que llevaban en el bidón?
“(Se ríe…) No tenía nada de bendita, cuando atendía algún jugador golpeado masajeaba la zona con agua para relajar y se levantaban como si no les hubiera pasado nada, era algo psicológico jaja. El resto lo hacía la voluntad de seguir jugando”
-¿Siempre trabajaste para Huracán?
-Trabajé para varios clubes, pero nunca me fui de Huracán. Una vez de la Liga me llamaron para masajear a los jugadores de Talleres de Remedios de Escalada que jugaba contra Instituto en Córdoba. El masajista de ellos había sufrido un accidente en una de sus manos y no pudo venir, fue un solo partido.
-¿Cuáles son los otros clubes?
-Trabajé para Sportivo Belgrano, dos partidos, me llevó el ‘Sapito’ Montivero, del cual soy muy amigo, eran partidos por la Liga Cordobesa. En Argentino Peñarol también trabajé. Con Lasallano, época en que la división ‘B’ jugaba los sábados y la primera ‘A’ los domingos. También trabaje para Almirante Brown en la final con Atenas de Rio Cuarto. Estuve en muchos clubes, pero nunca dejé ni me fui de Huracán.

-Por tus manos pasaron infinidad de jugadores ¿Te acordás de algunos nombres?
-Me resulta imposible nombrarlos a todos, son muchos y no me acuerdo. Debería hacer una lista de miles, todos los jugadores de Huracán de los últimos 50 años los masajee yo, imagínate la cantidad que son.
-De los considerados de renombre ¿Te acordas?
-Para mí son todos iguales, a excepción de José Luis Cucciufo que fue quien más alto llegó. Me acuerdo de Salvador Mastrosimone, Manuel Serrano mientras vivía bajo la tribuna, un personaje Manolo, los hermanos Algarbe, Pedro, Ignacio y Antonio.
-¿Tuviste un jugador que después fue periodista?
“Si, era Eduardo Eschoyez, con él hubo un caso especial llegó como arquero y terminó como jugador de campo.
-Nombraste a José Luis como un consagrado ¿Cómo fue esa relación?
-A José Luis lo conocía de las inferiores, hasta que llegó a primera división. Me acuerdo cuando debutó, entró por Jorge Guyon en un partido frente a Lavalle, apenas tenía 17 años y era un jugadorazo. Aparte de la amistad que tuvimos tuve el privilegio de ser el primero en masajearlo en su debut en el futbol de la Liga.
-¿Tuviste muchas anécdotas con él?
-Tuve varias. Una de las que más recuerdo es una que hacía antes de salir a la cancha. Me gastaba la cinta adhesiva porque hacía 3 o 4 cruces en la pared, rezaba una oración y se persignaba. Un ritual que repetía todos los partidos de local y visitante.

-¿Te dejaba sin cinta?
-Las primeras veces sí, después me avivé y llevaba un rollo que la tenía guardada. Si la veía, me la gastaba.
-El sábado 11 se cumplieron 17 años de su muerto ¿Cómo lo recordas?
-Sufrí mucho su muerte, era buena persona y se fue muy joven. Siempre venía a charlar y tomar un café con él, tenía todas sus paredes adornadas con fotos cuando era jugador, había una con la Copa ganada en México y otras con Diego Maradona. Le gustaba atender el bar, charlaba con todos, amante de la caza y pesca, le gustaban los animales, era tal la adoración que le puso Hermes al café por su perro que tenía el mismo nombre.
-Con los jugadores ¿hacías amistad?
-Con muchos tuve una muy buena relación y con algunos tenía preferencias como el caso de los hermanos Algarbe, Torletti y más acá en el tiempo El ‘piojo’, Ariel Via, con quien tengo gran aprecio, a lo largo de mi carrera hice buenas relaciones con los jugadores. Humberto Madriaga, el técnico de Avellaneda me dice que soy el último masajista de la vieja época en la Liga Cordobesa de Futbol, tenemos buena amistad, un loco lindo.
-Viste pasar muchos técnicos ¿Cómo te llevabas? ¿Tuviste alguna diferencia con alguno de ellos?
-Nunca tuve problemas con ninguno, hacía mi trabajo y si bien compartía vestuario, en las cuestiones técnicas nunca me metía. Con el único que tuve una diferencia fue con el ‘Colorado’ Suarez, estábamos jugando con Bella Vista en el Pocito y nos estaban pegando un baile bárbaro, el técnico ordena un cambio y lo saca al mejor de nosotros, a Cristian Cragnolini, cuando sale le digo ‘Perdónalo Cristian, no sabe nada’ y me escuchó.
-¿Qué pasó? ¿Te dijo algo en el momento?
-¡Me re puteó! Yo no le dije nada. En la semana el Colorado habló con el Presidente, el ‘Gallego’ Martínez y le dijo que debía elegir entre él o yo. Un día, después de la práctica, Martínez nos juntó a ambos y nos pidió que nos diéramos la mano, y acá no pasó nada. Nos dimos la mano y todo siguió normal.

-El estadio de Huracán lleva el nombre Reginaldo Cáceres ¿Qué recordas del Presidente?
-En primer lugar era una gran persona, respetuosa, solidaria y como Presidente, el mejor que tuvo Huracán.
-¿Alguna anécdota con él?
-Un día de partido entra al vestuario y ve las camisetas que íbamos a usar, que no era la tradicional de bastones verdes y amarillos y se puso loco, dijo: “Con esta camiseta Huracán no sale a jugar el partido” Se movilizaron todos, Juan Ocon a la cabeza que era el utilero a buscar las originales, no sé qué había pasado con las camisetas, terminamos usando un juego de las divisiones inferiores. Don Reginaldo era muy estricto y el sentido de pertenencia era muy grande y amaba a Huracán.
-¿Cajón te vas a jubilar algún día de Huracán?
-Ya me jubilé en la actividad privada, pero de Huracán no me voy a jubilar nunca. Voy a seguir hasta que el cuerpo lo permita.
Daniel Alberto Reinoso (Facebook)
Mail: danyreinoso@gmail.com
Instagram: futbolymultitudes
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