Chacho Álvarez antes que vicepresidente temporario de Fernando De la Rúa, era hincha de Racing. Su rol en la quiebra del club para que la Academia pueda seguir existiendo y el título del 2001, que coincidió con su fecha de cumpleaños, en un país en llamas tras el gobierno de la Alianza que supo integrar. Escribe Federico Abbiati.

El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios… Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín: no puede cambiar de pasión…

Tamaña aseveración de Pablo Sandoval (Guillermo Francella) a Benjamín Espósito (Ricardo Darín), en la trama de la magnífica tira “El secreto de sus ojos”, bien nos invita a reflexionar sobre cómo inciden las pasiones en cada uno de los seres humanos. Nuestras pasiones nos liberan una y otra vez, pero también a veces pueden atarnos de manos.

Una pasión, el Racing Club de Avellaneda, permitió dar con Isidoro Gómez (Javier Godino). Atroz asesino, en la saga de Campanella y Sacheri, de la jovial primavera que representaba Liliana Coloto (Carla Quevedo).

Exactamente la misma pasión, el Racing Club de Avellaneda, nos conduce a una figura de relevancia extrema en los aniversarios que nos esperan a las postrimerías de este diciembre. Un ejemplo de decencia para muchos, un irresponsable para muchos otros.

Apenas comenzada la década del ´90, Carlos Alberto Álvarez Daneri, hegemónicamente conocido como “Chacho”, se desafiliaba del PJ aterrorizado por el sesgo que iba tomando el modelo menemista de gestión nacional. Con una honestidad brutal y con algo de caudillismo, no en vano su apodo alusivo al “Chacho” Angel Vicente Peñaloza, Álvarez iniciaba su propio proyecto político.

El Frente para la Democracia y la Justicia Social (FREDEJUSO) representaba su trascendencia más allá del justicialismo. Era, paralelamente, el embrión del Frente Grande con el que en 1995 -en Alianza con José Octavio Bordón y su Partido PAIS-  intentaría impedir la reelección de Menem y embrión, también, de lo que sería la angustiosamente malograda Alianza.

Justamente en los albores de ese fatídico año 1999 -el del triunfo de su fórmula con el ala dura del radicalismo, sintetizada en Fernando De La Rúa- Chacho veía como bruscamente se mezclaban sus deberes dirigenciales con sus debilidades personales. Difícil era que su ambición política, por más magna y genuina que fuera, pudiese hacerle oídos sordos a lo acontecido el 4 de Marzo.

El “ha dejado de existir Racing Club Asociación Civil” sentenciado ante los medios, ese Jueves, por la síndico Liliana Ripoll, fue un verdadero mazazo a la soberanía nacional. Para Álvarez, por su trayectoria, muy probablemente equiparable al 1 de Julio de 1974, fecha de fallecimiento del General Juan Domingo Perón y al copamiento militar del 24 de Marzo de 1976.

Racing no podía desaparecer. No un club que, a pesar de sus famélicas arcas, se había dado el honor de tener al mejor futbolista de todos los tiempos como su DT. Ya había naufragado el Deportivo Mandiyú de Corrientes, donde D1EG0 había hecho sus primeros partidos como entrenador. Aceptar la quiebra racinguista de brazos cruzados, también era dejar que aquellos defenestradores de D10S se mofaran de que los dos clubes que tuvieron a D1EG0 en el banco se habían hecho añicos.

Por esas horas, Chacho experimentaría bien profundamente aquello de que “decir adiós no es despedirse”, pues lo encontraban trabajando codo a codo con Carlos Federico Ruckauf, a la sazón vicepresidente del re electo Carlos Saúl Menem, para modificar la ley que por entonces dictaminaba la quiebra del club de sus pesares. Junto a ellos, otra racinguista nacida y criada en Avellaneda: Rosa Graciela Castagnola de Fernández Meijide, la popular Graciela Fernández Meijide, otro alma mater del Frente Grande, del Frente País Solidario (FREPASO) y de la Alianza que en pocos meses desembarcaría en el gobierno.

El resto, son datas patrióticamente recordadas: El domingo 7 de Marzo de 1999 los feligreses racinguistas colmaron el “Cilindro” en señal de afrenta ante lo que les pretendían enajenar: nada más ni nada menos que su pasión. El domingo 14, aún con la quiebra a cuestas, la “Acadé” volvía a latir dentro de un campo de juego: el Gigante de Arroyito era testigo de esa resurrección.

El domingo 24 de Octubre de 1999, De La Rúa y «Chacho» arrasaban en los comicios presidenciales. Prometían limpiar el país luego de una década de vulgar corrupción y frivolidad. Siguiendo esta premisa, el jueves 6 de Octubre de 2000 Carlos Álvarez renunciaba a la vicepresidencia luego de que, en el seno del Congreso, salieran a la luz las coimas instrumentadas para la aprobación de la ley de flexibilización laboral.

El jueves 20 de Diciembre de 2001, un helicóptero, hoy en día ya ícono de nuestra historia contemporánea, no sólo trasladaba por última vez a De La Rúa desde Balcarce 50, sino que su despegue ilustraba el sangriento final de un modelo neoliberal de características ultrajantes. Exactamente siete días más tarde y un día después al cumpleaños número 43 de Chacho, el Racing de Mostaza Merlo se consagraría campeón de AFA luego de 35 años.

Un jueves había dejado de existir Racing Club Asociación Civil. Innumerables jueves después se cortaban más de tres décadas de sequía en cuanto a títulos vernáculos.

Si ese último jueves de 2001, en cancha de Vélez, Gabriel Brazenas pitó el final a los 90 minutos clavados, sellando el empate en uno que ungió a Racing, bien podemos afirmar que el suyo fue un gesto de valor institucional. Un país que se debatía entre llamas y sangre requería de una alegría inédita; el River multicampeón de Ramón Díaz lejos estaba de ser esa novedad descomprimidora.

Chacho, esta vez en el ostracismo a partir de su renuncia más de un año antes, muy probablemente sólo pudo haber aportado su inclaudicable deseo de hincha fanático. Del otro lado de la pantalla un tal Fernando Marín, titular de Blanquiceleste S.A., festejaba enérgicamente el único éxito de un espurio gerenciamiento que volvería a fojas cero la estabilidad racinguista. Esa por la que Chacho había puesto en juego su capital político.    

Federico Abbiati
Twitter: @FedericoAbbiat1

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